Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Los madelman docentes

24/06/2021

Solemos usar el término egebero para identificar a aquellos que estudiamos la EGB. Lejos queda aquello ya. Pero hay todo un movimiento que no quiere dejar de recordar aquella etapa en la que todo parecía más sencillo. Crecimos aprovechando (ahora diríamos reutilizando o reciclando) todo lo que teníamos a nuestro alrededor asumiendo la realidad que nos rodeaba sin más deseo que jugar en la plaza del barrio al bote, botero o echar un partido los sábados contra los alumnos del colegio rival. En los años 70 aparecieron múltiples juguetes que se fueron incorporando a nuestra vida cotidiana. ¿Quién no se acuerda de los madelman? Aquellos muñecos de acción que podían con todo. “Mandaremos uno a Marte, otro al Aconcagua y otro al fondo del océano” decía un niño en el anuncio que, aún en blanco y negro, nos cautivaba cada vez que aparecía en una de las dos cadenas que teníamos. Y otro le preguntaba con cara de asombro: “¿Y podrán?”. La respuesta era definitiva. “Los madelman lo pueden todo”.

Reflexionando ya en este fin de curso académico tengo el convencimiento que los docentes son una suerte de madelman preparados para lidiar con todo y, desde luego, para poder con todo.

Más allá del discurso partidista e interesado en estas fechas en el que unos hacen propias las bondades del curso que acaba y otros se afanan en señalar los puntos negros del mismo, en medio de estos, surge la figura del docente que ha dado toda una lección sobre cómo amoldarse en tiempo récord a una situación que era desconocida para todos. No me gusta usar los términos bélicos que desde todos los sectores de la sociedad hemos asignado a esto de la pandemia. Ya sabéis: Primera línea de batalla, héroes, pelea, combate…Pero sí que es cierto que los docentes han encarnado ese grupo de la resistencia (que en todas las guerras se hace imprescindible para expulsar al enemigo) que ha decidido, firme y voluntariamente, hacer todo lo posible para que ni un niño se quede atrás en este momento tan complicado.

Y es que hemos interiorizado tanto el papel del maestro o maestra que pasan inadvertidas una serie de cualidades que adornan la labor diaria de cada uno de ellos. Tras la mascarilla de un maestro encontramos un psicólogo que intenta animar a sus alumnos para desterrar la tristeza que ha sobrevolado la sociedad desde hace algo más de un año. Encontramos un enfermero que cura todos los males del mundo mundial con sólo un abrazo de los “apretaos”. Los alumnos comparten recreo con un dietista que se encarga de supervisar que se coman el bocadillo sin tirar nada, así como con un reciclador profesional que les inculca hábitos que debían venir de casa aprendidos. Son jueces para impartir justicia en las disputas infantiles sobre cómo y quién usa las porterías de fútbol del colegio. Y mil cosas más. Todo esto sin parar a pensar que ellos también pueden estar agobiados por la situación global, o la de su familia en particular.

Igual que su trabajo silente y silencioso, sirvan estas líneas como un merecido homenaje a los madelman docentes, esos que lo pueden todo. ¡Disfruten del verano!

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