Humberto del Horno

Lo fácil y lo difícil

Humberto del Horno


Bien hallados

27/01/2023

En mayo del año 98 José Vicente cubría desde Játiva y para el periódico de mi ciudad cómo seis conquenses recibíamos otros tantos premios en un concurso escolar de redacción. Fue una bonita primera baldosa amarilla en el camino que desde entonces me une a la prensa local.

En junio de 2006 César me dio las llaves de una emisora 'alegal', según él mismo la definía, y colocó en mis manos un micrófono morado para contar desde la biblioteca municipal de Chillarón las noticias de Cuenca.

En el 2008 Sofía me cambió el micrófono de color y me mandó junto a Víctor por pabellones deportivos de toda España para contar cómo el Ciudad Encantada subía a la primera categoría del balonmano español.

En años posteriores salpimenté mis primeros pasos de periodista con algún texto en una efímera publicación digital de noticias locales y en una más efímera revista mensual que me permitió colocar en portada a Miguel, ahora compañero de tribunas en el periódico que está entre las manos del lector. 'Ambición a distancia' titulé mi primer reportaje, dedicado a su labor al frente de la UNED.

Despegué entonces para, desde Madrid, llenar de tinta las páginas deportivas de un diario nacional con grapa y de voz las ondas de una radio más deportiva todavía hasta instalarme en la Ciudad Imperial para hablar, esta vez en modo agencia, de mi región.

Una docena de años más tarde este periódico abre una ventana que desde hoy promete no volver a hablar de quien la firma. Pero para un periodista conquense que creció leyendo a José Vicente, escuchando la música que pinchaba Julián y oyendo victorias desde La Fuensanta en la voz de Manuel, admirando las historias que contaba Paco, sintiendo la Semana Santa con Lucio o aprendiendo a narrar el fútbol con el ritmo de José Luis, es un privilegio ocupar este espacio.

He visto cómo Noe, Aitziber, Oriana o Mónica escribían el teletipo conquense; la forma en la que lo hacen ahora Rubén y Jesús; lo bien que narra Cuenca en las ondas Lorena y el brillo de las fotos de Lola o Reyes; cómo dirige un periódico local Carmen; o la ilusión de Leo al coger los mandos de esta nave. Y el arte de Aurora, Nuria, Almudena, Alicia o Isabel gestionando un gabinete con la misma eficacia que amor por la ciudad que les acoge.

Y con todo ello llego a este espacio, que lo será de encuentro entre mis dos pasiones: la mejor ciudad del mundo, el mejor oficio del mundo.

Bien hallados todos.