Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


La que se avecina

15/09/2022

No descubrimos nada al afirmar que el ser humano del siglo XXI es una persona modal, vamos, que basa su día a día en aquello que se pone de moda. No hay nada más que ver a nuestros jóvenes comportarse con unos hábitos iguales, hablar la misma jerga e incluso vestir ropas cortadas por el mismo patrón. No es esta una situación que afecte a según qué edad. Más bien, todos nos vemos envueltos en la misma dinámica en mayor o menor medida. Una de estas "modas", consecuencia de la exagerada oferta de plataformas televisivas, es la adicción y el consumo de series televisivas. Buscamos la inmediatez del visionado compulsivo de los capítulos que componen la serie de turno, con el fin de poder compartir con amigos y compañeros las tramas, anécdotas y sucesos que nos propone. Una de las series españolas más exitosas, al menos si nos ceñimos al tiempo de emisión y a las reposiciones en las diferentes cadenas, es La que se avecina caracterizada por tirar de humor negro para ironizar sobre la dificultad de la convivencia. Debieron ser unos visionarios sus guionistas, al menos en lo que al título se refiere, ya que hoy este título está en boca de la ciudadanía aceptando que, tras un vacacional verano, es normal que suframos un otoño-invierno de los de toma pan y moja.
Como muestra vale un botón, no hay más que echar un vistazo a nuestra edición del pasado miércoles en la que vemos que Cuenca es ya la quinta provincia española con más inflación. Tirando de ironía diremos que, por una vez, estamos en el grupo de cabeza de un análisis, aunque sea una pésima noticia. Tenemos mala suerte hasta para eso. Con lo que nos gustaría a todos estar en el grupo delantero (valga el símil ciclista) de las ciudades limpias, sostenibles y, sobre todo, con futuro. Sí, ya sé que tenemos la agenda llena de proyectos, de posibilidades que llevan su tiempo, que si se alinean los astros y todo sale tal y como nos han contado quizá recuperemos la alegría y cierto esplendor pero también sé que el que vive de ilusión muere de desengaño. Nos han acostumbrado tanto a esperar, a asumir con resignación las bofetadas que te da la vida, que la conquense es una sociedad plana, con una mínima capacidad para revolverse, como un animal herido, y pelear por lo que es suyo. De hecho, aceptamos este aumento de la inflación sin mover un solo dedo (ni particulares, ni munícipes) resignándonos a aceptar lo que se avecina en estos próximos meses como algo que ya está escrito en aquellos foros que mueven y deciden nuestro mundo. Entre nosotros hablamos del próximo precio invernal del gas, de lo caro que está ahora tal o cual supermercado, nos preguntamos si hemos comprado leña para este invierno, esbozando una amarga sonrisa en la boca mientras nos encaminamos a disfrutar de las últimas fiestas veraniegas esperando que, al menos, no nos confisquen el felpudo como decía Antonio Recio.