Reinas del deporte rey

Nuria Lozano
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Cristina Sanabria luchó, siendo muy joven, para dar un empujón al fútbol femenino y que tuviera mucho más protagonismo en su Cuenca natal

Reinas del deporte rey - Foto: Reyes Martínez

El año pasado supuso un antes y un después en el fútbol femenino.

La Copa Mundial de la FIFA disputada en Francia tuvo una gran repercusión mundial y fue seguida por más de un millón de espectadores.

En nuestro país, la Asociación de Futbolistas Españoles se ha comprometido a mejorar las condiciones laborales de las jugadoras y los clubes profesionales han pasado de menos de veinte a superar la treintena.

Pero para llegar a este punto, que sigue con todo muy alejado de la realidad masculina, han sido muchas las mujeres que han tenido que pelear para que en sus respectivas ciudades se las tomaran mucho más en serio.

La conquense Cristina Sanabria empezó a correr detrás de un balón «desde bien pequeñita». Recuerda que estaba deseando salir a la calle para echar algún partidillo con los amigos del barrio. En el colegio, esperaba ansiosa la hora del recreo «y cuando llovía y no podíamos salir me enfadaba mucho y me ponía casi a llorar».

Tuvo que empezar a jugar con chicos «porque no había escuelas ni equipos femeninos donde poder hacerlo». «Alguna vez escuchaba comentarios con risilla incluida en plan, mira una niña jugando, pero yo era feliz y hacía lo que más me gustaba», señala.

El primer conjunto de féminas se conformaría cuando ella era una adolescente. «Hará unos 25 años, lo inició un grupo de amigas, la mayoría de Las Quinientas y me llamaron para formar parte del mismo».

El Fútbol Femenino Torremangana competiría durante seis años en la liga regional con ese nombre. Eran muy pocas, menos todavía en los entrenamientos, «e incluso en algún partido nos presentábamos solo ocho como ocurrió una vez contra el Alcázar de San Juan».

«Yo pensaba que el fútbol femenino tenía que tener más protagonismo en esta ciudad y más oportunidades para las jóvenes que vinieran después», dice Cristina. Y no lo dudó ni un momento. Decidió dar un paso adelante por su cuenta y empujar para que el balompié de mujeres llevará también el nombre de Cuenca.

Aunque asegura que siempre encontró buena respuesta, encajar bajo palo no fue fácil. «Me decidí a ir a las oficinas del Conquense. Fui una y mil veces. Quería conseguir apoyo y que nuestro fútbol pudiera crecer creando escuelas para que las niñas se formaran desde pequeñas, cosa que yo no pude hacer».

La recompensa a su tesón llega en el año 2002 cuando consigue llegar a un acuerdo con el club. Fue una especie de fusión por la que el Torremangana pasaba a convertirse en la sección femenina del conjunto blanquinegro, con 19 fichas iniciales, Cristina como capitana y Jesús Niño como entrenador.

De aquella época, nuestra protagonista guarda las actas como un tesoro. «También los recortes del periódico que me compraba los martes, fotos, y las cartas que me mandaba la Federación de Fútbol de Castilla-La Mancha con las asambleas». Precisamente, ella fue la primera jugadora federada en Cuenca.

Hoy echa la vista atrás y dice que volvería a pasar por lo mismo. «Me da mucha alegría ver cómo las chicas desde edades tempranas pueden competir y cada vez ves más con el balón en la calle».

Circunstancias profesionales la apartaron de la competición con 25 años aunque cuando va a ver algún partido siente melancolía y le pica el gusanillo. «Aún podía haber seguido dando guerra en los campos, pero me quedo con que fueron los años más felices de mi vida».

El deporte rey también tiene sus reinas.