Editorial

Sánchez vuelve a abusar del formato de debate y Feijóo pasa al ataque

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Apenas un mes después de su primer duelo parlamentario, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se midieron ayer en otro desigual cara a cara en el Senado, cuyo formato volvió a beneficiar de forma reglamentaria y descarada al presidente del Gobierno. Tal vez tratando de escapar a las críticas ante la 'trampa', como atinó Feijóo en su queja, comparecía esta vez Sánchez para explicar sus políticas económicas y fiscales con un tono deliberadamente más suave. Y aunque en la previa era el PP quien pedía rebajar la refriega, fue el popular quien aparcó la contención que se le atribuye y buscó desde el principio el cuerpo a cuerpo, criticando sin miramientos las medidas del Gobierno en esta crisis. Pensaría Sánchez que eso le facultaba a emplear más artillería en su respuesta y volvió a golpear el cronómetro con martillo pilón, abusando otra vez del constreñido formato de debate y del desigual reparto de tiempos. Casi dos horas en el atril el primero, por menos de media hora el segundo. 

El choque en materia económica y fiscal fue de todo menos constructivo. El presidente del Gobierno volvió a autoproclamarse único defensor de la mayoría social y obvió que acumula críticas a la expansión del gasto presupuestario. Ayer mismo fue la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AiREF). Anteayer, el gobernador del Banco de España. En sus réplicas tampoco desaprovechó para comparar el modelo del PP con el frustrado intento de Liz Truss de bajar impuestos de manera masiva. Feijóo, por su parte, enmendó toda la gestión del bipartito, las previsiones erróneas de los Presupuestos y el riesgo de endeudamiento de las futuras generaciones. Y poco más, porque tampoco tuvo más tiempo. 

Al menos, este segundo asalto público disipó los temores a que encallen las negociaciones para renovar el CGPJ. Porque, aunque apenas se citó, el fantasma del bloqueo judicial marcó el debate. Ambos evitaron intencionadamente cualquier tipo de reproche que pudiese entorpecer un pacto que saben que ya no pueden dilatar más. Cada uno con una estrategia bien diferenciada: Sánchez renunciaba esta vez a las descalificaciones y ataques personales, mientras Feijóo endurecía su discurso para intentar congraciarse con los sectores de su partido que desconfían de ese pacto. 

Y menos mal que todo apunta a que cuatro años después habrá acuerdo en esa materia. Porque la habitual inexistencia de diálogo entre los dos principales partidos en un momento económico y social tan crucial para el devenir de España conduce a más hartazgo y confusión entre unos ciudadanos a los que atenaza una amenaza de recesión y una inflación que se mantiene cerca de los dos dígitos. Solo puede empobrecer aún más la vida pública en nuestro país que se traslade a partir de ahora a la Cámara Alta, tradicionalmente vilipendiada, la sucesión de eslóganes vacuos que solo sugieren intenciones electorales.