"En los informes de Cáritas no ocultamos la realidad"

José Luis Enriquez
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El presidente de Cáritas subraya la gran labor que desarrolla la entidad diocesana para ayudar a los que más lo necesitan tras los golpes propinados por la pandemia y la crisis económica

Pedro Bordallo, presidente de Caritas Diocesana de Cuenca - Foto: Reyes Martínez

La pandemia y el aumento de precios que han llevado al filo del precipicio a muchas personas obligan a Cáritas Diocesana de Cuenca a redoblar esfuerzos. Casi 300 voluntarios dan lo mejor de sí cada día para ayudar en la provincia a las personas más vulnerables. De ello sabe mucho Pedro Bordallo (Cuenca, 1953), que va a cumplir dos años al frente de la organización. Es un hombre de apariencia seria, habla de manera pausada y sus ojos brillan cuando expresa la satisfacción que le produce la enorme labor de Cáritas y de su gran equipo humano.Siempre están dispuestos a a tender una mano a quien lo necesita por desesperada que sea su situación.

Cáritas Española acaba de cumplir 75 años. ¿Qué balance hace?
Mi opinión es muy personal y de lo poco que podría contar es que ha ido creciendo poco a poco. Empezó en parroquias, ayudando a las personas más necesitadas y con lo medios que se tenían. Ha ido evolucionando y ahora tiene una dimensión internacional. Estamos prácticamente en todo el mundo. 

¿Y en Cuenca?
En Cuenca llevamos 60 años.Se empieza en las parroquias con la labor de los párrocos y los voluntarios. Fue con don Simón Calvo Pina, que fue el primer delegado de Cáritas. Este sacerdote y el Obispado hicieron el actual edificio [sede en la capital}. Empieza así un poco el desarrollo y expansión con más proyectos, creciendo en el desarrollo, no quedándonos en la ayuda de alimentos o material, hasta donde hemos llegado ahora, con cursos y talleres para la promoción de empleo. Ha sido un proceso largo.

Pandemia, inflación, más pobreza... Han sido unos años duros para las personas en situación de vulnerabilidad. ¿Cáritas ha tenido que redoblar esfuerzos?
Durante la pandemia tuvimos que prestar servicio durante las 24 horas del día y nadie se echó atrás. Tuvimos que decir a los voluntarios de más edad que se quedaran en sus casas, pero a través de sacerdotes y voluntarios jóvenes hemos llevado alimentos, atención casa por casa, no sólo en la capital sino también en la provincia. Esto nos ha afectado a todos. Las personas mayores se han encontrado muy solas. Ha habido que hacer un acompañamiento y un servicios de no sólo llevar comida sino de ir a la farmacia a por medicamentos. Con la inflación, igual. Ha habido casos de familias que aún teniendo uno de sus miembros trabajo no llegan a fin de mes. Ha subido el gas, la luz, los alimentos y todo eso hace que la familia lo repercuta. En Cáritas estamos haciendo un esfuerzo. Tengo que decir que la gente de Cuenca es generosa y responde muy bien a nuestras llamadas, pero estamos atravesando dificultades porque los gastos aumentan y los ingresos se mantienen.

Caritas Cuenca invirtió el año pasado casi 1,7 millones de euros. Parece mucho dinero, pero nunca se llega a todo el mundo y además es difícil conseguir, no?
Sí. Es lo que decía antes cuando hablábamos de los 75 años de trayectoria. El motivo de tener un equipo profesional hace que trabajemos con fondos europeos, fondos del Gobierno de España, la Junta, Diputación, Ayuntamiento... Con los que más contamos y más fuerzan moral tienen son los fondos propios que tenemos por las donaciones, colectas, etc. Nos hacen ver que las personas creen en nosotros, nos ven como garantía de que ese dinero va a llegar a los más necesitados.

Los informes de Cáritas sobre la pobreza y la situación vulnerable de muchas personas son un jarro de agua fría. ¿Cómo se rearma de moral para afrontar esta situación?
Los informes de Cáritas son realistas y la realidad no la queremos ocultar. Lo que pasa es que, al margen de que somos creyentes y un brazo de la Iglesia católica, las personas más vulnerables son nuestros hermanos y no los podemos abandonar. Si ves una persona que cuando viene una ola de frío se va a quedar a dormir en la calle no podemos pasar de largo. Tenemos que seguir luchando y buscar donde no hay. Otra de nuestras virtudes es que de un euro intentamos que sea un euro con veinte céntimos porque tenemos que buscar el recurso o la compra más idónea. A cualquier euro hay que sacarle el máximo rendimiento y mientras haya hermanos que nos necesiten no nos podemos venir abajo. Tenemos un equipo de profesionales y voluntarios que vamos tirando en grupo.

Tres de cada diez hogares no tienen ingresos para llegar a fin de mes, según un informe de Cáritas. ¿Cuáles son las principales necesidades detectadas en Cuenca en el día a día?
El que tiene falta de recursos necesita de todo. Desde que les apoyemos con ayuda de alimentos a que les ayudemos a pagar un alquiler o el recibo de la luz. En eso las Cáritas parroquiales están haciendo una labor muy importante porque son ellas las que están con ellos a diario. ¿Cuál es el problema ahora? Pues que en una familia de tres o cuatro miembros sólo trabaja uno. Si tiene un sueldo de 1.000 o 1.200 euros, hijos estudiando, les sube la luz , el gas, el alquiler... Tienen problemas para llegar a fin de mes. Recurren a la parroquia, exponen el problema y ahí empieza nuestra labor, no sólo de apoyarles económicamente sino de comprenderles e intentar que salgan de esa situación. Sabemos que una provincia como la nuestra no es fácil. Cuenca es una ciudad muy bonita, tranquila pero para el que quiere empezar a trabajar es difícil.

¿Hay alguna situación que le haya sorprendido de manera especial entre las personas que han acudido a Cáritas en los últimos dos años?
Cuenca es una ciudad pequeña, en la que más o menos todos nos conocemos, pero te sorprende la situación de algunas persona que ves. Es duro. Son de tu barrio o del de al lado y les pones un poco rostro. También llegan familias de Hispanoamérica. Un caso que recuerdo es de un hispanoamericano que llegó a la estación de autobuses de Madrid con sólo 20 euros y tras preguntarse adónde se podía desplazar terminó en Cuenca. Son situaciones en las que en un caso hay un proceso y en otros, porque han caído aquí.

¿Hasta qué punto es importante la formación e incentivar el empleo que promueve Cáritas?
Para nosotros son importantísimas porque les abres un poco el mercado. Nos encontramos ya de todo, pero la mayoría son personas con pocos estudios. Aquí tenemos talleres de cocina, carpintería, mantenimiento de edificios, fontanería, camareros de piso. El objetivo es darles una salida para que a la hora de presentarse a un trabajo tengan unos conocimientos. Una de las virtudes que tenemos es la acogida, escuchar y ayudar. Tratamos de reeducar para decirles que aunque ellos piensen que en un momento determinado la sociedad les ha fallado también ofrece una salida.

Acabamos de pasar la Navidad, una época donde la solidaridad se desborda. ¿Temen que en estos primeros meses del año se rebaje?
Somos humanos, yo el primero. Hay campañas que te sensibilizan más. Navidad parece que a todos nos sale el instinto de ser mejor. Claro que también las noticias, con guerras, tragedias, inflación... acompañan poco. Estamos viviendo una situación a nivel mundial que te desgarra. En campañas y donantes fijos no estamos teniendo bajas considerables, salvo los que fallecen. También es un handicap que tenemos en Cuenca porque somos una población ya mayor, de pensionistas. Tenemos la ventaja de las parroquias, de la misa dominical. Las Cáritas parroquiales hacen su colecta. Buscamos un equilibrio.

¿Cuáles van a ser las próximas campañas?
La principal será en junio con el Día de la Caridad, que es cuando Cuenca y provincia se vuelcan.Además, cada parroquia tiene su día. En mi parroquia, la de SanFernando, el primer domingo de cada mes la colecta de las misas dominicales es para Cáritas parroquial. Como Cáritas Diocesana hay tres campañas al año.

Los voluntarios son la piedra angular de Cáritas. ¿Qué hay en el ADN de estas personas?
El ADN es que cuando estás metido en tu parroquia, en tu ambiente en tu pueblo, oyes hablar de necesidades o simplemente ves en la puerta de tu parroquia a una persona que está durmiendo en la calle. Eso hace que le des vueltas. En mi caso, cuando me jubilé me pregunté 'dónde puedo dedicar un poco mi tiempo y ayudar'. Y engancha cuando empiezas a tratar de cerca a estas personas y ves que detrás de cada una de ellas ha habido un problema. Te hace pensar que 'gracias a Dios, a mí no me ha ocurrido'. Normalmente uno ha tenido su empleo, pero se ha encontrado en el paro, se ha separado, ha caído en el alcohol o drogas... Son procesos a los que no se llega de repente, que es muchas veces la idea que se tiene. Ves que están ahí, que la mayoría quieren salir y que necesitan comprensión. Es gratificante cuando conoces Cáritas. Cuando entré de voluntario conocías poco, te quedabas un poco en la parroquia. Pero cuando empiezas a conocer la labor que hace Cáritas y empiezas a ver resultados... También hay días en que te vas desmoralizado por lo que ves.

Nadie tiene una coraza para afrontar los dramas de los demás...
Claro. Por eso hay días en los que los voluntarios decimos 'qué labor tan buena que estamos haciendo', pero también hay otros días en los que sentimos que avanzamos poco.Somos personas. Cuando tenemos reuniones de grupo nos animamos unos a otros. Vemos los resultados y muchas veces lo que para ti parece que ha sido una mala semana para el resto de compañeros ha sido buena. Además, hay que recordar que trabajamos con personas, no trabajamos con números. Cuando damos datos estadísticos es la pura realidad, y detrás de ese número hay una persona o una familia. No te puedes venir abajo.

¿De mismo modo que más personas demandan ayuda de Cáritas hay más personas que quieren colaborar?
La gente muchas veces viene con una idea.Aquí les informamos, les enseñamos los campos que atendemos y ver en cuál se pueden encontrar más a gusto. Hay gente que viene, como yo en su día, y tienes que hacerle ver que hay que trabajar de manera organizada, con programas y en equipo para desarrollar la labor. En las parroquias pasa un poco lo mismo. El párroco y el equipo de Cáritas parroquial explica las labores que hacen. Nos interesa que el voluntario esté a gusto. Ahora queremos empezar un proyecto muy bonito como es el del Voluntariado Joven. Cuenca tiene el problema de que trabajas con un voluntario joven, se va a estudiar y ese lazo se rompe. Es estar siempre un poco empezando. A nivel de voluntarios de cierta edad estamos contentos.

¿Cómo se siente tras casi dos años al frente de Cáritas en Cuenca?
La satisfacción es inmensa. Es un cargo que cogí con mucha precaución. Mi mayor satisfacción es conocer Cáritas por dentro y conocer la gran labor que está haciendo a nivel personal y humano, es el equipo que me encontré. Es un equipo que no diría que es bueno, sino muy bueno. Me cogió con calor y me ayudó. Yo conocía una parte muy pequeña de Cáritas, la del Economato de Cáritas Diocesana , y de pronto te encuentras una envergadura tremenda y agradezco a estos profesionales que me sigan llevando de la mano. Para mí es muy especial la gran labor que hacen Cáritas y su gran equipo humano.

¿Cuál sería su gran deseo o anhelo?
La utopía sería que no existiera la pobreza en el mundo, que no hubiera guerras. Mi gran deseo es que las personas no perdamos la sensibilidad y seamos conscientes de que hay seres humanos que sin tener culpa ninguna viven en el mundo situaciones en las que a unos les sobra mucho y a otros les falta todo.