Desde Tribaldos a la región

Leo Cortijo
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Ana Isabel, uno de los rostros más conocidos de la televisión regional, cuenta las noticias con nobleza, cercanía y credibilidad; cualidades que emanan de un buen corazón tribaldeño.

Desde Tribaldos a la región - Foto: Reyes Martínez

Aunque barajó dos opciones hasta el último momento, periodista o piloto de avión, se decantó por la primera «sin dudarlo ni un segundo». En realidad, lo de maniobrar con los mandos de una aeronave le gustaba porque a veces cogía el tractor de su padre cuando era niña... Ana Isabel mordió la manzana de la maravillosa profesión que es el periodismo en el preciso instante en que en casa se veía el telediario que presentaba Rosa María Mateo. «Yo quiero ser como ella y dar las noticias en la tele», explica recordando su infancia en el pequeño pueblo conquense de Tribaldos. Allí nació, allí se crió y allí vuelve muy a menudo esta catedralicia compañera de la información. Su padre, agricultor, ayudó a fomentar en ella el interés «por estar al tanto de todo lo que sucedía a nuestro alrededor, y más por las noticias que nos afectaban».

Y así, aquella infancia apacible, tranquila y de infinidad de juegos en las calles del pueblo, comenzó a gubiar en Ana Isabel un espíritu noble, cercano y creíble. Los mismos tres pilares en los que sustenta su forma de contar las noticias cada mañana en la televisión pública de la región. Unos cimientos en los que además de sus padres, también sumó esfuerzos el bueno de don Ángel, ese primer maestro, «excepcional», que tanto le enseñó. Esa sosegada vida en Tribaldos se completaba echando una mano a papá en esos inviernos de aceituna y también en los veranos de girasol. O en la parroquia, donde como en todos los pueblos hace no tanto tiempo, se cocía a fuego lento la vida social.

Pero llegó el momento de partir. Emprendió camino al foro para estudiar Periodismo en la Complutense, escuela de tantos y tantos periodistas castellano-manchegos emigrados hasta tierras capitalinas. Y en Madrid encontró sus primeras oportunidades laborales. Los archivos de Antena 3 o Telemadrid, sin ir más lejos, pueden dar buena cuenta de ello. Hace 20 años, dentro de un equipo «jovencísimo pero con muchísima ilusión y ganas de trabajar», fue uno de los rostros visibles de la puesta en marcha de la televisión regional. «Lo que más valoro de aquel momento era la alegría con la que se recibió entre los castellano-manchegos su televisión», comenta, y es que, «fue una forma de hacer región y de adquirir identidad».

En el ente público ha cincelado una carrera sin mácula y basada en el buen hacer. Ha lidiado en todas las ediciones y ahora brilla con luz propia en un formato matinal de actualidad y entrevistas. Para ella es un «aliciente» sentir la responsabilidad de informar a aquellos que justo después de verla se van a trabajar, a estudiar o a seguir con sus quehaceres. Aunque en esa labor no está sola, hay un grupo humano «muy bien ensamblado» que comienza a trabajar en la tarde-noche del día anterior y sigue de madrugada para que a las ocho de la mañana, con británica puntualidad, Ana Isabel salude a todos los telespectadores. El plus de esta profesión, lo que muchas veces te mantiene en alerta, es que «no hay dos días iguales». Se puede informar de todo y de mil maneras posibles... Aunque eso sí, esta conquense de corazón derrocha más pasión cuando el protagonista de la noticia es algún pueblo de Cuenca. Y es que la tierra tira. Y mucho. Un corazón que late en clave tribaldeña y que derrocha amor, como cuando contó el adiós de su amiga Fátima, la primera persona a la que se aplicó la eutanasia en Castilla-La Mancha. Una historia contada con tanto tacto como profesionalidad. La mezcla perfecta. Y es que ya lo dijo Kapuscinski, para ser buen periodista hay que ser buena persona... Eres muy grande, compañera.