El sector de los eventos encara una temporada prepandémica

Leo Cortijo
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Las grandes celebraciones regresan, en algunos casos, «con más fuerza» que en 2019, y es que el «efecto embudo» de los dos últimos años ha propiciado un «exceso de demanda», especialmente en las bodas.

Juan Herraiz y Verónica Almodóvar, wedding planner - Foto: Reyes Martínez

Ya son muy pocos los pasos que restan para alcanzar la ansiada orilla de la normalidad. Prácticamente, se cuentan con los dedos de una mano las limitaciones que todavía arrastramos de uno de los peores momentos de la historia reciente. Todo –o casi todo– en nuestro día a día nos recuerda ya a tiempos prepandémicos. Hay un sector muy importante en el tejido empresarial conquense que estaba esperando este momento como agua de mayo, nunca mejor dicho. Los eventos y las grandes celebraciones han remado contra viento y marea durante los dos últimos ejercicios. Si 2020 fue el año de la desolación más absoluta y 2021 el de la transición, este 2022 es el del regreso a la situación estándar. 

Bodas, bautizos y comuniones vuelven a recordar a esas grandes celebraciones y los empresarios del ramo celebran los vientos de esperanza que soplan después de todo lo vivido. Un buen ejemplo de ello es Juan Herraiz, wedding planner. Tiene claro que «hemos vuelto más fuertes incluso que en 2019». De hecho, ahora que la temporada está poco menos que empezando, «ya hemos arrancado la del año que viene porque hay gente que ya está reservando para 2023». Eso es una consecuencia del «efecto embudo» que se ha producido durante los dos últimos años, por el que muchos clientes pospusieron sus celebraciones a tiempos mejores. A muchas parejas, destaca el experto, «les ha servido para afianzar sus relaciones», y es que el confinamiento ha sido una prueba de fuego.

La empresa que Juan comanda, El día más dulce, ha pasado de encargarse de entre diez y doce bodas completas –«porque no podíamos asumir más por infraestructura»–, a sumar a éstas la coordinación de unos sesenta eventos, y es que muchos salones de la ciudad les han pedido que se encarguen de una tarea que cada vez está más al alza porque los clientes exigen infinidad de detalles para que el día luzca. Un «repunte enorme» de actividad de cara a esta temporada fruto además de que «al igual que el año pasado lo importante era celebrarlo aunque a la boda solo fueran 50 personas, este año volvemos a las bodas de 150 y 200 invitados». Juan destaca que la gente ha perdido el «miedo» que reinaba en la campaña anterior, aunque eso sí, siempre hay «excepciones», como las personas mayores o que padecen algunas enfermedades y que acuden a la cita con mascarilla y con ciertas precauciones.

Nacho Villanueva, responsable de Recreo Peral y La MoralejaNacho Villanueva, responsable de Recreo Peral y La Moraleja - Foto: Reyes Martínez

La cautela es lo que predomina todavía, según apunta Nacho Villanueva, uno de los exponentes más importantes de la ciudad cuando se habla de hostelería para grandes eventos, al analizar el comportamiento de los clientes. Y es que «la gente todavía le tiene, no sé si miedo, pero sí respeto al virus» y por eso todavía no invita –como solía ocurrir– «a 300 a una boda, 90 a la comunión o 50 al bautizo». Por eso el cliente, cuando realiza la reserva para su gran día, intenta que haya separación en las mesas o evita ubicar, por ejemplo, a los más jóvenes con los mayores. 

Sea como fuere, confirma por otra parte que este año se ha vuelto a números previos a la pandemia y que eso ha generado un exceso de demanda debido a los eventos que se quedaron en standby en 2020 y 2021. Tanto es así, comenta, que hay establecimientos que se han adaptado a las circunstancias «como han podido» y «están dando celebraciones de toda índole, cosa que no hacían antes de la pandemia, debido al exceso de bodas que se han acumulado».

El calendario de compromisos de Nacho echa humo en cualquiera de sus negocios. En el salón de celebraciones La Moraleja, sin ir más lejos, «estamos completos hasta finales de octubre, aunque es cierto que solo servimos un evento por fin de semana porque queremos un trato especial y personal». Por esa razón, añade, «estamos dando eventos en la Abadía de Jábaga para una serie de compromisos a los cuales no queríamos decirles que no». La guinda en este capítulo la pone el Recreo Peral, en el que el comedor principal ya está reservado todos los fines de semana para los próximos tres meses. Y es que Nacho no solo dirige su mira a las bodas, los bautizos y las comuniones, también destaca la importancia de otro tipo de eventos que han regresado «con mucha fuerza» tras el parón pandémico como «comidas de empresa, reuniones familiares, fiestas de jubilación, encuentros con amigos...». Y la rueda sigue, pues para 2023 tiene agendadas siete bodas, además de «muchas peticiones que ahora están estudiando».

Águeda Lucas, fotógrafaÁgueda Lucas, fotógrafa

Un día es un día. La situación económica en este momento pinta nubarrones en el horizonte, pero eso no es óbice para que el que haya decidido casarse, por ejemplo, haga grande aquello de «un día es un día...». Nacho explica que el cliente, en muchos de los casos, «ha estado esperando dos años y ese dinero que tenía reservado para ese día tan especial lo gasta, eso sí, dentro de sus posibilidades». Ahora bien, este hostelero sitúa en el centro del debate otro asunto a tener en cuenta, y es que los presupuestos que ofreció en su momento para esos eventos que tuvieron que posponerse, han quedado desfasados y, es que «en nuestro caso particular no hemos repercutido el incremento generalizado de los precios».

Aunque es cierto que cualquier celebración de este tipo es especial y que un día es un día, también es verdad que lo normal es comparar precios. Así le sucede a Juan, nuestro particular wedding planner, «porque hay un poco de todo» en este sentido, y también a Águeda Lucas, fotógrafa. Entre su lista de tareas hay mucha boda y mucha comunión, fundamentalmente. Ya la hubo en 2021, un año que le «sorprendió» para bien, donde los compromisos laborales, en lugar de concentrarse entre abril, mayo y junio, «se espaciaron hasta el mes de octubre». De cara a esta temporada –argumenta– «veo la actividad totalmente normal de un año cualquiera y se nota que la gente tiene unas ganas tremendas de celebrar y de hacerlo todos juntos». Águeda también es periodista y gestiona la comunicación de una empresa, trabajo que compagina con sus quehaceres con la cámara. Esa circunstancia le impide en muchas ocasiones admitir más carga de trabajo porque el día solo tiene 24 horas. De hecho, «entre sesiones de precomuniones y comuniones llevo varias semanas sin parar y tengo previstas hasta finales de junio e incluso julio», comenta. Además, tal y como le ocurría a sus compañeros en este sector, «para 2023 ya tengo varias bodas contratadas además de muchos presupuestos presentados», y es que la previsión en esta materia siempre es buena.

José Luis Llandres, gerente de Pequeños Sueños
José Luis Llandres, gerente de Pequeños Sueños - Foto: Reyes Martínez

De punta en blanco. A cualquier evento que se precie no se puede ir vestido de cualquier manera, y menos si eres el chaval que toma la comunión o el niño que lleva las arras al altar. Para eso está el negocio de José Luis Llandres, Pequeños sueños. Un negocio que ya ha recuperado «el 80 por ciento» del nivel que dejó justo antes del estallido vírico. «Si esta temporada la comparamos con 2021 y, sobre todo con 2020, podemos sonreír bastante, pero yo creo que la normalidad absoluta llegará justo el año que viene», apunta el empresario. Eso sí, siempre y cuando las perspectivas económicas mejoren y a la vuelta de la esquina no asome una crisis.  
La realidad es que la soga aprieta mucho menos el cuello en tanto y cuanto los eventos han regresado con un gran número de invitados, algo que, particularmente, José Luis ha notado: «No solo viene a comprar ropa el niño que hace la comunión, sino muchos de los invitados a la misma». Y eso, precisamente, es lo que les hace estar «a tope», porque otra diferencia respecto a 2021 y muestra de que hemos vuelto a ser lo que éramos es que todas las comuniones se concentran en mayo y junio.

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