"En cine es más fácil hablar de la conquista del poder político"

Juana Samanes
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Este interesante director francés apuesta por un cine comprometido que invita a la reflexión de lo que supone ejercer la actividad política municipal

El cineasta francés Thomas Kruithof (d) junto a su equipo en un photocall para 'Promesas en París' durante la 78ª Festival Internacional de Cine de Venecia - Foto: EFE/EPA/CLAUDIO ONORATI

Con tan solo dos películas, Promesas en París y Testigo, el director francés Thomas Kruithof conquista a todos aquellos que buscan películas de contenido serio. De alguna forma, sigue la estela marcada por directores estadounidenses clásicos como Alan J. Pakula (Todos los hombres del presidente) interesados en la intriga política. 

Usted apuesta en Promesas en París por un thriller político, un tipo de cine muy poco usual hoy en día.

Tenía ganas de trabajar sobre algo complejo, contar la política a nivel local porque en mi cinta hay muchos personajes, muchos intereses divergentes, y eso a veces hace que el mundo político sea difícil de describir. Cuando escribíamos el guion me di cuenta que el thriller está en la realidad. En cine es más fácil hablar de la conquista del poder político que del ejercicio diario. Mi película habla por supuesto de la ambición pero, sobre todo, de la práctica del poder.

A la vista de lo que cuenta, se ha documentado mucho. ¿Cree que hay que tener una personalidad o un carácter especial para ser político?

He conocido a mucha gente muy diferente pero que tenían luchas muy similares como alcaldes. Para mí, lo que les une no es tanto una psicología sino una energía, probablemente la del compromiso político, una profesión que requiere mucha entrega. 

En su película, la protagonista es una alcaldesa, y hace reflexionar sobre que la política local es más comprometida porque es más cercana…

Por supuesto. Mi filme está enfocado a la política local. Los alcaldes conocen a muchos ciudadanos, sus nombres, sus hijos, sus problemas, ven a muchos de ellos todos los días. Esta proximidad puede transformarse en confianza y también en agresividad. En este filme para solucionar problemas urbanísticos de sus ciudadanos tiene que conseguir recursos nacionales y esos a veces no llegan. Y por ello está entre la presión del Estado central y la de los habitantes. Es una profesión donde se nota que hay un sentimiento de soledad. En las últimas elecciones municipales francesas de 2020 más de la mitad de los primeros ediles no se presentaron por un sentimiento de impotencia. 

¿Su mensaje es simplemente de denuncia o también para que los ciudadanos razonen que es necesario hacer un cambio?

Yo hago películas para que se haga una inmersión en la realidad, en la lucha política del día a día. A mí me ha impactado la violencia social de estos barrios, pero Promesas en París de lo que habla es del compromiso político, de la complejidad de llegar a hacer algo y cambiar la vida de miles de personas que te han dado la confianza, aunque no te hayan votado. 

Ha contado al frente del reparto con una auténtica gigante de la interpretación como es Isabelle Huppert. ¿Es necesario contar con intérpretes inteligentes para sacar adelante un proyecto?

Lo que proponemos a los actores con el guion es un territorio, pero hay una zona que no se habla entre directores e intérpretes. No obstante, el cuerpo del actor, su sensibilidad, su inteligencia encuentra al personaje y no hace falta verbalizarlo. Pero es más fácil cuando estos profesionales son inteligente. El ritmo de las escenas obedece a la pauta en la que les llegan las ideas y los buenos intérpretes son los que calculan rápidamente.

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