Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Movilizar y no desmovilizar

07/06/2022

Entre estas dos premisas se mueve la campaña electoral andaluza, movilizar a su electorado para que los datos que pregonan el estancamiento o el hundimiento no se concreten y no desmovilizar a los votantes fieles que pueden dar por hecha la victoria y sentir la tentación de quedarse en casa ante un triunfo inapelable. La izquierda trata de movilizar a sus votantes que, en efecto, están desmovilizados según todas las encuestas, para que la victoria del candidato y presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, no pase de la banda baja de los pronósticos electorales. A su favor cuenta para lograrlo el alto número de indecisos que han confirmado que irán a votar pero que no han decidido el sentido de su voto. El PP, por su parte, trata de no hacer demasiado patente su euforia para que nadie de los suyos dé el triunfo por hecho y logre sumar más que toda la izquierda y poder sacudirse la amenaza para su proyecto andaluz y nacional que supone volver a pactar otro gobierno autonómico con la ultraderecha.

Mal pintan las previsiones para el PSOE y para las otras dos formaciones a su izquierda. Los socialistas han pasado los últimos tres años y medio tratando de reformas su liderazgo interno, alejar definitivamente a Susana Díaz de la cabina de mando de la federación más numerosa del PSOE, y en forzar un reemplazo cuando ya se intuía que Juan Manuel Moreno podía convocar las elecciones de forma anticipada en cualquier momento. Si en un primer momento se resistió a ello para no hacer seguidismo de Pablo Casado y de Isabel Díaz Ayuso, la llegada de Feijóo y su "efecto" le resolvieron todas las dudas.

Si a eso se suma que a lo largo de este periodo el PSOE ha sido incapaz de inquietar a Juan Manuel Moreno, que su nuevo líder es desconocido entre una parte importante de su electorado, de que la labor de oposición al gobierno de la Junta de Andalucía ha sido meliflua y de que carece de un programa ilusionante, los deseos de Juan Espadas de que el paso del PP por el gobierno de Andalucía sea una anécdota no se van a ver cumplidos. Es más, tiene que luchar contra el voto útil que Juan Manuel Moreno pide a los socialistas más templados para evitar que Vox ente en el gobierno andaluz.

El objetivo de Juan Espadas es al menos consolidar el suelo con el que cuentan los socialistas, cifrado al menos en los 32 escaños con los que cuentan en la actualidad. Y ni aun así conseguirían que el PP no les ponga en el brete de abrir el debate de que gobierne la lista más votada y forzar a su abstención. Porque la otra parte de la izquierda es difícil que cumpla con su objetivo y revalide los diecisiete escaños con los que cuenta en la actualidad. Sus divisiones internas y los errores de bulto son dos factores desmovilizadores de gran importancia.

En sentido contrario, es el PP el que trata de que no se desmovilicen sus votantes, después de que todos los que se fueron a Ciudadanos han vuelto a la casa común de la derecha. La suma de los actuales escaños del PP -26- más los de Ciudadanos -21- es el objetivo mínimo que se han fijado los dirigentes populares de Andalucía y Madrid, y cuanto más se acerquen a los cincuenta más difícil se lo pondrán a Vox para exigir estar en el gobierno y a los socialistas para aplicar un nuevo 'no es no'.

Las encuestas sonríen al PP que ha situado la campaña donde quería y su objetivo es que VOX no alcance el número de escaños que consiguió el partido naranja. Juan Manuel Moreno y Génova temen que el PP pueda morir de éxito, que la posibilidad de una victoria fácil retraiga a sus votantes y tienen que hacer la campaña de tal forma que no se desmovilice a los suyos sin movilizar a los electores del adversario.