Existe un nuevo inmortal en el mundo: Mario Vargas Llosa. Esa es la denominación que tienen los académicos de la institución de la lengua en el país galo. Así, el escritor hispano-peruano, Nobel de Literatura de 2010, se mostró ayer «muy contento» por su ingreso en la Academia Francesa, aunque nervioso por su discurso en francés, en el que criticó las «pantomimas» de democracia como la «Rusia de Vladímir Putin» y ensalzó a Flabuert. 

«Gracias a Francia descubrí la otra cara de América Latina, los problemas comunes a todos sus países, la horrible herencia de los golpes militares y del subdesarrollo, la guerrilla y los sueños compartidos de liberación», dijo en su discurso en francés en la sede del Instituto, vestido con el traje bordado con hojas de olivo de los académicos y portando la tradicional espada.

En su alegato destacó que «fue en Francia -¡qué paradoja!- donde comencé a sentirme un escritor peruano y latinoamericano». Resaltó la influencia de la literatura francesa y, en especial, de la figura de Flaubert, en su escritura. Igualmente, abogó por la libertad y dijo que «la novela salvará la democracia o se echará a perder con ella y desaparecerá».

En esa línea, criticó la «caricatura que los países totalitarios nos venden como novelas, pero que solo existen después de haber pasado por la censura que las mutila, a fin de apuntalar de las instituciones fantasmagóricas de tales pantomimas de democracia como de las que nos da ejemplo la Rusia de Vladimir Putin».

Vargas Llosa, de 86 años, agradeció también la asistencia a la ceremonia del Rey Emérito Juan Carlos I, una figura con la que, según él, habría que tener «un poco más de comprensión y de agradecimiento», ya que de él «depende en gran parte la libertad de la que gozamos hoy en España», señaló a la salida de la ceremonia en declaraciones a los periodistas. 

El padre de Felipe VI anunció que «seguramente» vendrá pronto a España, en un breve comentario a la prensa. Juan Carlos I asistió a la ceremonia junto con la infanta Cristina, y ambos estuvieron sentados en primera fila del salón de la cúpula del Instituto de Francia, por invitación personal de Vargas Llosa.

Los inmortales se reúnen cada jueves en privado y a las 15,00 horas. Su misión es contribuir al perfeccionamiento de la lengua francesa y a actualizar el diccionario. 

«Mi esperanza es venir cada 15 días para no descuidar tampoco la Academia Española, dedicar dos semanas a la Academia Francesa y otras dos, a la española», explicó feliz el flamante miembro de la institución creada en 1635 por el cardenal Richelieu.