La batalla de Guadalajara: otro 8-M

C.S.Rubio
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El 8 de marzo de 1937 arrancó la conocida como 'batalla de Guadalajara' a cargo de 40.000 italianos enviados por Mussolini. El objetivo era tomar Madrid en tres días. Está considerada la primera derrota militar del fascismo

La batalla de guadalajara: otro 8-M

La celebración del Día de la Mujer ha conseguido transformar en nombre propio a una fecha: el 8 de marzo. Pero ochos de marzo ha habido muchos en la historia y algunos no deberían caer tampoco en el olvido. Este sería el caso del de 1937, cuando el Corpo Truppe Voluntarie italiano de Mussolini, unos 40.000 hombres apoyados por algunas unidades del ejército franquista, dieron comienzo a la que ha terminado conociéndose como la Batalla de Guadalajara. El plan era llegar en tres días a Madrid, pasando por Brihuega y Guadalajara. Y aunque el ataque  logró la sorpresa táctica, se quedó ahí: dos semanas después, la derrota de las tropas enviadas por el Duce a España era un hecho. Fue la primera derrota del fascismo en un campo de batalla, alargó la Guerra Civil hasta 1939 y mermó la potencia militar italiana de cara al inicio de la II Guerra Mundial.

Pedro A. García Bilbao, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y presidente del Foro por la Memoria de Guadalajara, insiste en esta idea de que en Guadalajara se vence por primera vez al fascismo, un hito que «cuestiona el concepto mismo de Guerra Civil». Como explica a La Tribuna, a la Alcarria llegó una fuerza militar extranjera enviada por un jefe de Gobierno, no voluntarios tipo las Brigadas Internacionales. «Eran el ejército fascista de Mussolini,  entre 35 y 40.000 hombres», con aviación, camiones y blindados, insiste. «Tenían autonomía absoluta para organizarse», «Franco no se gastó ni una sola peseta para dotar a esta gente».

«Se dice que el ejército italiano no era un ejército, que eran malos soldados, voluntarios, simples trabajadores que iban a Libia, pero esto no es cierto, parte de ellos ya había combatido en la toma de Málaga», subraya  García Bilbao. En concreto, «eran cuatro divisiones dispuestas a tomar Madrid» y contaban con «mandos profesionales del ejército italiano, formados en escuelas militares». 

La batalla de guadalajara: otro 8-MLa batalla de guadalajara: otro 8-MEste sería, a su juicio, el primer mito falso de los muchos creados en torno a esta batalla para justificar la derrota italiana. «Nadie había dicho en Málaga que fueran malos soldados», ironiza.

¿Qué pasó entonces en Guadalajara? Desde el Foro por la Memoria se defiende que, a diferencia de lo que ocurrió en la toma de Málaga, los italianos allí no se encontraron con milicianos, sino con «otro ejército dispuesto a la lucha» al que «minusvaloraron». «Tenían de todo, el mejor material de todos los ejércitos desplegados en España, lo que no había era voluntad de lucha». 

H. Thomas en su obra sobre la Guerra Civil Española habla también de la «falta de entusiasmo de italianos» en Guadalajara, que dio una oportunidad a la República para rearmarse y defender Madrid. Y es que, otro de los puntos a no olvidar es que la ‘Batalla de Guadalajara’ puede considerarse el último acto de la ofensiva fallida de Franco contra  la capital. Franco no volverá a Madrid hasta marzo del 39, ya con la guerra ganada de facto. 

Muchos autores defienden que de haber ganado las tropas fascistas la batalla, la guerra habría quedado sentenciada ya en ese momento. En el 37 también se vio así. El periodista estadounidense Herbert Matthews llegó a escribir que «la derrota de los italianos en Guadalajara es un desastre comparable al de la batalla de Bailén para Napoleón». 

Si bien no llegó a tanto visto el desenlace final, la derrota de las tropas del Duce sí supuso un punto de inflexión en la intervención italiana en la guerra de España. Las tropas se quedaron, pero dispersas en diferentes frentes. Como aclara García Bilbao, «a Mussolini el pulso le salió mal, quería demostrar que el ejército fascista era el mejor, si hubiera triunfado hubiera aumentado su influencia en el Gobierno de Franco». Es más, la derrota parece que le impidió marcharse. «Tiene que quedarse y vencer y, para ello, manda más y mejor ayuda» a partir de Guadalajara.  

Otro mito que el Foro por la Memoria de Guadalajara quiere romper es la idea un tanto romántica de que esta batalla fue una contienda entre italianos fascistas y no fascistas. Como aclara García Bilbao, si bien a Guadalajara «vienen italianos a apoyar a la República, no son una brigada completa». «Eran unos 800 hombres, exiliados antifascistas que vienen a España como voluntarios» e integrados en un batallón con franceses y belgas.  «Es cierto que se produjo una mini guerra civil italiana al entrar en combate directo el contingente Garibaldi contra las milicias franquistas», pero «no fue ni mucho menos un ejército contra otro». 

Eso sí, fue la batalla hasta ese momento con mayor número de nacionalidades enfrentadas, «un verdadero anticipo de la II Guerra Mundial», asegura el profesor de la URJC. A grandes rasgos, por un lado se congregaron fascistas italianos, tropas marroquíes y españolas a cargo de Moscardó y algunos alemanes y, por el otro, batallones de franceses, belgas, antifascistas alemanes e italianos, más combatientes soviéticos con sus carros de combate y la aviación. Lo que sí parece estar claro es que en la Batalla de Guadalajara «participaron más fascistas italianos a la vez que brigadistas internacionales hubo en toda la Guerra».  

Autores como G. Jackson explican en su obra que un «repentino cambio de tiempo» sorprendió a los camiones italianos «en medio de una tormenta de nieve y de aguanieve», justo cuando los republicanos comenzaban a tomar fuerza en Brihuega y Trijueque. Además, «las condiciones meteorológicas obligaron a los aviones italianos a permanecer en sus bases al oeste de la Sierra del Guadarrama, mientras que los aviones republicanos, aunque con considerable riesgo, podrían operar desde los aeródromos al este de Madrid».  Según relata este hispanista en su trabajo sobre la República y la Guerra Civil, «Los cazas rusos, volando a baja altura, ametrallaron las atascadas columnas de camiones».

García Bilbao matiza este tipo de afirmaciones. «Los alemanes intervienen con  aviones Heinkel He 111, los que se hicieron luego famosos en Inglaterra» y «los italianos bombardearon desde Soria».

Otro «mito» es que la de Guadalajara fue una batalla de tanques. Como indica García Bilbao, «los carros republicanos, los famosos T-26 de fabricación soviética, pudieron operar en ciertas condiciones de superioridad, cubiertos por aviación y coordinados con infantería, no como otras veces en las que se les empleaba a la desesperada para contrarrestar la crónica inferioridad de medios republicanos». Los tanques italianos, en cambio, eran realmente blindados ligeros, sin cañón, «pero eran muchos más y con lanzallamas, para defender a la infantería». En su opinión, la clave está en que en esta ocasión «los carros los utilizaron mejor los republicanos». 

Uno de los factores que la historiografía apunta como clave para entender la victoria republicana en Guadalajara está en sus mandos y en la coordinación entre las diferentes fuerzas integradas en su ejército. Justo en el momento del ataque, el entonces coronel Rojo asume la Jefatura del Estado Mayor Republicano. Según H. Thomas, «aunque nunca fue comunista, Rojo era un técnico muy competente, capaz de apreciar las ventajas de la colaboración con el PC».

Además, según García Bilbao, la coordinación  funcionó, desde el coronel Lacalle, que tenía el mando directo de la operación, hasta el General Miaja. «Además los mandos de las divisiones eran muy buenos» y cita el caso del voluntario italiano Nanetti, al mando de las tropas italianas en la zona de Hita a Jadraque. Enrique Líster o el Valentín González  ‘el  Campesino,‘ serán también claves en la victoria de la República en Guadalajara, según la historiografía.

Otro mito es que fue una batalla sangrienta. Obviamente como batalla lo fue, pero «no de las más sangrientas», advierte García Bilbao, ni tampoco se produjo una desbandada del ejército italiano, «se retiraron con cierto orden, salvo en Brihuega», «y prueba de ello es que fueron 350 los prisioneros, si hubiera sido una desbandada habrían sido muchos más».

En cuanto a los muertos, se estima que fueron unos 600 por el lado sublevado y unos 700 del lado republicano, la mayoría de ellos en los primeros momentos de la contienda.

Lo que sí ha sido la Batalla de Guadalajara es una fuente de inspiración, desde  Hemingway a Miguel Hernández. El de Orihuela escribió sobre ella el poema ‘Sangriento Mussolini’.  En sus versos parece anticipar el final del Duce: «Rumorosa provincia de colmenas, la patria del panal estremecido, la dulce Alcarria, amarga como el llanto, amarga te ha sabido».  Y es que, como concluye García Bilbao, «su esfuerzo en España causó un gasto de  material muy fuerte al ejército italiano, que tuvo impacto en la inicio de la II Guerra Mundial». Lss cifras al menos invitan a la reflexión, se estima que «el material de guerra usado en España habría permitido a Mussolini armar 40 divisiones de infantería más en 1940».

El lunes que viene de celebrará una marcha memorial virtual sobre la Batalla de Guadalajara

La Marcha Memorial que organiza desde hace 10 años el Foro por la Memoria de Guadalajara será este año virtual a causa de las restricciones anticovid. En ella parcipará el profesor de la URJC y presidente del Foro, Pedro A. García Bilbao, y  el vicepresidente de la Associazione Italiana Combattenti Volontari Antifascisti di Spagna  (AICVAS), Marco Puppini.

Será el día 15 de marzo, a través de la plataforma Zoom y,  una vez más, no contará con apoyo institucional, salvo la colaboración que todos los años presta los Ayuntamientos de Torija y Brihuega, según se queja la organización.