Como un pincel

Leo Cortijo
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José Luis Llandres maneja el timón del puntal de la moda infantil y juvenil en la ciudad, 'Pequeños Sueños', que ahora afronta la temporada de eventos y ceremonias.

Como un pincel - Foto: Reyes Martínez

La primavera es tiempo de flores... y de celebraciones. La vida vuelve a resurgir tras dos años prácticamente de encefalograma plano a causa de la pandemia. Bodas, bautizos y comuniones han vivido en una especie de limbo desde que en marzo de 2020 el sino de nuestro destino cambiara radicalmente. Del ostracismo de ese año a la condicionada apertura del pasado ya hubo un trecho, pero el regreso a la ansiada normalidad empieza por la temporada de este 2022.

En Pequeños Sueños, un puntal del sector de la moda infantil y juvenil en la ciudad, velan armas de cara a lo que está por venir. Y se agradece, porque después del peregrinaje en el desierto, el propietario del establecimiento desea no volver a vivir algo similar. Aunque todavía no se han recuperado los niveles prepandémicos, parte de la tarta del pastel ya ha regresado a sus paladares. «Estaremos a algo más de un 50 por ciento de lo que fue 2019, por ejemplo», comenta José Luis.

Desde que nacen hasta que cumplen los 14 o 15 años, todo niño y toda niña que entra por la puerta de su negocio sale hecho un pincel. Lleva dos décadas vistiendo a un nutrido grupo de conquenses y sabe de lo que habla. Conoce el sector y lo que la gente demanda, y a estas alturas de la película sabe cómo dar con la tecla en un primer vistazo. Él lo resume de una manera que evidencia a las claras el sentido de Pequeños Sueños, y es que «aquí un niño puede vestirse de sport o más elegante, para un lunes o para un domingo, para el frío del invierno o el calor del verano, para ir al colegio o a la boda de su tía... aquí un niño puede vestirse de todas las maneras posibles».

«Las comuniones, que se complementan con los bautizos y las ceremonias, son una época muy fuerte para nosotros», y eso ahora enciende motores para dar el pistoletazo de salida en mayo y junio, cuando la maquinara entrará en plena ebullición. Y es que «hemos ganado mucho» respecto a la temporada pasada, pues «cada vez se está perdiendo más el miedo al virus» y la gente gana en «confianza». La madre del cordero está en saber cuándo se llegará a una situación de absoluta tranquilidad en la que la pandemia solo sea un triste recuerdo. Solo entonces, argumenta José Luis, «respiraremos aliviados al cien por cien».

Lo bueno es que la campaña de eventos no viene sola. Este año trae bajo el brazo la Semana Santa, que también es una etapa «ideal» para el negocio. Sin procesiones no hay gente en las calles, y si la gente no sale a la calle no hay necesidad de engalanarse de punta en blanco. «Aquí gusta mucho ir arreglados el Domingo de Ramos, el de Resurrección o el Viernes Santo», comenta José Luis, que este año la Semana de Pasión tenga lugar a mediados de abril es un «plus» para despachar más ropa. La gran semana de Cuenca no solo se vive tras el capuz o bajo el banzo, sino en todos y cada uno de los aspectos que la rodean. Una fuente inagotable de oportunidades para infinidad de negocios como el de José Luis. La primavera es tiempo de resurgimiento, de renacer, de retorno... Las calles volverán a vestirse de alegría y eso no nos puede pillar de cualquier manera. Tendremos que andar bien vestidos. Incluidos los más pequeños de la casa.

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