La incertidumbre condiciona una vendimia «decente» en cantidad

Leo Cortijo
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Cuenca despide una campaña «más lenta y larga de lo esperado», con una reducción media de la cosecha del 15 por ciento y con la vista puesta en la «parálisis» de los mercados

Un agricultor de la Manchuela conquense, en el término municipal de Casasimarro, prepara su remolque de uva para llevarlo a la cooperativa. - Foto: Reyes Martínez

La campaña de vendimia encara su recta final. Una buena parte de las bodegas y cooperativas de la provincia ya han cerrado sus puertas para empezar a trabajar en la elaboración del vino. Las que todavía siguen tomando producción lo harán esta semana o –como mucho– la que viene con algunas variedades tardías. Ha sido, en general, una campaña «más lenta y larga de lo esperado», comenta el vicepresidente de Asaja Cuenca, Juan Manuel Pozo, al estar marcada por las altas temperaturas del verano.

Aunque el calor haya hecho mella, no ha sido tanto como algunos apuntaban de inicio, pues al final «las uvas han ido en su tiempo y el estado sanitario de las mismas ha sido bueno al no haber grandes lluvias ni excesiva humedad». Eso genera un balance general muy concreto: «Buena en cuanto a calidad, algo inferior en cantidad y con incertidumbre en cuanto al precio por la parálisis de los mercados y el aumento de los costes de producción». Pozo no puede ser más claro al apuntar las luces y las sombras de esta campaña vitivinícola.

Dentro del segundo apartado, hay que tener en cuenta la merma en los kilos de uva recolectados. 2020 trajo bajo el brazo una cosecha «buena tirando a muy buena», la de 2021 se puede considerar como «normal» y la de este año «un poco menos de lo normal». Pozo considera que «dependiendo de las lluvias irregulares» que cayeron en territorio conquense durante la primavera y el verano, las producciones han variado sensiblemente. «Hay cooperativas que han cogido lo mismo que el año pasado», recalca, pero en otro puntos se ha llegado a perder hasta un 20 y un 30 por ciento, especialmente allí donde más han castigado las condiciones meteorológicas. En líneas generales, remata, hablamos de en torno a un 10 y un 15 por ciento de disminución.

Si de mirar al cielo se trata, mención aparte merece lo que ocurrió en dos zonas muy concretas de la provincia durante la temporada estival y que acabaron marcando la campaña. En julio una gran tormenta azotó «varias hectáreas» en una franja que arrancaba en Quintanar del Rey, se movía entre Iniesta, Villanueva de la Jara, El Peral, Motilla del Palancar, Castillejo de Iniesta y Campillo de Altobuey y llegaba incluso hasta Mira, «con pérdidas tasadas por los seguros en los puntos más dañados de hasta el 95 por ciento». Un mes más tarde, a finales de agosto, se repetía la historia con Graja de Iniesta como epicentro y con Castillejo, Puebla del Salvador, Minglanilla y La Pesquera como otros enclaves afectados. 

Un clima «enrarecido». El vicepresidente de Asaja en la provincia sitúa como punta de lanza de los problemas el «sobrecoste» de puntales indispensables para el sector como los combustibles o los fertilizantes, sin ir más lejos. «Si el precio que se paga por la uva es el mismo que el año pasado, pero los costes son mucho mayores ahora, la rentabilidad del agricultor se reduce bastante», explica de forma tajante. A eso se suma el hecho de que los mercados están «absolutamente paralizados a expensas de lo que pueda suceder».

Bajo su punto de vista, «se junta todo», y es que además de la guerra en Ucrania y los coletazos económicos que todavía restan de la pandemia de coronavirus, el ambiente está «muy enrarecido», ya que «la gente tiene miedo por lo que pueda venir y el vino no es un producto de primera necesidad», cosa que se nota en los mercados que, al final, «se mueven por la especulación».

El «problema» de la contratación y la reforma laboral. Otro quebradero de cabeza «importante» para los agricultores ha sido la contratación de mano de obra. La reforma laboral, con la figura de los fijos discontinuos, lejos de allanar el camino y «facilitar las cosas», ha hecho que «todo se complique un poco más». Tal y como explica el vicepresidente de Asaja Cuenca, Juan Manuel Pozo, «la realidad del campo es la que es» y es que la figura que predomina es la del trabajador eventual «que hoy está 20 días aquí, mañana se va a la naranja a Valencia y en poco vuelve para el ajo a Las Pedroñeras». Así todo, éste es un apartado que «tenemos pendiente».