Casas de Haro, cruce de barrios y paso de trashumancia

Miguel Romero
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El yacimiento de Monte Viejo como historia y la llegada de los Careaga con su ganado, dieron vida a este lugar de la Mancha

Casas de Haro, cruce de barrios y paso de trashumancia

Estos lugares nacen todos de la misma manera. Surgen como aldeas de una jurisdicción real, tal cual San Clemente, para luego ir adquiriendo su propia independencia. El nacimiento es de aldea repoblada para dedicarse al cultivo de estas buenas tierras de La Mancha. Tal vez, los restos romanos en su jurisdicción puedan darle alguna antigüedad al lugar pero no a la población. Quizás el tema de la trashumancia por eso de la Cañada Real hacia Andalucía, con ramales y abrevaderos, entendiendo que por aquí hay algún que otro pozo y de lejos ese cerro llamado Monte Viejo aduciendo yacimiento, pueda dar cierta veracidad, pero en algunos foros nos dicen eso de que este lugar fuera fundado por esos vascos de apellido Careaga, con buen grupo de ganado y que en este hondo hicieran retaila en ese pozo de la Peña entre el Simarrillo y las Casas de la Loma. El primer documento en el que aparece escrito Casas de Haro, es de 1318 y se encuentra en los Archivos de San Clemente, incluyendo a este paraje con ese nombre, dentro de las Tierras de Alarcón. Lo cierto es que Madoz dice también que en este término hay muchos despoblados o aldeas tales como las Casas de Abajo, Casillas, Casas de Arriba, Poutas, Calozas y Reupérez. Pero otros, llegan mucho más allá, y nos citan ese Monte Viejo como propiedad de los señores Gonzálvez, luego la Casa Bonilla, el de don Dámaso, el de los Simarros, Villapardillo, Las Beatas, el del Moral, el del Rey, Miguel Rico, Sanchón, la Cañada y las Chozas, los Poyos y las Porretas con gentes que viven y el gran barrio de las Calotas. Muchos lugares diseminados que dan a esta población un referente muy singular, por eso, sus tres iglesias y sus cinco barrios. La mayor parte de sus iglesias y ermitas actuales son producto del XVIII, tanto la principal de la que ahora hablaremos como la ermita de San Julián, situada en el llamado Barrio de Arriba. La principal, la de Santa Magdalena, su patronazgo, de reciente construcción y con sus dos altos pilares, muros lisos, ventanas cuadradas y esa torre cuadrada de reducido perímetro pero muy elevada con cuatro balcones volados a la altura de las campanas. Otra, la antigua también de la Magdalena, con su planta de cruz latina y graciosa espadaña montada sobre el muro lateral. La ermita de San Antonio Abad, muy reducida y actualmente reconstruida y por último, la ermita de San Julián de pequeña nave sobre bóveda vaída. Ya no queda aquella ermita de Santa Ana que citarán en sus Visitas los del Obispado. Bella porque sí, no solo en atrio de solera y nave ocupando devoción entre ganaderos de antaño. Pero curioso lo fue porque así lo atestiguan los restos de un románico tardío que pudo tener hechura como tal. La pila sobre pedestal octogonal y pie derecho con gallones es referente para ellos. Es importante, por sus construcciones típicas, los Cubos, refugios de pastores y campesinos. Hay cubos con corralizas como anexo, siendo quizás el Cubo Mangas, uno de los más conocidos por tener habitaciones y chimenea. San Julián en enero y la Magdalena en julio, aunque ahora celebrada en agosto rivalizan en grandes fiestas, pues las dos son tan importantes para sus habitantes que mantienen tal cual sus propias condiciones festivas y singulares.