Las elecciones andaluzas han sido un revulsivo para el presidente de gobierno, que se ha apresurado a tomar medidas para no volver a sufrir un resultado catastrófico.
En su transformación del partido, ha tomado decisiones relevantes, algunas de ellas incluso curiosas. Se ha dado cuenta de que la experiencia es un plus y ha llevado a primera línea parlamentaria a una figura como Patxi López -que le disputó unas primarias-, y potencia a un ministro de escaso papel pero de buena biografía, Miqel Iceta, para formar parte del núcleo de poder que va a crear en Ferraz, en donde tendrá mando en plaza otra ministra, María Jesús Montero, flamante nueva vicesecretaria general del partido.
Convierte en portavoz del partido a Pilar Pilar, de la que los sanchistas destacan su buen hacer aunque hasta ahora no se le ha visto como ministra de Educación, e integra también en el núcleo a su jefe de Gabinete Óscar López, que algunos observadores de la trastienda de Moncloa veían un poco desdibujado en los últimos tiempos. O no era cierto, o Sánchez ha decidido que merecía más juego político.
El resultado de esta operación de lanzamiento del PSOE se verá muy pronto, Sánchez no dispone de mucho tiempo, las elecciones y municipales están a la vuelta de la esquina y el declive del partido empezaba a ser crónico.
También la situación internacional obligaba a tomar decisiones de forma inmediata. En España vamos mal, y encima llegan desde fuera noticias que inciden en la percepción de que nos aguarda mucho tiempo de sufrimiento.
Las autoridades europeas han decidido que se debe reducir el consumo de gas y la vicepresidenta Ribera responde que ni hablar. España no ha sido consultada y por tanto no tiene por qué tomar unas medidas que le perjudican. Además tiene el suministro de gas garantizado. Sin embargo a nadie se le escapa que enfrentarse a Bruselas tiene consecuencias, ninguna de ellas buena. Todavía andamos a vueltas con los fondos, y cuando vemos cómo Draghi había negociado bastantes más fondos que España, y los recibe en tiempo y forma, cabe preguntarse qué está haciendo mal el gobierno para que los italianos reciban mejor trato que los españoles. Encima Draghi acaba de firmar un acuerdo con Argelia sobre el gas, que ya quisiéramos nosotros. Ceder en el asunto del Sahara tiene un precio.
La dimisión de Draghi es grave para Italia, para Europa y por tanto también para España. Con una guerra de graves las consecuencias, con Rusia anunciando ahora que ya no se conforma con invadir el Donbás y quedarse con Crimea, sino que piensa ampliar la ocupación hacia nuevos territorios. Con todo lo que eso significa.
Si a la incertidumbre actual se suma que fuera de nuestras fronteras se producen perturbaciones, el día a día se vuelve muy inquietante. Por mucho que Pedro Sánchez intente calmar las aguas con cambios profundos en su partido … y en el gobierno.