Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Sobre la movilidad

02/03/2023

Ahora que parece que estamos todos más receptivos y activos, no hay más que ver la cantidad de obras en funcionamiento en diversas calles, convendría quizá reflexionar sobre el complicado arte de conjugar el uso de los vehículos particulares, la calidad del aire y todas las mejoras que pueden traernos el obligado acatamiento de la ley de cambio climático y transición energética. Al amparo de esta ley, a lo largo del segundo semestre de este año se pondrá en funcionamiento la ZBE, la denominada zona de bajas emisiones, en el espacio comprendido entre las calles Calderón de la Barca, río Huécar y el Parque de San Julián. No, no piensen que voy a manifestarme sobre la conveniencia o no de esta decisión, fundamentalmente porque desconozco la práctica totalidad de los motivos que han llevado al Ayuntamiento a fijarla en ese espacio. 

Pero sí que creo conveniente iniciar o retomar un exhaustivo estudio de lo que se quiere hacer con el centro de la capital, aviejado y abandonado, en lo que a la accesibilidad se refiere. Pero mientas que esto se produce (seguro que la legión de partidos que van a presentarse a los comicios municipales de mayo lo tienen pensado) es muy complicado poder usar tu coche a determinadas horas y por determinadas calles. Más allá de la rápida parada que la mayoría de padres y madres hacen para permitir que sus retoños alcancen las aulas, nos encontramos con ciertas actitudes peligrosas como consecuencia de la pertinaz costumbre de alargar más de lo necesario esta parada. 

Eso sin contar aquellos que, por si ellos fueran, no dudarían en aparcar el coche en la puerta de la sala de profesores de tal instituto o tal colegio. Estas excepciones ayudan a que la conducción sea complicada a diversas horas. Pero ¡ay, amigo! ojalá no tengas la obligación de usar tu coche justo a la hora de salida de nuestros adolescentes. Al aparcamiento indiscriminado en lugares insospechados, puedes añadirle tu encuentro con toda una legión de hormonas andantes que no tienen ningún reparo en abusar de su preferencia a la hora de cruzar una vía, entorpeciendo la ya de por sí escueta fluidez en el tráfico. Sumémosle a eso que, al menos en el centro, alguna calle, que podía servir como vía de escape, permanece cerrada al tráfico, aumentando la sensación de embotellamiento. 

No parece muy lógico que la calle que une República Argentina con los terrenos del antiguo Serranía siga cerrada cuando no se ve que haya nadie trabajando. Claro, que también se prohibió aparcar en los terrenos colindantes porque iban a usarse para no sé qué proyecto y ahí siguen, vacíos y vallados. No se crean, soy partidario de que se tomen todas las decisiones oportunas encaminadas a conseguir una mejor calidad de vida pero esto implica que éstas no deben ser tomadas en una única dirección. Quizá y solo quizá además del cumplimiento de la ley, deberíamos tener un proyecto de movilidad en el que se aúne el transporte urbano, el acceso al centro y al casco y el callejero. Aún tienen tres meses.