Liderazgo en valores

María Jesús Álava
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En un entorno cada vez más exigente se necesita a personas que sepan guiar al grupo desde la generosidad y el respeto más profundo

Hoy en día, vivimos en un entorno cada vez más complicado y  cambiante; un entorno que exige líderes de verdad, líderes que pongan a las personas en el centro, que sepan escuchar, que se comprometan con su misión, que sean coherentes y generosos, que actúen con ética y trabajen desde el respeto.

Los líderes en valores no manipulan. Por el contrario, consiguen que todos se sientan partícipes y protagonistas de lo que hacen. Logran que defiendan sus opciones desde la flexibilidad y que estén abiertos a nuevos aprendizajes.

En general, muchas personas podemos ser buenas en lo que hacemos, la diferencia es que el auténtico líder no es bueno, es brillante, coherente y comprometido.

 

En el medio familiar, ¿cómo descubrimos a los auténticos líderes?

Los reconoceremos por su capacidad de influir positivamente en los demás, de facilitar el entendimiento y la buena concordia entre los distintos miembros de la familia.

El líder familiar logrará desactivar tensiones y alcanzar puntos de encuentro beneficiosos para todos.

Por el contrario, el familiar que es tirano, que actúa desde la exigencia y el autoritarismo, nunca será un líder, aunque podrá abusar de cierto poder, en función del lugar que ocupe en la familia.

 

¿Hay líderes negativos?  

Sí que hay líderes negativos, aunque no tendríamos que llamarles líderes, ya que no tienen esas cualidades positivas que hemos mencionado, pero ejercen una influencia muy negativa sobre determinadas personas.

Aquí podríamos destacar, por ejemplo, al típico líder negativo que tienen muchos jóvenes o adolescentes, que sobresale por su capacidad para transgredir las normas, que no respeta una escala mínima de valores y que incita a los miembros del grupo a cometer actos que pueden ir contra ellos mismos (consumo de determinadas sustancias) o contra el entorno (comisión de actos delictivos o cargados de agresividad).

 

¿Cómo distinguimos a los líderes de este tipo?

Los distinguimos por su falta absoluta de ética, por sus actuaciones llenas de manipulación, por sus objetivos de adoctrinamiento y de anulación de las personas que le siguen. También por su carga de agresividad y su falta de aceptación de las normas sociales y de convivencia más elementales.

El líder negativo intenta anular la voluntad de los otros, no respeta su idiosincrasia y justifica actuaciones que pueden resultar nocivas, incluso vejatorias y hasta humillantes para sus seguidores, o para sus supuestos enemigos.

 

¿Qué ejemplos tenemos de liderazgo en valores actualmente en nuestra sociedad?

Aunque no son muchos, personalmente, destacaría a dos personas que representan muy bien el liderazgo en valores.

Rafa Nadal, ejemplo increíble de humildad, de pundonor, de esfuerzo, sacrificio, capacidad de superación, de no darse nunca por vencido, ejemplo de generosidad (a través de su fundación), de ayuda a los demás y, además, posee una gran cualidad de los líderes: motiva, entusiasma, hace que nos sintamos felices y partícipes de sus éxitos. Eleva nuestra moral y nos llena de alegría.

Otra persona a la que considero una líder es Irene Villa, a quien conozco muy bien.  Es una persona que nos reconcilia con lo mejor de la vida. Pocos ejemplos de alguien a quien la vida le haya puesto más a prueba, con esa mutilación física en su preadolescencia, de ella y de su madre.  Sin duda, ejerce un gran liderazgo en valores. Ojalá tuviéramos unas cuantas Irenes más.

 

Conclusión:

Si lo pensamos, seguramente todos hemos conocido a una persona líder. Personalmente, ante las dificultades, la persona más sabia que he conocido en mi vida siempre sonreía, siempre ayudaba, siempre pasaba a la acción y te hacía creer en ti. ¡Qué gran lección!