Cuenca, paraíso de la espeleología

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El subsuelo conquense oculta más de 2.000 cavidades, galerías y cavernas a explorar

Cueva de la Judía, en el término de Las Valeras, que alberga la mayor sala subterránea de la provincia. - Foto: Lobetum

¿ Sabe cuantas cuevas hay en la provincia conquense? ¿Por qué la provincia se considera un paraíso para el mundo de la espeleología? El tiempo, el agua y la roca caliza se han mezclado a lo largo de los siglos para ir moldeando el subsuelo conquense. Debajo de nuestros pies hay más de 2.000 cavidades a explorar, que guardan secretos, paisajes ocultos, formaciones caprichosas labradas gota a gota, y muy pocos han podido contemplar. Las cavernas más técnicas están al alcance de especialistas, caso de la asociación conquense de espeleología Lobetum, que armados del material conveniente descienden para descubrir  desde 1978 los tesoros ocultos que guarda Cuenca.
Enrique Valero es el presidente de la Federación Castellano Manchega de Espeleología, espeleólogo cofundador de la A.E.C. Lobetum, colectivo que pretende arrojar luz y divulgar este patrimonio conquense. La mayoría de las cavidades de la provincia se encuentran en la Serranía conquense, en las zonas kársticas. Son lugares donde reina la piedra caliza, los materiales geológicos sedimentarios del Cretácico y Jurásico principalmente, que han permitido con el paso de milenios la formación de numerosas grutas y otros fenómenos de interés espeleológico (simas, sumideros, torcas, surgencias).
Valero relata que son muchas las cuevas de gran espectacularidad, aunque destaca la cueva del Tío Manolo, en Uña, el Boquerón de La Toba (la tercera en amplitud de la provincia -  5.274 metros) o la Cueva de la Judía, en Valera de Abajo, que alberga la mayor sala subterránea de Cuenca (10.000 metros cúbicos).
El espeleólogo conquense señala que la más técnica de todas es el Sumidero del Embalsador, en Santa María del Val. «Hay que pasar varios sifones y bucear», dice, y añade que la cueva cuenta con casi 6 kilómetros de longitud, la más larga de Cuenca.
Otra de las cavernas habituales entre los espeleólogos es la cercana Cueva de la Solana, ubicada en Valdecabras. La asociación exploró y fotografió cada rincón de los 5.320 metros con los que cuenta.
 
Muela de la madera. Una de las zonas con mayor cantidad de grutas se encuentra entre Las Majadas y Uña, en la Muela de la Madera, donde existen cavidades importantes como la cueva de los Moros o la cueva del Tío Daniel (Lobetum ha explorado 300 simas ya). En los nacimientos de los ríos también existen oquedades para explorar, caso de la Surgencia de Fuencaliente, en el pantano de La Toba, que está inundada por las aguas. «Se lleva un kilómetro explorado. Hemos transitado por galerías inundadas», dice el presidente de Lobetum.
La cueva digna de señalar por su espectacularidad es la denominada Sumidero de Matasnos, entre Beteta y Carrascosa de la Sierra. Un arroyo se cuela por el espectacular sumidero y atraviesa el interior de la muela kárstica para resurgir a seis kilómetros de distancia, en plena Hoz de Beteta, frente a la famosa Cueva de la Ramera (otra cueva visitable para el turismo). 
Si bien el enlace de ambas cavidades todavía no se ha realizado en la resurgencia ya se han remontado casi dos kilómetros de grandes galerías activas (con agua). En estas exploraciones, como en otras muchas, viene participando habitualmente Cecilio López Tercero, espeleólogo recientemente accidentado en una cueva de Perú.
 
Divulgación. En esa labor de divulgación, la Federación Castellano Manchega de Espeleología, ha preparado dos eventos para dar a conocer la espectacularidad de las cavernas conquenses. Una de ellas es la Cueva de la Judía, en el término municipal de Las Valeras. «Merece la pena que la gente de Cuenca conozca esa cavidad  histórica», dice el espeleólogo. Una cueva de fácil acceso, que «conocen la mayoría de los vecinos de los alrededores. Los mozos solían entrar y se marcaban el reto de llegar al lago, que es el punto final. Hay noticias de muchas exploraciones en ella, o crónicas en diarios de hace más de cien años». Esta es una de las cuevas que el colectivo ha limpiado de cuerdas, antorchas y pilas tiradas. 
Lobetum hace una llamada para que se respete el medio subterráneo. «Cualquier basura arrojada a una sima puede contaminar el agua de las fuentes cercanas». Una de las maneras de dar a conocer esta cavidad histórica es la exposición de fotos que puede visitarse en el Ayuntamiento de Barchín del Hoyo. 
Del mismo modo, durante el fin de semana, la Federación de Espeleología de Castilla la Mancha, ayudada por la Diputación Provincial de Cuenca y la Junta de Comunidades, celebró en Valdecabras las IV Jornadas de Cuevas Abiertas.  Allí, otra exposición muestra las principales cavidades del  importantísimo karst de la provincia, así como la programación de alguna visita subterránea, marchas y exploraciones.
 
La exploración continúa. Cerca de 80 conquenses espeleólogos siguen inspeccionando oquedades y cavidades por las que quizás el hombre nunca haya pisado. El espeleólogo  siente una gran emoción «al encontrar nuevas galerías, o espacios con muchas formaciones».
La exploración en el subsuelo de la provincia continúa. «Aún hay lugares por descubrir, barrancos, hoces prácticamente inéditas que conoce poca gente, prácticamente los que viven en las localidades cercanas, que esperan la llegada de aventureros para descubrir nuevos espacios subterráneos», afirma el presidente de los espeleólogos castellano-manchegos.