El triunfo de la paz, la unión y la libertad

Marco Antonio de la Ossa
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Éxito con mayúsculas en el estreno de la ópera 'La caja de luz' de Manuel Millán y Gustavo Villalba en la Fundación Antonio Pérez deCuenca

El estreno de 'La caja de luz' en la FAP fue un éxito - Foto: La Circular

Por diferentes motivos, la puesta de largo de La Caja de Luz del pasado sábado en la Fundación Antonio Pérez se puede calificar como un hito musical en la historia de Cuenca. Además de subrayar el primer estreno de una ópera en la ciudad, debemos remarcar los más de cinco minutos de ovación con los que las cerca de 120 personas que agotaron con premura las invitaciones puestas a disposición de los interesados premiaron a todos los protagonistas.

También es relevante el hecho de que la partitura y el libreto sean obra de dos conquenses, el compositor Manuel Millán y el escritor Gustavo Villalba. De la misma forma, el elenco de cantantes e instrumentistas encargados de trasladarla al sonido estuvo integrado de forma mayoritaria por músicos profesionales nacidos o que trabajan en Cuenca.

Pero, más tras lo visto-oído, debemos dejar claro que La Caja de Luz  no es un producto localista, sino una ópera de cámara hecha en y desde Cuenca que puede, por sus virtudes, ser programada y disfrutada en cualquier escenario. En la propuesta, de una hora y veinte minutos de duración, destaca el carácter dramático, intenso y emocional de una envolvente, expresiva, intensa, minuciosa y detallista partitura, plena en calidad, que fluctúa entre la tonalidad y la atonalidad. El apartado musical se funde y complementa a la perfección con una trama atemporal, reflexiva, simbólica y filosófica en la que tienen cabida referencias a los peligros derivados de la idolatría, el fanatismo, el totalitarismo y el ansia de poder con otras relativas a la necesidad de entendimiento, alianza, respeto y comprensión entre civilizaciones, credos, etnias e ideas.

Bajo la dirección musical de Ignacio Yepes, la dirección de escena de Gustavo Villalba y la iluminación de Kira Argounova, el elenco vocal combinó juventud y veteranía y estuvo integrado por el destacado y concentrado barítono Carlos Lozano como Nepomuceno, el elegante y expresivo tenor Eduardo Ladrón de Guevara (el Acólito), la soprano Carla Ortega en el papel de Yael, sobresaliente en calidez, manejo de matices y registro, la también soprano Alicia Sánchez como Gloria y la mezzosprano Amparo Zafra en el papel de Fátima. Sin duda, ambas también realizaron una fantástica labor.

Lo mismo podemos señalar de la excelente y dinámica agrupación instrumental, también dispuesta en escena, integrada por Ruth Olmedilla y Alfonso Moreira (violines), Patricia Alcocer (viola), Miriam Olmedilla (violoncello), Jorge Contreras (clarinete), Ramón Torijano (percusión) y Alba Herráiz (piano).

En conjunto, lograron adaptarse y explotar al máximo el bellísimo pero reducido espacio que tenían a su disposición. En buena parte, lo compartieron con la exposición Manuel Millares (cincuenta años después) con la que se conmemora medio siglo del fallecimiento del artista canario en una combinación no muy habitual, pero de notorio interés. También es oportuno alabar el trabajo de la ya citada Fundación Antonio Pérez, ya que continúa mostrándose como un centro cultural y artístico abierto e interdisciplinar regido por una dirección y un equipo implicado y profesional. En suma, evidencian que la inversión en cultura es necesaria y da sus frutos.

Sin duda, muchos más detalles podríamos señalar e indicar acerca de esta composición y su puesta en escena. Quizá lo más oportuno fuera que la propuesta pudiera representase nuevamente en un espacio ideado para albergar óperas. En él, se podría con facilidad ampliar las evoluciones e interrelación de los personajes, optimizar proyecciones e iluminación y garantizar la visibilidad del desarrollo de la trama en todo momento. Al mismo tiempo, un mayor número de espectadores podría disfrutar de su puesta en escena, extraer sus propias conclusiones y valorar el trabajo y esfuerzo realizado. 

Sea como fuere, lo realmente relevante es que La Caja de Luz y todos sus protagonistas, con Manuel Millán y Gustavo Villalba a la cabeza, evidenciaron el triunfo de la unión en un canto a la paz y a la libertad.