La sociedad cuenta por suerte con la encomiable labor que llevan a cabo día tras día las organizaciones no gubernamentales (ONGs). Ese trabajo que se desempeñan es «vital» para miles de personas y sin ellas la sociedad no sería tal y cómo se concibe en la actualidad. Hoy se conmemora el Día Mundial de las ONGs y un año más estas organizaciones humanitarias siguen esforzándose para que nadie se quede atrás. Cruz Roja y Cáritas, que cuentan con delegaciones en Cuenca, son dos claros ejemplos. «Es muy importante el trabajo que se realiza cada día para ayudar a muchísimas personas», destaca la joven voluntaria de Cruz Roja Carla Martin, que lleva ya tres años derrochando bondad. Sin pedir nada a cambio, estas instituciones sin ánimo de lucro «abren las puertas de sus centros para recibir a todo demandante de ayuda, independientemente del origen, etnia o sexo de la misma», subraya la voluntaria de Cáritas desde hace seis años Carmen López. El cometido que llevan forjado a fuego es satisfacer las necesidades más básicas que una persona puede tener. «No se discrimina a nadie», recalca esta mujer jubilada que tiene decidido ayudar al prójimo «hasta que el cuerpo me aguante». 

La importancia del trabajo de estas organizaciones radica en que las personas más necesitadas puedan recibir «alimentos, ropa y un techo, entre otras cosas, para que una familia pueda salir hacia adelante», detalla Carmen.

Oportunidades. El mismo fin tiene Cruz Roja con todos sus secciones, ya que «podemos ayudarles en tramitar cualquier documentación, acompañarles a consultas médicas, enseñarles a hablar castellano, darles formación en distintos oficios e incluso ayudarles a encontrar un empleo, por citar algunas de las tantas cosas que hacemos», afirma Carla. La joven señala que «son muchas personas las que necesitan ayuda y ahí estamos nosotros para atenderles». 

En esta época convulsa las organizaciones sin ánimo de lucro juegan un papel fundamental. Sin ir más lejos, tanto Cruz Roja como Cáritas fueron esenciales para acoger, recibir, ayudar y atender a los centenares de refugiados de origen ucraniano que llegaron a la provincia en los últimos meses a raíz de la invasión a Ucrania. «Nos hemos volcado con ellos y es que no podemos mirar a otro lado porque la misma situación que han vivido ellos podemos vivirla algún día nosotros», destaca Carmen. 

Aunque parezca difícil de creer a día de hoy no existe una opinión unánime a favor del trabajo encomiable que realizan estas instituciones. Ambas voluntarias explican que «parece que hay dos caras de una moneda» en relación a una sociedad dividida. Si es cierto que la inmensa mayoría sabe que «nos esforzamos mucho día tras día para ayudar a niños, familias y refugiados en muchos aspectos de la vida», apunta Carla. No obstante, Carmen apunta que existe «un pequeño número de personas que piensa que desperdiciamos el dinero o que se lo damos a cualquier persona, pero no es así porque miramos bien quién es el destinatario», recalca. 

El mejor ejemplo para entender la imperiosa necesidad de contar con las organizaciones no gubernamentales son los relatos de sus voluntarios. Tanto Carla como Carmen coinciden en que en las propias ONGs «recibimos mucho más de lo que damos». Y las dos concluyen que cualquier persona puede animarse a que lo comprueben porque es «muy enriquecedor».