Antonio Pérez Henares

LA MAREA

Antonio Pérez Henares

Escritor y periodista. Analista político


El fascismo "antifascista"

15/04/2019

La gran periodista Oriana Fallaci, cuya contundencia y clarividencia le costó tantos disgustos por adelantarse a lo que venía y por llamar a las cosas por su nombre, dijo que había dos tipos de fascistas: los fascistas y los antifascistas. Oriana era italiana. O sea, que de fascismo sabía. Nosotros también. 
Lo que está sucediendo es España es mucho más preocupante que lo que puedan deparar las urnas, va más allá de unos resultados electorales y una votación ciudadana. Lo que está cada vez más puesto en peligro y al borde de arrumbarse es la esencia de la democracia misma. Y quienes la están perpetrando en estos momentos, a los hechos me remito, es quienes para camuflar su voladura se autoproclaman, y estupidamente algunos medios de comunicación aceptan, como antifascistas. 
Resulta que tales "antifascistas" resultan ser quienes impiden el ejercicio de la libertad, quienes atacan a la gentes cuando estas pretenden expresarse, reunirse, convencer a los demás de sus propuestas. Son quienes atacan a un puesto electoral, agreden a quienes pretenden acudir a un mitin, acorralan y zarandean a una candidata a las elecciones o, esto sucedió ya en Valladolid, cargan contra una procesión católica e insultan y amenazan a quienes en ella participan. 
En muchos casos los agresores son quienes no solo no han condenado jamás los asesinatos terroristas de ETA causantes de cerca de 900 muertos, incontables victimas y terribles agresiones contra la vida, los derechos humanos y la libertad de las personas. Otras veces los presuntos "antifascistas" son los más fanáticos nacionalistas separatistas que niegan la condición ciudadana en sus terriotrios y los derechos constitucionales a quienes osan no compartir sus postulados. Y entienden, tanto los unos como los otros, que es su "derecho" el poder amenazar, insultar, agredir, imponer, impedir y machacar cualquier otro derecho que los demas pretendan ejercer. Derechos esenciales y primegenios de la democracia: el de expresión, reunión y manifestación, que entienden son privativos y exclusivos de ellos. 
Todos los demás son, y esa es la sentencia que los degrada a la categoría de sub-personas, fascistas y por tanto carentes de ellos. 
Llevamos cierto tiempo asistiendo a tales acciones, que fueron incluso defendías con énfasis por Podemos cuando eran ellos quienes las practicaban, como el propio Pablo Iglesias contra Rosa Díaz en la Facultad de Políticas. Para disimular les llamaban escraches. Eran y son, llanamente coacciones y violencia. Ahora, rastreramente, hacen pucheros de condena cuando alguna de estos hechos ya resulta repulsivo para todo aquel que sea en verdad un demócrata. 
Pero a los señalados ha venido a unirse un elemento que no parecía posible que sucediera. El gobierno, su presidente y el PSOE permanecen silentes y en ocasiones hasta parecen justificar tales conductas. E inactivos. Y en Valladolid han dado un paso más que produce escalofríos. Al frente de los insultos a los cofrades de una procesión religiosa, algo que puede calificarse de delito de odio y que como tal lo calificarían ellos mismos si se tratara de una fe diferente a la cristiana, por ejemplo la musulmana, resultaba estar un concejal socialista mano derecha del alcalde de vallisoletano, Óscar Puente, portavoz naciponal, además, de ese partido. ¿No va a haber contra el sanción alguna?. 
No puede haber en esto equidistancia y hay que señalar con claridad meridiana quienes están siendo los agresores y quienes los agredidos. Estos últimos, en la actual campaña electoral, son siempre los mismos: de Vox, Cs y PP cuyo derecho a expresarse está siendo conculcado y con él, los principios esenciales de la democracia. Los agresores tambien son reconocibles, por mucho que se ecapuchen o camuflen y es deber de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de la Justicia que sean detenidos y procesados por estos hechos. No hacerlo hoy puede ser el germen de un mañana que da miedo.