Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


2023: centrarse para votar

17/01/2023

Tras las tormentas políticas de las últimas décadas y las radicalizaciones electorales que aún persisten en muchos países europeos y americanos, parece que la sociedad está dispuesta a recapacitar y emitir un voto ponderado sin dejarse llevar por los extremos. La polarización no ha llevado a otra cosa que a encumbrar a radicales, a veces vestidos de populistas, pero otras no.
A Pedro Sánchez, que se dice socialdemócrata, le ha venido bien el clima de enfrentamiento pues sus amigos y apoyos se encontraban en los extremos y a falta de ideología le han ofrecido un contenido. Su salvación pasa por mantener el ambiente de crispación. Como dos no pelean si uno no quiere, y Feijóo es un adversario que usa el dato para la crítica y no las generalidades ideológicas del siglo pasado, la estrategia socialista es atribuir a la oposición el mismo ánimo camorrista y bronco que el presidente usa, para así polarizar.
El poder se empeña en subrayar un inexistente, al menos aún en la práctica, giro a la derecha del nuevo Partido Popular, que se limita a reincorporar en la nueva etapa perfiles liberales, socialdemócratas y centristas como Semper o Ayllón.
La gente más conservadora que acusaba al Partido Popular de acomplejado ya tuvo lo que anhelaba: fuerzas alternativas a la extrema derecha, y todavía nadie sabe para qué ha servido. Es evidente que el riesgo de Feijóo en el futuro próximo es el de caer en la tentación de recuperar esos sufragios arrimando su mensaje a VOX. De momento ha evitado el error (quien quiera el mensaje de VOX, que vote a esa formación).
Mi humilde opinión es que sería un enorme error abandonar el centro por varias razones: primera, los problemas que explotan y de los que sacan los votos los partidos populistas, requieren soluciones inéditas. Los extremos, como sucedió hace años con Podemos, denuncian y diagnostican los fallos a la perfección, pero no aportan soluciones contrastadas o razonables. Los partidos de gobierno deben dar las respuestas desde el realismo y el estudio concienzudo, pero no dejarse llevar por la mera consigna ni el trazo grueso.
La segunda razón es que, como cualquier período de crisis, o si se quiere la comparación con nuestras vidas, de enfermedad o de luto, lleva un tiempo de manifestación y de curación. La gente está dispuesta a votar otras opciones y eso no tiene solución a corto plazo, aunque sí lo tenga a medio y largo. Paciencia, respeto y diálogo, pues, con todos.
Y aquí va la tercera razón, derivada de las anteriores, y por las que creo que el PP debería mantener y ampliar el mensaje de moderación y centrismo que se pide en los partidos de este ámbito: los votos que se van a VOX o antes a Ciudadanos regresan en una buena medida, pero los que nunca volverán si se radicaliza el mensaje son otros tantos millones (los que se quedan en casa, o votan a veces al PSOE, o a partidos locales y regionales) que componen la mayoría social que le otorgó amplios respaldos en 2000 o 2011, y que no perdonaría los escoramientos producidos al calor de los ataques a la Constitución de los de siempre, o por reacción a las barbaridades de Sánchez. Esta parte de la ciudadanía debe de saber que hay un partido centrado en la defensa de los derechos y las libertades en el que tiene cabida la amplia, aceptada y compartida 'ideología constitucional', que integra y gobierna para todos.