La Covid complica el futuro de 835 cotos de caza de Cuenca

Jonatan López
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La actividad cinegética, que genera un ingreso anual de 630 millones de euros en Castilla-La Mancha, descenderá un 30 por ciento por las restricciones sanitarias según avanza la Federación regional

La Covid complica el futuro de 835 cotos de caza de Cuenca - Foto: Reyes Martínez

Empresas de restauración y hostelería, veterinarios, armerías, comercios minoristas, negocios de confección y hasta cárnicas que se dedican a transformar y procesar la caza en embutidos, principalmente, se verán afectados por la atípica temporada de caza que arrancó oficialmente el pasado 8 de octubre. Según el último análisis de la Fundación Artemisan, que engloba a varias organizaciones de ámbito cinegético e incluye a federaciones de cazadores, en todo el país está en juego la nada despreciable cifra de 5.400 millones de euros y 45.000 empleos al año. 

En Castilla-La Mancha, una de las potencias nacionales de la caza, la cifra comprometida por la situación pandémica se eleva a 630 millones de euros –el 1,7% del PIB de la región– y pone en vilo 14.000 empleos directos y 24.000 indirectos. Según la Federación de Caza de Castilla-La Mancha, las previsiones iniciales indican que las pérdidas pueden ser de al menos un 30 por ciento. «Va a ser un problema económico importante, además para aquellos sectores en los que la actividad cinegética incide», manifiesta el presidente, Agustín Rabadán, que cuenta que una empresa de catering dedicada a las monterías «ya está teniendo un descenso del 60 por ciento en los ingresos, respecto a las mismas fechas del año pasado».

En Cuenca, aunque no se conocen datos pormenorizados, supone para muchos municipios una importante fuente de ingresos y salva buena parte de la economía anual. Solo los restaurantes, bares y alojamientos rurales de muchas de estas localidades se nutren los fines de semana de desayunos y comidas o de pernoctaciones, que se organizan en torno a las diferentes modalidades cinegéticas.

Y es que los aproximadamente  830 cotos, que se ubican mayoritariamente en el sur de la provincia y en la Serranía –ocupan 1,5 millones de hectáreas de superficie–, están en vilo por las restricciones sanitarias y de desplazamiento derivadas de la pandemia de la Covid-19. Muchos de esos cazadores habituales, que proceden de Madrid o de otras comunidades autónomas, frecuentan los cotos conquenses cada año por la variedad de sus especies cinegéticas. Este año no se podrán desplazar y, consecuentemente, provocarán pérdidas cuantiosas para el entramado de negocios que viven de la caza.  Rabadán entiende que la campaña, «distinta, rara e influenciada por la pandemia», conllevará la suspensión de monterías, o de recechos de corzo que ya se vieron perjudicados en abril y durante el estado de alarma. Los empleos «van a verse reducidos. Muchos de los jornales que se dan de un día son precisamente de gente de los pueblos», manifiesta.  

Además, al sector le preocupa ahora la posibilidad de que se instaure el toque de queda puesto que a los inconvenientes se añadirá que los cazadores de otras comunidades, caso de Madrid, no puedan desplazarse para participar en las esperas nocturnas. 

«Esperamos que no, porque esa modalidad es para control de poblaciones y fue considerada en Castilla-La Mancha como actividad esencial», explica Rabadán, que añade que otro de los aspectos que les inquieta es que «muchos de los cazadores que son abonados en sociedades y que residen en otras regiones acaben por no renovar la tarjeta y esto suponga un problema económico añadido».

El presidente, recientemente reelegido para otro ciclo de cuatro años, comenta que los cazadores habituales de Bélgica, Francia, Alemania, Rusia o Estados Unidos, «que tienen muy presente los cotos de Castilla-La Mancha», han dejado de venir por «su normativa interna de restricciones de movilidad o por las cuarentenas que se establecen cuando viajas a un país. Directamente están provocando que ni siquiera se planteen venir a España. Esa plaza, que es más comercial, va a sufrir ese descenso de clientela internacional».

En este punto, el responsable de los cazadores de Castilla-La Mancha cree que «hay que exigir a las administraciones que atiendan las solicitudes de dictar una normativa que permita cazar con tranquilidad y seguridad jurídica, que no estemos siempre al arbitrio de esas entidades que lo que buscan es prohibir la caza».

En pleno estado de alarma, recuerda, «se ha revelado que la caza era necesaria» para controlar las poblaciones de conejos que se comían la viña, almendros o pistachos; de jabalíes, que arrasaban cultivos de maíz y guisantes; de cérvidos, para evitar posibles accidentes de tráfico; o el control de enfermedades como la tuberculosis, la triquina o la temida peste porcina que «si llega a España puede ser la ruina del sector. Eso lo hemos hecho los cazadores con nuestro tiempo, nuestro dinero y nuestros recursos», menciona Rabadán.

Protocolo. De entrada, el cazador ha tenido que añadir a su atuendo habitual la incómoda mascarilla y meter el gel hidroalcohólico en el zurrón. Más que en la propia actividad cinegética en sí, el peligro de contagio se cierne en torno a las relaciones sociales que se derivan de la caza. Los sorteos, el almuerzo o las juntas de carne pueden ser una trampa si no se cumplen con las medidas que ha elaborado la Consejería de Desarrollo Sostenible para el sector. 

Entre otras obligaciones, los participantes (cazadores, acompañantes, organizadores, rehaleros o personal auxiliar) deben llevar mascarilla y respetar la distancia interpersonal mínima de 1,5 metros de distancia. Además del aseo y desinfección de los utensilios de caza, uso de animales como medios auxiliares de caza (perros, hurones o aves rapaces) o lavar la ropa empleada, los organizadores deben llevar un listado con todos los participantes que incluya su contacto. Si el sorteo es en un local, no se podrá superar el 75 por ciento del aforo y en ningún caso el de 50 participantes. En actividades de caza mayor (monterías, batidas y ganchos) es obligatorio que solo haya un acompañante por puesto. Se recomienda que los sorteos se hagan al aire libre, en los desayunos y comidas las mesas no superen los 10 comensales y en la junta de carnes se evite interactuar con los trabajadores de la sala de despiece y el veterinario.