La brecha social de las vías del tren

Leo Cortijo
-

A juzgar por el nivel de renta, los barrios más humildes de la cuidad se sitúan por lo general a un lado del trazado ferroviario y los más pudientes, al otro.

La brecha social de las vías del tren - Foto: Elaboración propia

Cuenca vive desde hace décadas con una herida de difícil cicatrización que parte la ciudad en dos mitades. Las vías del ferrocarril dibujan una peculiar y llamativa orografía en pleno corazón urbano. Una circunstancia que prácticamente desde tiempos inmemoriales, alcaldes de muy distinto color político han intentando solucionar de todas las formas posibles. Al menos, sobre el papel, esa era la intención... La realidad es que las vías ahí siguen. De hecho, el proyecto XCuenca propuesto por el Gobierno, que tantos dimes y diretes ha generado, plantea la integración urbana de unos 220.000 metros cuadrados de suelos ferroviarios, el equivalente a 32 campos de fútbol.

En caso de que el barco llegue a buen puerto, la posible solución podría poner fin –en el mejor de los casos– a otra brecha que no solo es la física, sino también social. A un lado y a otro de las vías del tren se observa una realidad bien distinta de la ciudad si se tiene en cuenta el nivel de renta de los barrios, según los datos del INE en esta materia. Salvo el caso de Tiradores, que puede ser la excepción que confirme la regla, los vecindarios más humildes de Cuenca se sitúan por lo general a una lado de este trazado que divide la ciudad. El mejor ejemplo en este sentido es el Paseo de San Antonio, que es el menos pudiente de todos, con una renta media per cápita de 11.550 euros. En ese mismo furgón de cola se encuentran barrios tan señeros como Santa Ana y Casablanca (12.950 euros), Las Quinientas (13.650), Santa Mónica y el entorno de la plaza de toros (14.350).

Por el contrario, un vecino que viva al otro lado de las vías, aunque esa distancia apenas tarde en recorrerse un cuarto de hora, presenta unos ingresos anuales notablemente superiores. La horquilla es bastante amplia y cabalga entre los 23.450 euros del entorno del parque de Los Moralejos, que marca el techo en la ciudad, hasta los 17.150 del Museo Paleontológico, que cierra la zona noble del escalafón. Esta radiografía de la idiosincrasia conquense evidencia que los vecindarios con más recursos económicos se encuentran a este lado de las vías: Parque de San Julián, Hospital, Universidad, Plaza de España, La Fuensanta y República Argentina (22.050 euros), Hermanos Becerril (21.350), centro (19.950), Ángeles Gasset (18.850) y Casco Antiguo (17.850).

«Diferencia de clases». Unos postulados a los que se abona el alcalde, Darío Dolz, pues también habla de este fenómeno social en torno a la cicatriz que dibujan las vías ferroviarias. Tal y como explica, en un principio la estación de tren estaba fuera de la ciudad, que fue «evolucionando» y comenzó a conquistar otros territorios «saltando ciertas infraestructuras» como por ejemplo fueron las vías del tren. «A ese margen empezaron a situarse los barrios que en su mayoría albergaron a la clase obrera de la ciudad, algunos de ellos con más de 60 años de historia» –argumenta– y, más tarde, «al otro lado florecieron desarrollos urbanísticos que dieron cabida a una clase media incipiente con mayores posibilidades económicas». 

«Sin entrar a valorar si el desarrollo urbano de Cuenca ha sido coherente o no», remata, «es el que tenemos en la actualidad y es en el que hay que trabajar, pero es verdad que los terrenos de Renfe marcan una diferencia de clases sociales».