Editorial

Dos sillas vacías en la Conferencia de Presidentes

-

Torra vuelve a reinvindicar el diálogo bilateral con Moncloa, en un intento más de que Cataluña se asimile a un Estado

Con la presencia del Rey Felipe VI, Pedro Sánchez se reunirá con los presidentes de las comunidades autónomas, en la que será su Conferencia de Presidentes número 15. La irrupción de la pandemia del coronavirus motivó la convocatoria semanal de este encuentro, que desde su creación en 2004 apenas se había convocado en seis ocasiones. La herramienta se ha demostrado de utilidad, pese a que su amplia configuración encorseta mucho la participación, las propuestas y el diálogo, como han venido poniendo de manifiesto varios dirigentes autonómicos. 

No obstante, lo positivo supera en este caso los déficit que presenta la convocatoria que hoy abrirá el Rey en San Millán de la Cogolla, en La Rioja, en la primera cita presencial desde que comenzara la pandemia. En plena expansión de los rebrotes de Covid-19 hay muchas cosas que el Gobierno y las comunidades autónomas deben poner en común, para intentar fijar unas líneas similares que se vienen echando en falta en las últimas semanas. La imposición del uso obligatorio de las mascarillas, que ha ido goteando durante semanas hasta completar prácticamente todo el mapa autonómico es un buen ejemplo de que las medidas básicas deberían ser comunes y adoptarse de forma simultánea, porque el virus no entiende de fronteras territoriales.  

Éste ha de ser sin duda el tema principal de debate, máxime cuando algunos responsables autonómicos vienen demandando ese protocolo común y homologado para todos los territorios.

La financiación es otro de los asuntos que el presidente del Gobierno debe abordar con los dirigentes autonómicos, con algunos, entre los que se encuentra Castilla-La Mancha, especialmente descontentos con el reparto del llamado Fondo Covid.

El contenido de la agenda y el momento de la convocatoria enfatizan la importancia de esta Conferencia de Presidentes en la que, no obstante, habrá dos sillas vacías. Los presidentes de Cataluña y Euskadi, Quim Torra e Íñigo Urkullu, han echado mano de una estrategia harto conocida para intentar explicar su ausencia, de todo punto injustificable. «Ahora es momento de trabajar y no de hacerse fotografías», argumentaba ayer Torra que vuelve a reinvindicar el diálogo bilateral con Moncloa, en un intento más de intentar que Cataluña se asimile a un Estado. La crítica a la presencia de Felipe VI en el encuentro no deja de ser otra manida excusa para encumbrarse.  

Urkullu, por su parte, ya anunció el pasado viernes que no asistiría si no se ponía fecha a la reunión de la comisión mixta del Concierto Económico. Ambos mandatarios dejan claro que mientras los demás hablan de los problemas inaplazables ellos, una vez más, el único diálogo que entienden gira en torno a lo suyo.