Las claves del cartel de Semana Santa

Leo Cortijo
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El cartelista Enrique Martínez Gil defiende la naturaleza «sencilla» de su obra al mismo tiempo que valora las «lecturas más profundas» por su sobresaliente carga simbólica

Las claves del cartel de Semana Santa

«Una imagen sencilla de leer». Sobre los fundamentales cimientos de esta frase –aparentemente simple– Enrique Martínez Gil ha levantado un cartel de Semana Santa que sobresale cual rascacielos por la carga simbólica que atesora. La intención del cartelista era utilizar únicamente dos tonos y un fondo neutro, «sin artificios» que pudieran distraer del mensaje principal. El concepto más «cercano posible» a la cartelería publicitaria, pero sin menospreciar el «importante significado» de todos y cada uno de los elementos que conforman la obra, que no son pocos. Circunstancia que, según argumenta, le ha obligado a hacer un «notable trabajo de compresión», con el objetivo de que cada elemento pudiera dar lugar a varias interpretaciones. En definitiva, «jugar con elementos básicos que dieran visiones complejas y sugerentes».

Este cartel ya engrosa la valiosa nómina de obras de arte con las que Cuenca anuncia cada año su Semana Santa. Un particular paseo de la fama que comparte con rúbricas como las de Fernando Zóbel, Gustavo Torner, Pedro Mercedes, Miguel Zapata, Miguel Ángel Moset, Cruz Novillo o Antonio Saura, entre muchos otros. De hecho, reconoce que para llevar a buen puerto su embarcación, ha bebido en las fuentes de estos cuatro últimos. La «magnífica aportación al diseño y a la cartelería» de Cruz Novillo, «la abstracción» de Saura, «la fuerza expresiva» de Zapata y «los planos superpuestos y el delicado colorido» de Moset han aportado su granito de arena a la hora de «forjar» la imagen de la Pasión de este año.

Dos disciplinas capitales de la creación artística, la fotografía y la arquitectura, han jugado un papel capital en la obra. A través de ellas el artista ha entendido que era la mejor forma de «destilar» la esencia del leitmotiv existencial para muchos conquenses. La Semana Santa en Cuenca es un acontecimiento que cuenta con «tantos matices» que resulta «única», lo que supuso un gran esfuerzo a la hora de crear una pieza que «pudiera ser representativa de todos esos momentos, sentimientos, vivencias y recuerdos». Si algo ha dejado claro por activa y por pasiva Martínez Gil es que no quería que su cartel fuera «una fotografía con letras». Desde el más incipiente punto de partida, hace ya dos años, buscaba «algo más que le aportara contenido». Eso es lo que él etiqueta como «lecturas más profundas».

Todo tiene una razón de ser y de estar. Desde el Cristo «sin apellidos» con el que pretende representar «a toda una ciudad» –la imagen es la del Santísimo Cristo de la Luz–, hasta el color «amarillo oro» que predomina en el conjunto por ser tan característico de Cuenca, pasando por el «determinante peso» que desempeñan los 24 triángulos que ensamblan la obra en forma de mosaico o la referencia a los «excelentes vitrales» de la Catedral. Nada está escogido al azar. Todo tiene un porqué y ese porqué ahonda sus raíces en los más hondo del sentimiento semanasantero. «Ahí está el cartel» –remata Martínez Gil–, «ahora que cada nazareno lo interprete a su manera».

 

CLAVES DE LA OBRA

1. El Cristo «sin apellidos». Como punto de partida, el artista utiliza una fotografía en blanco y negro de un Cristo «sin apellidos» que despoja de cualquier referencia para que «pueda ser representativo de toda una ciudad». Además, es un «pequeño homenaje» al imaginero Marco Pérez, pues se trata del Cristo de la Luz.

2. Amarillo oro, «el color de Cuenca». La imagen contorneada por la luz y sobre un fondo neutro, se tiñe con una pátina del «color de Cuenca», el amarillo oro, ese amarillo de muchas de nuestras fachadas o farolas. Además, aporta la textura de los yesos fisurados de las fachadas aviejadas tan propias del Casco Antiguo.

3. Los 24 triángulos. La «suma de esfuerzos» que supone la Semana Santa queda representada por 24 triángulos, el mismo número que meses de espera. Cada uno representa una parte de la «gran familia nazarena». Todos son necesarios para entender el conjunto. Algunos se han retirado (en negro) en memoria de los hermanos fallecidos.

4. Los vitrales de la Catedral y su luz. La imagen también es un «guiño» a los «excelentes vitrales» que los artistas abstractos más representativos dejaron en nuestra Catedral, queriendo con ello indicar que la Semana Santa ha sido «la luz que nos ha iluminado en la oscuridad que hemos sufrido este tiempo».