Los autónomos se temen «lo peor» ante la subida de la luz

Leo Cortijo
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Los comerciantes y los hosteleros, que esperan con resignación una notable subida en la próxima factura, destacan que no reciben ningún tipo de ayuda y que esto es una piedra más en su ya pedregoso camino tras la pandemia.

Jesús Díaz, gerente de la tintorería ‘Azul’ - Foto: Reyes Martínez

El precio medio de la luz en el mercado mayorista se ha tomado un respiro. Falta hacía después de encadenar varios días de récord en récord, cual plusmarquista olímpico. La tarifa no bajaba de los cien euros el megavatio hora desde el pasado 8 de agosto y llegó a enlazar hasta cinco jornadas consecutivas de alzas históricas. Este bien de primera necesidad cuesta ahora tres veces más que hace justo un año. Unas cotas inasumibles para millones de hogares, pero también para aquellos que todos los días alzan la persiana de un negocio dependiente en gran medida de la energía eléctrica. Una piedra más en un camino ya de por sí pedregoso a consecuencia de la pandemia.

Jesús y Mari Luz regentan una de las tintorerías más importantes de la ciudad. Para poder desarrollar su labor necesitan tanto maquinaria industrial como electrodomésticos que consumen gran cantidad de energía y que durante prácticamente todo el día no paran de funcionar. Dos máquinas de limpieza en seco, otras dos lavadoras, una secadora y cuatro planchas a pleno rendimiento. Todo esto más la iluminación del local hace que su factura media oscile entre los 350 y 400 euros al mes. Tras la subida, espera Jesús, el cargo «se multiplicará por dos, hasta los 700 u 800 euros».

Y lo peor de todo es que resulta muy difícil combatir tal incremento intentando no utilizar los aparatos. «El cliente te exige un trabajo para el día siguiente, la lavadora la tienes que poner tengas cinco o veinte kilos de ropa, y no puedes discriminar si estamos en hora valle o punta; tienes que dar un servicio y no hay más», comenta Mari Luz mientras se encoge de hombros. Para un negocio como éste, la factura eléctrica supone el segundo coste más importante, solo superado por el de personal, por eso no es de extrañar que la preocupación de estos empresarios sea alta, y es que se temen «lo peor» cuando reciban la próxima factura. Por el momento no contemplan repercutir este coste en el precio de sus servicios, pero si la tendencia alcista se prolonga es algo que no se puede descartar.

Javier Cantero, responsable de Javier PeluquerosJavier Cantero, responsable de Javier Peluqueros - Foto: Reyes Martínez

Por el momento, «la única solución» es intentar «optimizar» el uso de la maquinaria «al máximo», empezando por poner las lavadoras a primera hora de la mañana. Pero más allá de esos «pequeños parches», Jesús y Mari Luz recalcan que es «imperiosa» una reducción del IVA como el Gobierno aprobó hasta fin de año para todos los consumidores con una potencia contratada inferior a diez kilovatios. «Nosotros tenemos más de esa potencia y no nos beneficiamos de ninguna manera», lamentan.

A la espera del próximo recibo también se encuentra Javier Cantero, responsable de Javier Peluqueros. En su caso, los principales responsables del consumo eléctrico son los secadores, el calentador del agua y el aire acondicionado con el que ahora aclimata su salón en plena ola de calor. En la anterior factura ya repercutió «un poco» el aumento del coste, pero cree que en la próxima «se notará más». A pesar de que la dependencia de su negocio del servicio eléctrico es total, Javier alberga cierta esperanza en que durante el pico su peluquería ya está cerrada, por lo que espera que el efecto no sea tan gravoso. Ahora bien, más allá de las personas que tiene en nómina, la luz le supone en torno al 20 por ciento de sus costes totales.

Para capear el temporal, apuesta por algo tan sencillo como lo que hace cualquier hijo de vecino, y es «intentar no derrochar». Algo que lleva haciendo durante muchísimos años con independencia del precio de la energía. Ahora bien, regular el consumo en un negocio como el suyo «es casi imposible», porque se necesita una temperatura agradable para estar a gusto en el salón o un tiempo mínimo para secar el pelo, por ejemplo. Para intentar reducir costes al máximo posible, Javier se apoya en un asesor energético, «que va cambiando de compañía dependiendo de lo que me conviene y que me optimiza la factura para que me sea más rentable». Aunque entiende que la luz, por el gran servicio que supone a todos los niveles, debe tener su coste, Javier también apunta que es un bien de primera necesidad y que las tarifas deben ser «razonables». Lo contrario es un escollo más en este tortuoso sendero económico.

Juan Asensio, dueño del bar MartinaJuan Asensio, dueño del bar Martina - Foto: Reyes Martínez

Otro que revisa las últimas facturas y que espera con cierto temor la próxima es Juan, hostelero desde hace años y ahora con un negocio a su nombre. El gerente del bar Martina ejemplifica a la perfección a los sufridos trabajadores de este sector y sirve para poner voz a todos ellos por lo que la subida de la luz les supone. En su caso, son infinidad de horas «con todo enchufado». Desde que levanta la persiana a las ocho de la mañana hasta que la echa a la una de la madrugada, el consumo eléctrico se dispara. Iluminación, congeladores, lavavajillas, vitrinas, neveras, cocina, aire acondicionado…  funcionando a pleno pulmón, como poco, durante 17 de las 24 horas del día. Para colmo, las horas valle se dan cuando el local está cerrado al público.

Así todo, el recibo anterior a la exponencial subida de la luz se materializó en 680 euros. Por eso Juan cruza los dedos y espera el próximo ‘facturazo’ que, según sus cálculos, rondará los 900 euros. Hasta ahora, añade con cara de asombro, «nunca habíamos pasado de los 700». Esto es lo nunca visto para él, que aporta una clave muy interesante, y es que «un gasto fijo así al mes es casi como pagar otro alquiler o el sueldo de un trabajador».

Lo peor es que, por el momento, ninguna solución asoma en el horizonte a corto plazo, y es que cuando Juan asumió la gerencia de Martina hace escasos meses firmó un contrato de un año de duración con su compañía eléctrica, y «no lo puedo tocar hasta que no venza». Por eso, con cierta resignación asume que intentará resistir sin subir los precios por el momento «para ver cómo se desarrollan los acontecimientos». Aunque según las previsiones la luz volverá a subir. Entonces Juan, como muchos otros autónomos, analizará la situación y «ya veremos qué hacemos».