Piel de madera

Manu Reina
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Ana Basanta, que ostenta el título de Maestra Artesana desde octubre, no arroja la toalla en su oficio y dedica ahora gran parte de su tiempo a impartir diferentes cursos de restauración

La artesana conquense Ana Basanta simula que corta un trozo de madera - Foto: Manu Reina

La restauración de un mueble no es nada sencilla y tampoco se reduce a algo tan fácil como pintar un trozo de madera. Ni mucho menos. La técnica requiere un proceso lento y mucho conocimiento para saber qué es lo que se está haciendo en cada momento. «Me gustaría que se reconociera mucho más la profesión del artesano y que se valorara todo el esfuerzo y dedicación que hay detrás», expresa la reconocida artesana Ana Basanta. Esta conquense, que posee desde el pasado mes de octubre el título de Maestra Artesana en hasta cuatro técnicas (restauración de madera, tapicería, dorado y decoración de madera), asegura que un mueble restaurado puede aguantar hasta otros 100 años más. Siempre y cuando el proceso «se realice de forma adecuada», recalca. 

El objetivo de la restauración de un mueble es «recuperar y consolidar la estructura y devolverle su carácter original dentro de la medida en la que sea posible», detalla. No basta con coger un pincel y darle una capa de pintura. Ya que es necesario «saber la historia y las características del estilo del mueble e identificar qué madera es y los daños que tiene», especifica. También es importante conocer si está «repintado, si hay quitar la pintura, si hay que tratarlo o no de carcoma o qué tipo de barniz usar, entre muchas otras cosas», añade. Por lo tanto, es mucho más que ponerse manos a la obra un día cualquiera. Esta forma de trabajar le lleva a crear también figuras y esculturas de la materia prima que más conoce. Hasta tal punto de que recrea emblemáticas casas de Cuenca o cualquier petición del cliente. «Gusta mucho y, poco a poco, los pedidos van llegando», afirma. 

Basanta, que empezó su eterna relación con la madera en 1992 tras darse cuenta de que «podía darle una segunda oportunidad de vida a los muebles», sigue luchando en una profesión que se apaga poco a poco ante la falta de relevo generacional. También lo hace contra «la inmediatez porque es un auténtico cáncer social», y demanda que haya «más tiempo para hacer las cosas bien y no conformarse con algo rápido». La artesanía requiere paciencia porque lo importante es el resultado final. Y no vale con cualquier cosa. 

Enfermedad. La protagonista padece desde hace casi ocho años un problema de espalda que le impide remangarse para tratar la madera. En su lugar lo hace su socio, Francisco Javier García, aunque ella misma reconoce que supervisa las actuaciones que se llevan a cabo. Además, esta conquense está centrada desde hace unos años en la formación por medio de talleres ante la imposibilidad de ejercer con sus propias manos. Estas lecciones las imparte tanto en su taller de la calle Antonio Maura como en centros que así lo requieran. La Oficina de Turismo de Castilla-La Mancha en Madrid ha sido su escenario más reciente con la participación de varios grupos interesado en la materia. «Los talleres y los encargos de los clientes me permiten sacar adelante mi negocio», desvela. 

Esta profesional de la madera seguirá luchando por el oficio de sus sueños y espera que la situación en su sector mejore. Cuando ya son más de tres décadas en el quirófano de los muebles, Basanta no arroja la toalla y seguirá regalando años a esos objetos que «no podemos echar a perder porque muchos tienen un gran valor sentimental». Aunque esta decisión «siempre es del cliente», sentencia.