«El folclore, que nos une a la tierra, siempre está ahí»

Leticia Ortiz
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Marilia, conquense de nacimiento, tocó el cielo -musical- con 20 años, pero sigue con ganas de 'colarse' en la banda sonora de nuestras vidas

«El folclore, que nos une a la tierra, siempre está ahí» - Foto: Alberto Rodrigo

Marilia se reconoce «enamorada» del Casco Antiguo de Cuenca. «Es mágico», dice mientras desgrana recuerdos de la tierra donde nació y la que confía en en volver pronto a presentar su nuevo disco, el tercero en solitario, que estará en el mercado en 2023. De momento, tenemos un adelanto, Una cueva en el invierno, una canción para celebrar la alegría de encontrar tu lugar en el mundo y que suena a las raíces, esas que Marilia tiene en Cuenca.

Una cueva en el invierno, ¿qué significa esta canción para usted?

Esta canción es la alegría y la fiesta por encontrar tu propia cueva, un lugar en el que quedarte antes de continuar caminando. Y es también una invitación a sentir, a celebrar lo que nos importa… Está conectada a la tierra, a la raíz, a la esencia del ser humano, a la necesidad de búsqueda y al deseo de encontrar. 

 

¿Cómo surge la canción?

La canción surgió mientras leía Los hijos de la tierra, de Jean Marie Auel. Esta saga cuenta la historia de una niña sapiens que pierde a su familia de modo muy trágico y es adoptada, con muchísimo recelo, por un clan de Neandertales. Y es precisamente esa forma que tiene la niña de avanzar a pesar de todas las dificultades lo que hizo que naciera esta canción. Al final es ese deseo de encontrar tu lugar, tu propia cueva, y, sobre todo, la alegría por encontrarla. Aunque, como ocurre en los libros, la cueva propia puede ir cambiando. Nunca sabes si al cabo de un tiempo tendrás que buscar otra. 

La música de esta canción suena a refugio también. Suena a esas raíces que antes mencionaba. ¿Es buscado ese sonido un poco folk?

Sí, exacto. Cuando queremos conectar con nosotros mismos hay algo muy elemental, muy primario, que está en nuestras raíces, en nuestras abuelas y lógicamente, también en nuestro folclore. Y eso tiene mucho que ver en cómo suena esta canción. Al final es una canción popular, porque yo escribo canción popular (risas), y está conectada con el folclore de una manera natural. También hay ciertas reminiscencias de sonidos tribales, celtas… Porque todo tiene que ver con la búsqueda de la raíz, pero también con la alegría. 

¿Hay un nuevo boom de ese folclore que teníamos un poco olvidado?

No sé si es un boom, pero es cierto que estamos en un momento en la música en el que hay mucha fusión, muchas mezclas, y no sabemos que los sonidos tienen el origen en esas raíces. Creo, además, que el folclore, el que nos une a la tierra, siempre está, aunque no lo recordemos o suene muy distinto. Además, hay artistas que sentimos ese pulso de volver a esas raíces. No creo que sea un movimiento o un boom, sino que somos artistas que coincidimos en recordar de dónde venimos. Me parece muy bello que a la vez que se está experimentando con los sonidos también se vuelva a las raíces.

La canción se presentó en el Museo Nacional de Antropología. ¿Qué supuso para usted actuar en ese lugar?

Yo tenía muy claro cuando escribí la canción que quería que sonase en un lugar así. Y de manera natural surgió hacer la propuesta al Museo Nacional de Antropología, que tiene un grupo humano fantástico. Ellos lo vieron posible y tuve la suerte y el honor de presentar la canción allí. Lo veo también como una señal porque la presentación tuvo lugar en la Sala de Religiones Orientales y estábamos rodeados de deidades y de símbolos de protección, de amor, de creatividad… Fue una experiencia maravillosa.. Que ocurriera también tiene que ver con esa búsqueda del camino por el que podemos ir. 

Esta canción es solo un adelanto del nuevo disco. ¿Qué nos vamos a encontrar en ese trabajo?

Este disco, y la propia canción, nace de un proceso con muchos pasos. Primero el casi, casi rendirme. Cuando dices 'uy, podría mandarlo todo a freír espárragos'. Pero decides que no. Ahí nació una canción, Casi me rindo, que está en otro disco pero inició el camino que me ha llevado hasta Una cueva en el invierno. Pero no es la única canción que me marcó el camino. Hay otra clave, Mi dragón. Esa canción es el símbolo de la fuerza que todos llevamos dentro, pero que a veces olvidamos. Esa fuerza interior es la que ha marcado el comienzo de la andadura de este disco. Pero también está Un ángel en mi habitación que nació como un abrazo. Estas dos canciones van a estar incluidas también en este disco que va a estar marcado por la búsqueda de la libertad, pero también por la celebración, por la necesidad de valorar las cosas pequeñas... Eso con distintas pinceladas musicales, por decirlo de alguna manera, estará presente en el nuevo disco.

¿Esa búsqueda de libertad surge ahora? ¿Tiene algo que ver con ese pasado exitoso en la música? 

¡No, no! Yo creo que la búsqueda de libertad es algo que está en todos los seres humanos. Es un tema recurrente, de hecho, en las artes. Se ha hablado de ello en la poesía, en la pintura, en la música… Todos buscamos sentirnos libres en lo que hacemos. Personalmente es un tema que siempre me ha importado. Siempre he sido reivindicativa en mis canciones, incluso en la época que tuvimos tanto éxito, porque entiendo la música como una forma de expresión natural. Yo siento como algo natural expresar una inquietud o un deseo, o compartir una alegría a través de la música.

Además, estoy muy agradecida al camino que me ha tocado vivir porque he compuesto canciones que la gente conoce e incluso sigue cantando. Y como cantante y como autora me parece un privilegio ser escuchada. ¡Y más teniendo en cuenta que solo tenía 20 años! (risas) Viéndolo con distancia sé que no es tan sencillo alcanzar ese éxito, esa magia de que la gente te escuche. Lo considero un regalo de la vida.

¿Qué siente cuando alguien le dice, tantos años después, 'sus canciones forman parte de mi vida'?

Agradecimiento. Es lo único que te puedo decir. Yo hago canciones desde que tengo 11 años, porque encontrar ese lenguaje de la música fue una liberación. Y, aunque siempre imaginé poder compartirlas con más gente sobre un escenario… No sé… Formas un grupo -Ella Baila Sola- para tocar tus canciones y de repente tienes tantísimo éxito… Lo viví con alegría, claro, pero con el tiempo he entendido lo afortunada que fui. De hecho, con 20 años no imaginas que tus canciones vayan perdurar. Pero ahora veo que están ahí. Y eso es un regalo fantástico que como autora te reafirma, te da seguridad… 

Además, ese éxito me ha permitido sentirme siempre muy acompañada. Incluso ahora mismo siento que hay muchísima gente que, aunque me conoció por las canciones de Ella Baila Sola, está conectada también a las últimas canciones. Así que el resumen del camino vivido es que me siento agradecida y acompañada. Y eso es importante porque en el camino encuentras también cosas de la industria que no te gustan. Pero eso me ha servido para aprender, para conocerme, para ir creciendo. 

¿Cuándo la volvemos a ver presentar ese disco en casa, en Cuenca? 

Me quedé con muchas ganas de volver después de la gira aniversario del año pasado. Tuve la suerte de tocar hace unos años en el Auditorio y tengo ganas de volver. ¡Muchísimas! Es posible que el año que viene nos veamos… Sería un honor estar en Cuenca, de verdad. No te puedes imaginar la emoción de tocar estas canciones, en este momento de mi vida, en la ciudad en la que nacía. Sé que sería una experiencia, muy muy mágica.

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