Dolz entiende las quejas y trabaja por erradicar el botellón

Leo Cortijo
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Tras el barrio del Castillo y El Sargal, el consumo de alcohol en la vía pública se traslada ahora al entorno de la calle Antonio Maura, cuyos vecinos ya han transmitido su descontento, algo que el alcalde comprende.

El entorno del aparcamiento del Serranía, donde se instala el mercadillo, es el nuevo escenario del botellón. - Foto: Reyes Martí­nez

Primero, y desde hace muchos años, fue la Plaza de España, a las mismas puertas de la Subdelegación del Gobierno. Después vino el aparcamiento del barrio del Castillo, coincidiendo con el estallido del verano. A éste siguió el entorno del polideportivo El Sargal. Y ahora el problema se ha trasladado a las inmediaciones de la calle Antonio Maura, donde se instala el mercadillo municipal. El causante de todos los males es un asunto que trae de cabeza a los políticos, a gran parte de la ciudadanía y, sobre todo, a los vecinos que lo sufren directamente. Hablamos del botellón.

En las últimas horas esta redacción ha recibido una queja vecinal en la que se daba la voz de alarma por la situación que se genera en este nuevo enclave de la ciudad, según apuntan, «de jueves a domingo». «Los vecinos no podemos descansar», argumentan en su escrito estos conquenses, «por las carreras de coches y motos en el aparcamiento y en la avenida principal, la música alta en los altavoces que llevan y el ruido de los petardos que deciden tirar a las cuatro y cinco de la mañana». Estos vecinos también se quejan de la suciedad con la que el barrio amanece al día siguiente tras cada noche de fiesta.

Según explican, han llamado en «varias ocasiones» a la Policía para que «hagan algo» al respecto y «viendo que esto no funciona» son «muchos» los vecinos que han decidido «plantar cara» y decirles que, por favor, «dejen descansar», ya que en la zona hay «personas mayores, niños y gente que se levanta muy temprano para ir a trabajar». La respuesta que han obtenido por parte de estos alborotadores –denuncian–, es «recibir insultos y reírse» de ellos. Por esa misma razón, rematan, «estamos desesperados y ya no sabemos qué hacer».

Darío Dolz les otorga la razón a los habitantes de la zona, entiende sus quejas y dice que son «más que claras y evidentes». Por eso apunta que van a trabajar «a lo largo de estas semanas» para que el botellón que ahora sufren en el entorno de Antonio Maura también desaparezca como ya lo ha hecho del barrio del Castillo o El Sargal, por ejemplo. «No nos queremos quedar con que es un mal de muchos y un consuelo de tontos», destacó el alcalde a preguntas de los periodistas, y prometió que seguirán trabajando para su «erradicación total o prácticamente total» en la ciudad.

Con todo, Dolz insistió en que es «difícil» y que no es un problema exclusivamente de Cuenca, ya que «estamos viendo que se está produciendo en otras ciudades». Además, recalca que viene de lejos, y aunque la percepción que podamos tener es que este verano se ha agravado el asunto, «no es así». Es más, es algo que se sufre desde hace «muchísimos años», que ha tenido «altibajos» y que en Cuenca está prohibido desde el año pasado.

Medios suficientes. Para trabajar en la línea de su erradicación, el regidor subrayó que van a trabajar con la ayuda de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Un guante que recogió el subdelegado del Gobierno en la provincia, Juan Rodríguez, que recordó –al estar presente en la misma rueda de prensa– que la Policía Nacional está a disposición de lo que diga la Local para apoyar en este sentido. «Siempre que nos piden ayuda, ahí estamos y hay los medios suficientes para esa ayuda», sentenció al respecto.