'My Mexican Bretzel', imágenes y silencios

V.M.
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La directora catalana Nuria Giménez participó en la segunda sesión de 'La Sala de los Cineastas en Cuenca', que proyectó su ópera prima, una de las revelaciones de la pasada temporada

Fotograma de ‘My Mexican Bretzel’, cinta que logró dos nominaciones a los ‘Goya’ este año. - Foto: N.G.

La Sala de los cineastas en Cuenca acogió el pasado lunes su segunda sesión con la proyección de My Mexican Bretzel,  pase que contó con su directora, Nuria Giménez Lorang, que mantuvo un coloquio con los espectadores. La actividad, organizada por el Vicerrectorado de Cultura, Deporte y Responsabilidad Social y la Facultad de Comunicación de la UCLM, en colaboración con la Unión de Cineastas, logró llenar la sala de los Multicines Odeón, para sorpresa de la propia realizadora, que se mostró muy satisfecha de la experiencia, «porque en muchas ocasiones es difícil hacer llegar algunas películas a ciudades que no sean Madrid o Barcelona, y siempre es enriquecedor el intercambio  de experiencias en este tipo de presentaciones», apuntó.

Nuria Giménez comentó a La Tribuna que nunca pensó que la cinta tendría este reconocimiento por parte de la crítica y del público, algo que en parte achaca a la pandemia, «porque al cancelarse muchos festivales la película, que podía verse on line, fue mucho más visionada». 

My Mexican Bretzel navega entre la ficción y el documental y en ese sentido la realizadora cita al cineasta británico John Grierson, que definía un documental como «el tratamiento creativo de la realidad» y advierte que «en ese sentido se logra entender mucho mejor la película, no obstante está muy abierta a interpretaciones».

«Fue montada a bases de sucesivas escenas extraídas de cintas caseras -continúa-, tenía casi 30 horas de material de archivo y acabé haciendo un película de hora y cuarto, un material por cierto en muy buen estado, lo cual fue una grata sorpresa tratándose de bobinas de los años 40, 50 y 60, ha sido una gozada montar ese material».

Cabe desvelar que la procedencia de esas cintas es familiar, concretamente pertenecían a su abuelo, y la estética, el encuadre de algunas escenas, así como el color, traen a la mente el recuerdo de melodramas clásicos firmados por David Lean o  Douglas Sirk, una época pasada que parece detenido en el tiempo, algo que debe achacarse también en buena medida al gran trabajo de postproducción de Federico Delpero, que se encargó de hacer el color y de hecho hay una evolución cromática que va paralela a la evolución emocional del personaje principal», apunta.

Los juegos del silencio y el poder evocador de las imágenes son también aspecto relevantes de este trabajo aclamado por los críticos y Giménez aclara que «precisamente el tratamiento del sonido y del silencio es uno de los elementos principales del trabajo, porque para mí el sonido era el tercer elemento y tenía la misma importancia que la imagen y el texto, la idea era encontrar un equilibrio entre esos tres elementos y que las imágenes pudieran desplegarse en todo su esplendor». Partiendo de la frase «una mentira es otra parte de explicar la verdad», la directora catalana va construyendo un universo creativo que se aparta de cánones al uso y compone un personalísimo trabajo, «porque a veces a través de una ficción puede expresarse mejor una verdad que con un documental que precisamente pretende contar esa misma verdad».

Finalmente, preguntada por proyectos futuros, adelanta a este diario que le gustaría empezar una trabajo de ficción en breve, porque en los últimos dos años ha estado trabajando en diversos encargos:«A mediados de año me gustaría empezar con este proyecto, no partiendo tanto del hecho, sino de lo que me apetece contar, para mí el objetivo es buscar y en esa búsqueda está al final la construcción de la película y lo que más me atrae».