Los secretos se escriben con sangre

Ramiro González
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La miniserie 'Todos mienten', de Pau Freixas, atrapa inmediatamente al espectador con una trama muy lograda y una crítica ácida de la hipocresía que a menudo se ve en la sociedad

La plataforma Movistar + sigue elevando su apuesta por los contenidos propios, contratando a directores y creadores de talento con sello propio. Buena muestra de esto son las series Libertad, de Enrique Urbizu, o Arde Madrid, de Paco León. Ahora le llega el turno a Pau Freixas, que tiene una propuesta atractiva y que entusiasmará a los seguidores de productos de intriga y trapos sucios como Big little lies. La miniserie se titula Todos mienten, y desde luego su contenido responde perfectamente al título de la ficción.

Todos los hechos transcurren en Belmonte, una urbanización de lujo que está localizada en un lugar indeterminado de la geografía española. Las personas que viven en este lugar son burgueses, gente con buenos empleos, con un nivel económico tirando a alto, y que tienen otra cosa en común no menos importante: todos tienen secretos que pronto irán saliendo a la luz. Porque una buena mañana en la que todo apuntaba a que iba a ser un día fenomenal, en redes sociales se divulga un vídeo de alto contenido sexual. En esa grabación se observa a Macarena (Irene Arcos) manteniendo sexo con Iván (Lucas Nabor), su alumno estrella, que tiene un futuro prometedor como escritor. Pronto, la locura comienza a apoderarse de los habitantes de esta burbuja elitista, hasta desembocar en un brutal derramamiento de sangre.

La referencia hacia la famosa Big little lies de HBO realizada en el primer párrafo no es baladí. Porque, de hecho, la estética de la serie y su esquema narrativo recuerdan bastante a la ficción de culto de Nicole Kidman. Narrada en dos tiempos, partiendo desde el hallazgo del cadáver en el presente, la cámara de Pau Freixas nos lleva a pocos días previos al crimen, cuando se produce el estallido de ese conflicto en el que los personajes comienzan a retratarse. Macarena evidentemente ha faltado a varios códigos éticos y morales. Pero los personajes secundarios que rodean a la protagonista, tienen también mucho que ocultar, quizás más que ella, como, por ejemplo, su amiga Yolanda (Eva Santolaria), que mientras escucha el relato de los acontecimientos se encuentra dividida entre el linchamiento mediático a Macarena, y al mismo tiempo el morbo que la produce el pensar lo que su amiga ha hecho. Porque sin duda, todas las mujeres que salen aquí, tienen en común (y se refleja de forma sutil) esa frustración de unas vidas puramente materiales y carentes de lo más necesario, como el amor, la comprensión, la amistad.

Todos mienten compone un fresco bastante desagradable de esa doble moral imperante en algunos círculos sociales, y cada capítulo contiene numerosos giros de guion que los dotan de emoción, de ganas de saber más. Los episodios duran aproximadamente una hora, y se ven en un suspiro.

Muchos se quedarán en la pura anécdota del romance prohibido, pero lo que hace que esta serie sea interesante es precisamente el fondo de la misma: la articulación de la trama centrada en ese aspecto de la hipocresía que es cada vez más común en la sociedad actual. Una sociedad carente de valores y de referentes donde se confunden el amor y el deseo, porque todo está absolutamente desvirtuado.

Y a este fondo tan estimulante se le añade una buena puesta en escena, con grandes actores secundarios como Leonardo Sbaraglia, Natalia Verbeke o Ernesto Alterio, que traen personajes con numerosas dobleces y matices. En definitiva, Todos mienten es un gran producto para el entretenimiento y la adrenalina.

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