Editorial

La sentencia de la pieza política de los ERE dificulta aún más las negociaciones

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Seis años de prisión para Griñán y nueve de inhabilitación especial para Chaves, más las penas para otros diecisiete altos cargos de los veintiún imputados, llegan en el peor momento para Ferraz y Moncloa. Y por mucho que Ábalos quiera separar la sentencia de la pieza política del caso de los ERE del actual Partido Socialista, es evidente que le salpica y que viene a sumar dificultades donde ya había bastantes para formar el Gobierno de coalición con Podemos. 

Una década de Ejecutivo socialista andaluz queda en entredicho y pasará a la historia como ejemplo de lo que no se debe hacer en política, que no es otra cosa que jugar con las cosas de comer en beneficio propio. Malversación y prevaricación son los delitos que la Audiencia de Sevilla considera probados, ambos en el caso de Griñán y solo el segundo respecto a su antecesor. Por esos dos delitos son también condenados los exconsejeros de Empleo Fernández y Viera, al igual que los exconsejeros de Innovación, Francisco Vallejo, y Hacienda, Carmen Martínez, además de varios exdirectores. Gaspar Zarrías y Magdalena Álvarez, que estuvieron al frente de Presidencia y Economía, respectivamente, solo son condenados por prevaricación. 

Delitos los de prevaricación y malversación lo suficientemente graves como para cuestionar una acción de gobierno en la que el clientelismo se colocó por encima del interés general, llevando a cabo un reparto fraudulento de fondos y ayudas públicas, de forma que solo llegaran a aquellos que a los condenados les interesaba tener contentos. Así, desde luego, no se pueden hacer las cosas y la sentencia lo deja patente.

Las reacciones no se hicieron ayer esperar. Desde Génova Pablo Casado pidió a Sánchez que asuma responsabilidades, de igual modo que el ahora presidente en funciones y el PSOE exigieron en su día a Mariano Rajoy por la sentencia de la trama Gürtel, pero con mayor motivo, a su juicio, porque estamos ante «el mayor caso de corrupción de la Historia de España». El presidente andaluz, el también popular Juanma Moreno, se apresuró a afirmar que los tiempos corruptos de Chaves y Griñán se han acabado en la Junta. Pablo Iglesias, tras su acuerdo con Sánchez, se ocupó de asegurar que el país ha cambiado y que ya no sufre los males del bipartidismo. El dimitido Rivera volvió a hablar para preguntar si Sánchez va a dimitir tras la sentencia. Vox echó mano del populismo de trazo grueso metiendo a todo el socialismo en el mismo saco, el de gastarse el dinero en drogas y burdeles, mientras deja al pueblo en la miseria.

Y desde el PSOE se escucharon voces que subrayan que no es lo mismo equivocarse y actuar mal que meter la mano en la caja. Pero, aunque Griñán y Chaves no se hayan enriquecido con los ERE, han dejado en tan mal lugar sus respectivas presidencias que al PSOE le va a costar levantar cabeza. Y más levantar un gobierno.