«Entiendo y comparto el dolor de todos los nazarenos»

Leo Cortijo
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José María Yanguas se considera un «vecino más» de esta «querida» ciudad y no es para menos después de 14 años en ella. Razón suficiente para sentir al mismo nivel lo que supone para la comunidad 'semanasantera' la suspensión de las procesiones

«Entiendo y comparto el dolor de todos los nazarenos» - Foto: Reyes MartÁ­nez

Ésta será una Semana Santa muy excepcional. De eso, y por razones obvias, no cabe ninguna duda. José María Yanguas tiene muy claro que «nos obliga la conciencia responsable de hacer cuanto sea posible para cortar la expansión del coronavirus». Y eso supone, fundamentalmente, vivir la pasión, muerte y resurrección de Jesús de forma más «recogida, íntima y silenciosa».

- La excepcionalidad mayúscula de la situación lleva a vivir una Semana Santa muy atípica...

- Lamentablemente, por lo que parece, este año no sólo nos veremos privados de la habitual celebración de nuestros desfiles procesionales, con  los que decimos a todos los hombres y mujeres de Cuenca y a cuantos nos visitan: Mirad, ¡esta es nuestra fe cristiana!, ¡este es Cristo, muerto y resucitado, en quien creemos está la fuente de vida!;  no solo no podremos profesar públicamente, por las calles y plazas de nuestra ciudad, la fe en los misterios centrales de nuestro credo, sino que, además, tampoco podremos seguramente celebrarlo en el interior de nuestros templos, pues nos obliga la conciencia responsable de hacer cuanto sea posible para cortar la expansión del coronavirus.

¡Pero no podemos quedarnos sin Semana Santa!, por más que hayamos de celebrarla de modo bien distinto este año. Esa victoria no la podemos conceder al virus, que ya se nos ha llevado tanta vidas y está suponiendo tanto dolor y sacrificio. 

- Una vez suspendidas las procesiones, ¿cómo aconseja el obispo de la Diócesis a todos los cristianos vivir esta Semana de Pasión?

- Mi consejo es seguir por radio o televisión las retransmisiones de las ceremonias sagradas de estos días que, con la ausencia casi absoluta de fieles, llegarán hasta nosotros desde los distintos medios nacionales, regionales o locales. Me refiero de manera particular a las liturgias del Jueves y del Viernes Santo, las de la noche del Sábado Santo y del domingo de Pascua. Podremos asistir a ellas en nuestras casas, en recogido silencio y con espíritu de fe. Será también un buen momento para, reunidos en familia,  leer los textos de la Pasión del Señor según los distintos evangelistas: San Mateo el Domingo de Ramos y San Juan en la tarde del Viernes Santo. Podremos, en fin, acompañar a la Virgen de las Angustias en la tarde-noche del Viernes o en la mañana del Sábado Santo con el rezo del Santo Rosario en nuestras casas, todos juntos, ofreciendo el dolor de no poder llegarnos hasta su santuario para acompañarla en su luto y darle, como cada año, nuestro ‘pésame’ por la muerte de su hijo Jesús. 

- Imagino que comprende y comparte el desasosiego y el dolor que vive la Cuenca semanasantera?

- Lo entiendo y lo comparto. Son ya 14 años los que llevo en esta querida ciudad como un vecino más, como para no saber lo que la Semana Santa significa para la inmensa mayoría de los conquenses. Cuando pase el tiempo, no habrá conquense que no recuerde que en 2020 ‘no hubo Semana Santa’. Le faltó el eje principal sobre el que giraron sus días. ¡Un año desquiciado!  

- Con todo, hay que recordar que la Semana Santa no son solo procesiones. Trasciende más allá de eso…

- Es verdad. Aunque, cuando uno piensa en la Semana Santa de Cuenca, lo hace sobre todo teniendo en mente sus desfiles procesionales religiosos, no sería justo olvidar otras dimensiones de estos días, desde la artística-cultural a la familiar, sin olvidar las repercusiones económicas que tiene para la ciudad. Pero diría que, por encima de ello y por importante que sea, la Semana Santa significa para Cuenca algo así como su anual autorrealización como ciudad. Este año faltará algo a la conciencia que tiene de sí. No será ella misma. ¡Tan estrecha aparece la simbiosis entre la ciudad y su Semana Santa!

- Aquellos que está apenados y consternados, ¿dónde deberán encontrar el consuelo en este momento?

- Las actuales circunstancias facilitan sin duda entrar en el espíritu de la Semana Santa y vivirla como he dicho antes. Que vuelvan a descubrir en estos días los Misterios santos que celebramos, que pidan experimentar la alegría de la salvación, el gozo de sentirse renovados en la Sangre del Cordero sacrificado y envueltos en la luz nueva de la Resurrección. Que renueven su esperanza pensando que la muerte no es el destino inevitable de los hombres. Que contemplen que Cristo resucitado grita al mundo que la Vida es nuestro verdadero destino; que para ella hemos sido creados; que la viviremos, eternamente felices, junto a Dios, en compañía de todos los redimidos.

- Desde el Obispado, ¿cómo van a vivir los días de Semana Santa?

- Es evidente que su celebración estará condicionada por la crisis sanitaria y las medidas que en relación con ella se han tenido que adoptar. Será, seguramente, una Semana Santa más recogida, más íntima, más silenciosa, más hacia adentro de lo habitual. Pero la viviremos unidos a todos aquellos que creen en el Señor Jesús que nos ha redimido con su pasión, muerte y resurrección, pidiendo que la nueva humanidad que se alza del sepulcro con Cristo resucitado sea germen de un mundo de justicia, de amor y de paz.