Las escaleras de acceso a la Catedral y las puertas de la iglesia de la Virgen de la Luz fueron testigos de unas escenas que, tal y como asegura el Obispado de Cuenca mediante un comunicado, "merecen el firme rechazo y la censura sin reservas de toda persona de buen sentido y, con mayor razón, el de tantas personas de fe, que se sienten humilladas y heridas, con razón, en sus más íntimos sentimientos".

El Obispado explica que "cuesta entender los motivos que puedan llevar a unas personas a actuar de un modo que lesiona el más elemental respeto debido a los demás, y que conculca las normas básicas de una serena convivencia ciudadana. Tales conductas -prosigue- "producen bochorno y vergüenza ajena".

"No es en modo alguno admisible confundir el derecho a tener y defender las propias convicciones con la injuria grosera y la ofensa gratuita a la fe de otras personas, con la única finalidad, además, de molestar e irritar".

Por este motivo, el obispo de Cuenca, José María Yanguas, pide a los sacerdotes y religiosos, a los consagrados y a todos los demás fieles de la Diócesis, en particular a los de la ciudad de Cuenca, que "desagravien al Señor y a su Santísima Madre con el rezo del Santo Rosario en familia o en la propia parroquia", y que pidan al Señor por "la conversión de los autores de los lamentables sucesos".