La resistencia

Leo Cortijo
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Cada mañana, haya las circunstancias que haya, alzan la persiana de su comercio bajo la receta de la constancia, el sacrificio y el trabajo para hacer frente a las grandes superficies y a las multinacionales del comercio electrónico

Francisco José Heras - Foto: Reyes Martínez

Cada mañana, de lunes a viernes –y la mayoría también los sábados–, alzan la persiana de su comercio con las pilas cargadas, repletos de ilusiones y con la mente puesta en «salvar» el día sea como sea. Llueva, truene o nieve. Tengan un resfriado o les duela mucho la cabeza. La única receta posible para afrontar con éxito esa empresa es la de la constancia, el sacrificio y el trabajo. Sobre todo eso, muchísimo trabajo. Ellos son la resistencia... Ellos son unos (valientes) pequeños quijotes que, día a día, luchan contra molinos gigantes a los que es muy difícil hacer claudicar, empezando por las grandes superficies y terminando por las multinacionales del comercio electrónico. Lo dicho, David contra Goliat.

Los tiempos han cambiado y el comercio, para sobrevivir en esa batalla desigual, se tiene que adaptar a las circunstancias a pasos acelerados y con las armas de las que dispone. Unos y otros, en la medida que han podido, lo han hecho. Esa es la única forma de plantar cara a los gigantes de los que hablábamos antes. Ahora bien, no toda la responsabilidad tiene que caer sobre ellos. Los clientes y, sobre todo, las administraciones tienen que ser conscientes de que el comercio tradicional, «el de siempre», es el que da vida al núcleo urbano de las ciudades. Y esto es, precisamente, lo que estos ‘resistentes’ comerciantes reclaman para que cada día puedan seguir alzando la persiana.

 

Iván LópezIván López - Foto: Reyes Martínez

Francisco José Heras/Librería Evangelio.

Dentro de la infinidad de ramas que engloba el comercio, el sector de las librerías es uno de los que más está notando la incidencia de la venta online y los nuevos hábitos de consumo de los lectores, especialmente de los jóvenes, «cada vez más acostumbrados a las pantallas». Contra ese temporal marítimo en contra navega Francisco José Heras en su señera, histórica e inconfundible Librería Evangelio. Este veterano comerciante sabe perfectamente que «todo está cambiando y el comercio no es ajeno a ello», y que en esa tesitura «no se trata de sobrevivir, sino de intentar continuar», haciendo eso sí «un mayor esfuerzo que antes». Uno de sus principales baluartes para defender el castillo es el trato «personalizado al máximo» con el cliente. Un pilar «fundamental» en el comercio de proximidad, asevera. «En este tipo de establecimientos ves con la gente que tratas, escuchas sus problemas, dudas o sugerencias y los intentas solucionar por todos los medios, entendemos todo lo que nos digan, vivimos con ellos su día a día... y eso no te lo ofrece, para nada, algo virtual», apunta con vehemencia.

La suya es una librería pequeña, y las estanterías permiten guardar lo que permiten, pero aún así Francisco José intenta estar «actualizado» con las últimas novedades tanto de narrativa como de literatura infantil. Es más, defiende con orgullo que planta cara al gran gigante del comercio electrónico a través de un sistema que le mantiene en línea con muchas distribuidoras y que le permite tener cualquier libro «en 24 horas o, como mucho, en 48». Se trata de entrar en «el mismo juego», pero con otras armas.

Elena CañamaresElena Cañamares - Foto: Reyes Martínez

 

Elena Cañamares/Calzados Valeca.

Elena Cañamares es una de las responsables de Calzados Valeca, uno de los negocios más longevos del centro de la ciudad. En su haber, más de un cuarto de siglo despachando zapatos de todo tipo. Esa trayectoria la convierte en una voz autorizada a la hora de hablar de la situación de los comerciantes conquenses. De esta forma, apunta y dispara al centro de la diana señalando una de las claves por las que atraviesa el núcleo urbano de Cuenca... es la pescadilla que se muerde la cola. ¿En qué sentido? En la oferta al cliente. «Esto es como una cadena, porque si aquí hay negocios hay más posibilidades de que venga más gente, si solo estás tú vendiendo...», argumenta cargada de razón. En este sentido, cree que el comercio de proximidad debe fundamentarse en dos factores. Uno, atender al cliente «cara a cara y con un servicio personalizado». Y dos, «ofrecer un buen producto y de calidad». Elena sostiene que ese es el principal «elemento diferenciador» con respecto a las grandes superficies y, sobre todo, a la venta online.

Carlos MartínezCarlos Martínez - Foto: Reyes Martínez

Por otro lado, pone el foco sobre cómo las administraciones deberían arrimar el hombro en pro de los comerciantes haciéndoles ver que son creadores de empleo. Elena, sin ir más lejos, tiene seis personas a su cargo. En lo que a esto respecta, finaliza, «deberían fomentar la contratación aliviando la carga impositiva o poniendo facilidades a la cuota de autónomo».

 

Iván López/R22.

Beatriz ForriolBeatriz Forriol - Foto: Reyes Martínez

En R22, tienda multimarca de moda, saben lo que es adaptarse a los tiempos para plantar cara a los gigantes del textil, tanto como que desde hace ocho meses se subieron al carro de la venta online. La tienda virtual «es un buen escaparate para el pequeño comercio, captando posibles clientes que no te conocen, ven tu producto desde casa y se animan a visitarte», destaca Iván López, responsable de este establecimiento. Más allá de esta interesante posibilidad, Iván tiene claro que la clave para resistir ante tanto hándicap es «adaptarse siempre a las exigencias de los clientes para satisfacer sus necesidades». Es más, recalca, «intentamos estar en la mente del consumidor para que nos siga eligiendo, pues no todo vale con tal de vender, nos gusta fidelizar y que el cliente se vaya feliz».

Asimismo, Iván lleva por bandera una «continua evolución» en su trabajo, pues el comercio es un sector muy cambiante y «reinventarte y formarte en tu negocio», aunque pueda ser una tarea compleja, es fundamental para «convertirlo en un referente». Esa formación constante es la que le ofrece el mayor número de garantías posibles para hacer frente a todas las piedras en el camino que surgen en el día a día de un comerciante, como «el precio del alquiler, la venta online, la situación económica por la que atraviesa la ciudad, la competencia en ciudades fronterizas, la poca ayuda por parte de las administraciones para incentivar el comercio local...». De hecho, argumenta, «dar vida al pequeño comercio es un trabajo de todos –administraciones, políticos, clientes y comerciantes– porque todos debemos concienciarnos de la importancia de mantener el comercio tradicional de nuestra ciudad, ya que si éste cierra el centro se desertizará con calles sin gente».

 

Beatriz Forriol/Muebles y decoración Beghi.

La visión del horizonte que se avecina de Beatriz Forriol, propietaria de Beghi, un comercio dedicado al mobiliario y la decoración del hogar, es «pesimista». Ella lo tiene meridianamente claro y es muy contundente al respecto: «El pequeño comercio tiende a la extinción». Y, además, aventura que será en menos de 20 años. Cree que no es un problema único y propio de Cuenca, sino que el asunto trasciende al ámbito nacional. Y lo dice «no porque lo crea así como así, sino porque mis proveedores son los que cierran y yo cada vez tengo menos donde comprar». De hecho, Beatriz señala directamente a la crisis estructural por la que atraviesa el sector del mueble. «A mí no me repercute la venta online, nuestro gran competidor son las grandes superficies de muebles económicos», apunta con mucho acierto. Y es que «el producto de calidad no se vende porque la gente prefiere el consumo de usar y tirar». Una forma de consumir, cierto es, que se ha generalizado y está castigando al comercio tradicional. 

Sin embargo, Beatriz seguirá portando la bandera del «producto de calidad» hasta sus últimas consecuencias. No quiere «competir» en ese mercado del mueble barato bajo ninguna circunstancia, aunque eso le obligue a reinventarse en otro sector. Fiel a su idea, hace «todo lo que puedo y más» por defender su comercio y así, por ejemplo, una parte de su clientela le llega a través de internet: «Tenemos página web y vendo bastante online y eso me anima muchísimo». Seguirá apostando por la calidad y luchará contra viento y marea sabiendo, eso sí, que «ahora mismo ganamos un sueldo para subsistir».

 

Carlos Martínez/Arreglos y bordados Entre Costuras.

Carlos Martínez lleva media vida detrás de un mostrador. Antes en negocios relacionados con el ocio y la hostelería, y ahora relativos a un sector bien distinto. Además de un comercio de la industria textil, regenta, en un mismo local del centro de la ciudad, otro de arreglos de ropa y de venta de golosinas. «Es un dos en uno», apunta. Una mezcla que al principio le generó ciertas «reticencias», pero que ahora, casi un año después, ve con agrado por el «buen resultado» obtenido. En definitiva, es diversificar la oferta lo máximo posible. «La fusión de estos dos tipos de negocio se hizo por aprovechar el local, porque era muy grande para uno solo, y está funcionando porque el uno ayuda al otro», destaca este comerciante.

Su experiencia, que es importante tenerla en cuenta, le lleva a decir que el trato humano es «lo principal en cualquier negocio», pero especialmente en el suyo de arreglos de ropa. Al final, «el cliente deposita una confianza en la trabajadora que le hace el arreglo porque son prendas que valen mucho y no todo el mundo se lo deja a cualquiera...». Este es un negocio en el que la venta online no supone ningún problema, pero sí aquellas personas que realizan el mismo trabajo sin darse de alta y sin tributar. Más claro todavía: en negro. Teniendo en cuenta todos estos factores, Carlos resume su día a día en que «es una lucha continua para mantener el negocio e ir pagando».