Camaleónico Crowe

PABLO DE CARLOS
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De general romano a pastor baptista en 'Identidad borrada', el intérprete no ha parado de firmar papeles memorables

Camaleónico Crowe

La segunda película del cineasta Joel Edgerton llega al mercado doméstico bajo el título de Identidad borrada, un filme que aborda el delicado tema de la homofobia normalizada en los ámbitos religiosos norteamericanos más conservadores. Se trata de una cinta inspirada en la historia real de Garrard Conley (rebautizado en el metraje como Jared Eamons), bajo las facciones de Lucas Hedges, y de cómo sus padres baptistas le obligaron a apuntarse a un curso de reorientación sexual para poder curar así su homosexualidad. 

Su padre, un respetado pastor local, es interpretado por Russell Crowe, en un papel que queda eclipsado por la soberbia actuación del protagonista, aunque consigue mantenerse en su habitual línea de calidad y brillantez.

Desde luego, estos casi 20 años de siglo XXI han sido los mejores para Crowe. Trabajos como los de Rápida y mortal (Sam Raimi) y Virtuosity (Brett Leonard), ambos de 1995, le fueron dando bagaje para representar roles de mayor enjundia como L.A. Confidencial (Curtis Hanson, 1997) o El dilema (Michael Mann, 1999). 

Pero no fue hasta el año 2000 cuando, de la mano de Ridley Scott y su memorable interpretación del general Máximo Décimo Meridio, en Gladiator, le llegó la fama y el reconocimiento mundial, consiguiendo un Oscar. Resulta interesante porque con el cineasta británico coincidió otras tres veces más antes de terminar la primera década del siglo: Un buen año (2006), American gangster (2007) y Red de mentiras (2008).

Un año después de la oscarizada Gladiator, llegó otra de sus películas más icónicas, Una mente maravillosa (Ron Howard), donde se metió en la complicada piel de John Nash, un matemático con trastornos mentales. En 2003 se puso la chaqueta de capitán de barco en Master and comander: al otro lado del mundo (Peter Weil), y dos años más tarde, volvió a rodar con Ron Howard, encarnando a Jim Braddock en el Cinderella Man.

La segunda década empezó de la misma manera que terminó la anterior: a las órdenes de Scott por quinta vez en Robin Hood. Aunque, si ya de por sí su espectro actoral era muy variado, a partir de ese momento se diversificó aún más con papeles tan dispares como el de un abnegado marido desesperado por demostrar la inocencia de su mujer en Los próximos tres días (Paul Haggis), como padre de Superman, en El hombre de acero (Zack Snyder), además de ser un patriarca bíblico en Noé (Darren Aronofky) o del Dr. Jekyll en la malograda La momia (Alex Kurtzman). 

A sus magistrales interpretaciones también hay que añadir otras facetas menos conocidas: Crowe también es cantante y compositor. Colabora con Alan Doyle en la banda Gread Big Sea y en el cine pudo demostrarlo en Los miserables (Tom Hooper), interpretando a Javert. Por si fuera poco, también ha tanteado el mundo de la dirección con el filme intimista El maestro del agua en 2014, una experiencia que si bien pasó desapercibida en cartelera, recibió críticas positivas. 

Y ahora llega a los hogares Identidad borrada, un filme que incomprensiblemente se quedó fuera de la carrera de los Oscar pero que muestra una narrativa equilibrada donde todos los personajes tienen importancia sin que se involucre demasiado en una temática tan sensible como la intolerancia hacia el colectivo LGTBi. Por su parte, Crowe hace una interpretación sobria y compensada con Nicole Kidman como padres del protagonista.