Una mixta de altura

Leo Cortijo
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El espectáculo de Ventura abre cartel a Roca Rey y Talavante, que regresa tras seis años

Una mixta de altura - Foto: Reyes Martínez

Cuenca descorcha la Champions por todo lo alto. Lo hace con una corrida mixta cinco años después, aquella que protagonizaron los hijos del célebre Carcelero. Un festejo que conjuga dos artes, el de Cúchares y el de Marialva, mezcla que a una parte de los aficionados no sienta del todo bien. Eso sí, advierte el empresario Maximino Pérez, «ésta no es una mixta cualquiera». Muchos hubiesen preferido ver a Ventura en el cartel de rejones que cierra el ciclo, pero alguien tenía que abrir tarde a dos espadas de primerísimo nivel. Y el caballero no es un cualquiera... El de La Puebla pasa por ser el mejor rejoneador de todos los tiempos, junto a Pablo Hermoso de Mendoza. Por eso, aunque el rejoneo no forme parte de tus atracciones principales, el trago no sienta nada mal.

Talavante regresa al coso del Paseo de Chicuelo II seis años después, que se dice pronto. En la temporada de su vuelta a los ruedos, el extremeño hace parada en Cuenca, que espera verle en el nivel superlativo en el que se fue y en esas formas primigenias que le catapultaron a lo más alto en su momento. ¿Qué decir a estas alturas cuando ya se ha escrito casi todo acerca de un torero tan especial como errático? Lo primero, reconocer que su carrera ha tenido altibajos. Eso sí, cada alti vale por diez bajos. Su zurda es un portento cuando se encuentra en su máximo apogeo. Un juego de muñeca que despliega la muleta como un abanico interminable. Ahí hay oro molido. 

Ahora bien, cuando vemos a Alejandro desdibujado, pasando de puntillas como está haciéndolo esta temporada, todo queda como un conjunto deslavazado y sin demasiada sustancia. El deber del empresario era contratarle. Si está en activo, Talavante es una demanda de los aficionados sí o sí. Por su pasado con enjundia, un presente que es una incógnita y un futuro del que se espera lo mejor.

Cierra paseíllo Roca Rey, que promete no ser el convidado de piedra esa tarde. El cóndor limeño salió el año pasado por la puerta grande, desquitándose así de una racha no muy fructífera en territorio conquense. Hasta ese último toro de la tarde, el peruano no había sumado puntos ante la afición local que, al final, acabó entrando en su toreo efectista y plagado de artificios.