Miguel Romero

Miguel Romero


El Parque de San Julián revivió nuevamente la causa de su origen

18/08/2021

Cuando uno recorre los rincones de esta maravillosa ciudad te das cuenta de lo mucho bueno que atesora. Hay rincones de leyenda, callejas dormidas que siguen sintiendo el peso de la historia, placetas con solera, porque en ellas hubo y sigue habiendo, el sueño dorado de familias, infancia olvidada e infancia vivida, que ahora sigue necesitando el alegre «canto de la sirena». Pero también hay edificios que han cambiado su estampa y su función, en algún caso, mejorando y en gran mayoría, perdiendo esa seña de identidad que les hizo grandes en estampa y misión.
Sin embargo, Cuenca es una ciudad llena de ensoñaciones y ahora, de esperanza, porque eso debe ser lo único que no deberíamos de perder. Recordar el pasado es revitalizar el presente y revivir estampas de antaño puede ser un revulsivo para que optemos por mejorar los mejorable y regenerar nuestros miedos a tiempos pasados.
Y es que, para eso está San Julián, nuestro patrón, porque él es capaz de hacer modificar el intelecto del político o el sinsabor del crítico, adornando con su mitra de buen obispo, lo que un santo fue en aquellos tiempos y lo que ahora puede ser, en modernidades y globalizaciones, a veces sin demasiado sentido.
Y me trae el acto del Pregón que se llevase a cabo este pasado día 12 a las veinte horas del día, cuando el sol ha dejado descansar a un somnoliento vecindario que quiso estar presente, a pesar de pandemias y covid, porque San Julián y su Feria de Agosto bien lo merece y porque iban a concederse los afamados Premios Ciudad de Cuenca, sin olvidar que un pregonero joven, lleno de ilusión y alegría, quería ofrecer un momento especial en su vida, cabalgando entre palabras mientras el fogón de esa cocina que su corazón encierra, le iría marcando las pautas de su estudiada redacción para ofrecer un Pregón festivo, dicharachero, alegre e ilusionante.
El cocinero, finalista de Masterchef, Fran «el de Cuenca» como le gusta llamarse, aunque de nombre completo Francisco Martínez, hizo un pregón en el que quiso aglutinar los productos y platos de nuestra tierra, esos que ha hecho universales «la cocina de la abuela», no sin antes, la familia del pintor Miguel Ángel Moset, el grupo de Rastreadores del Hospital de Cuenca -Vigilancia Epidemiológica del Área de Salud de Cuenca- y el ciclista Ignacio López Caniego, recogieran sus merecidos Premios Ciudad de Cuenca.
Este emblemático parque de nuestra ciudad patrimonial, construido en el año 1915, sobre unas huertas del río Huécar, y que llamado primeramente parque Canalejas, en honor del político español, tiene suficiente entidad histórica y tradicional para seguir albergando con ilusión, palabras y música, en ese templete donde estuviera la primera Biblioteca Pública de la ciudad, donde tantas veces de celebró «la fiesta del Árbol» y que ahora, con la música de la afamada Banda Municipal de Cuenca sigue haciendo sonar sus numerosos instrumentos bajo la batuta del incansable maestro Aguilar y donde bustos en bronce, del gran artista Marco Pérez, decoraban sus calles y arboledas, en esa ensoñación que Lucas Aguirre o doña Gregoria de Cuba y Clemente tuvieron en tiempos de principios y mediados del siglo XX.