Melchor Cano: el teólogo más importante del siglo XVI

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El fraile dominico y obispo nacido en Tarancón pasó a la historia por la aportación que hizo en el Concilio de Trento, convirtiéndose en uno de los teólogos más reconocidos

Retrato de Melchor Cano. - Foto: Gabriel Zafra

En este mes de enero se han cumplido 505 años del nacimiento del taranconero Melchor Cano. Fraile dominico, uno de los mejores teólogos europeos de la época y obispo, el de Tarancón pasó a la historia por su contribución en el Concilio de Trento y por sus particulares ideas que le enemistaron incluso con el papado de Roma, llegando a considerarle el papa Pablo IV como  el ‘hijo de la perdición’. Este conquense es llamado ‘el quintiliano de los teólogos’, ‘el terencio español’ o ‘maestro de censores’, siendo comparado con Santo Tomás por su doctrina.
Hijo del jurista don Fernando Cano y doña María Delgado del Valle, es enviado a la Universidad de Salamanca donde llega a ser alumno de Francisco de Vitoria, un prestigioso fraile dominico, escritor y catedrático de la Escuela de Salamanca, que destacó por sus contribuciones al derecho internacional.
Melchor Cano ingresa en el Convento de los Dominicos salmantino con tan sólo 15 años de  edad y a los 22 es enviado al Colegio de San Gregorio en Valladolid donde estudia con Bartolomé de Carranza y con Fray Luis de Granada. En los años posteriores conseguirá la cátedra de teología de Alcalá y a la muerte de Francisco de Vitoria, la de Salamanca en 1546. También será rector de San Gregorio en Valladolid, tras haber renunciado al cargo de obispo de las Islas Canarias. El fraile dominico nacido en Tarancón llegó a ser profesor de Fray Luis de León.  Melchor Cano fallece el 30 de septiembre de 1560 en Madridejos (Toledo).
Entre sus obras más importantes se encuentra ‘De Locis Theologicis’, publicada en 1563, en la que establece las 10 fuentes para la demostración teológica: la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica, la autoridad de la Iglesia Católica, la autoridad de los Concilios ecuménicos, la autoridad del Sumo Pontífice, la doctrina de los Padres de la Iglesia, la doctrina de los doctores escolásticos y canonistas, la verdad racional humana, la doctrina de los filósofos y la historia. Esta obra va a considerarse la más importante de la Teología del siglo XVI.
Destacan igualmente las obras ‘Parecer del Maestro fr. Melchor Cano dado al Señor emperador Carlos V’ y ‘Consultatio theologica’, en las que recomendaba al entonces regente Felipe II que administrara las rentas y bienes de la iglesia española y no dependiera tanto de la iglesia en Roma. 
 
El concilio de Trento. Cano se va a convertir en uno de los teólogo más importantes del país. Tanto es así que el rey Carlos I va a enviarle al Concilio de Trento de 1551, llegando a ser el mayor opositor a las teorías de los jesuitas.
En la ciudad italiana de Trento se van a congregar todos los sabios del mundo cristiano católico, para discutir puntos esenciales de la fe. El teólogo taranconero es uno de los destacados participantes, que va a dejar sus conocimientos teológicos para la historia.  
Una de las anécdotas sobre Melchor Cano dice que el taranconero fue requerido por el Sumo Pontífice por un sermón que no gustaba y había llegado a sus oídos. Cano es primeramente detenido por Felipe II para que el asunto no vaya a mayores, pero finalmente tiene que presentarse ante una asamblea hostil que le juzga. A medida que exponía sus razones, las caras se tornaron en amigables y tras una ovación cerrada, el mismo papa Pablo IV llega a felicitarle.