"Se ha avanzado en igualdad, pero hay que seguir vigilantes"

José Luis Enríquez
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Uno de los cinco reconocimientos del Gobierno de Castilla-La Mancha por el 8M recae en una comprometida maestra de Sisante que impulsó un innovador proyecto de educación y que dio alas a la presencia de la mujer a través de una asociación muy activa

Carmen Herraiz

El Gobierno regional reconoce hoy en Almansa, con motivo del Día Internacional de la Mujer, a una conquense que fue pionera en la igualdad desde las aulas con un proyecto basado en la coeducación y que además fundó la Asociación de Mujeres MUSA de Sisante. Se trata de Carmen Herraiz Pérez (Sisante, 1957), una maestra ya jubilada, licenciada en Filología Hispánica, que al principio no pensaba en ser docente porque «me atraían las bibliotecas». Insiste en esta entrevista en la importancia de la «labor de grupo» para avanzar en la igualdad porque «es ahí donde se encuentra la fuerza».

¿Qué supone este reconocimiento?

Es abrumador. Me entró un gran nerviosismo que al principio pensaba que no lo iba a superar pero luego, con las personas próximas que te hablan y te recuerdan momentos que convivimos, como el proyecto de coeducación o la Asociación de Mujeres de Sisante, dan recuerdos tan bonitos e intensos que ya te hace cambiar la idea y pensar. Todo ello me hace reconectar con personas que hace tiempo que igual no veía.

¿Cuál cree que es su principal mérito para este galardón? ¿Su aportación a la innovación pedagógica?

El impulso de la coeducación es un proyecto a finales de los 80 y principios de los 90 cuando todavía no estaba la Logse en marcha, cuya aplicación y desarrollo legislativo comenzó en el año 1990. En los colegios de Casas de Benítez y posteriormente en el de Vara del Rey había una posibilidad de trabajar porque eran pequeños, con claustros muy receptivos, con directoras muy comprometidas con la educación y mi propuesta cuajó con mucha fuerza. Éramos unos equipos con una potencia impresionante. Nuestra ilusión era tan grande que las propuestas al alumnado se acogían muy bien. Todavía tengo contacto con alumnas de aquella época y lo recuerdan como algo importante en su vida, y para mí también lo fue.

¿Y por la creación de la Asociación de Mujeres de Sisante?

Sí, también. Surgió simultáneamente por la misma época. Yo misma necesitan incorporarme a algo potente. Había vivido fuera de Sisante unos diez años, entre Madrid y Alicante, y al regresar a mi pueblo me parecía que se podía hacer muchas intervenciones y dar más presencia a la mujer en la vida del pueblo. Desde la Asociación de Mujeres MUSA se vivió así. Enseguida fuimos muchas, era muy participativo, teníamos actividades hacia dentro como reflexionar, debatir, leer, cafés tertulias y hacia el exterior teníamos curso de teatro, un grupo de teatro, exposiciones o salidas al Festival de Teatro de Almagro, editamos una revista… Es decir, nos pusimos las pilas de una manera impresionante.

¿Usted que ha estado tan vinculada a la docencia, hasta qué punto es necesaria la educación para alcanzar en la igualdad?

Primero hay que reflexionar. La docencia es una profesión de tanta responsabilidad con respecto a los alumnos que tienes que necesitas cuestionar lo que estás haciendo. Muchas veces somos transmisores inconscientes de unos roles sexistas que perjudican tanto a niños como a niñas. Hace poco me pasó una anécdota. Un niño de una persona conocida llegó a su casa preocupado porque le habían dado un balonazo en el recreo y había llorado. Se sentía fatal porque había llorado. Ese niño no debía sentirse tan fatal. Le produjo más trauma el hecho de llorar que el balonazo. Estos estereotipos que perjudican a unos y a otras es lo que tenemos que evitar. Ni por ser niño tiene que ser campeón y fuerte en todo momento ni por ser niña tienes que ser débil y sólo pendiente de su aspecto. 

¿Se ha avanzado en igualdad?

En estos años se ha avanzado mucho en la sociedad, la escuela, las familias, la distribución de las tareas, la presencia de las mujeres en el ámbito social, pero sigue habiendo manifestaciones que hay que estar vigilante. Y más ahora con las redes sociales y los móviles. No hay que demonizar el mundo de la tecnología, pero hay otro campo que antes no existía y que ahora hay que estar atento.

¿A lo largo de su carrera se ha encontrado más dificultades por ser mujer?

En mi profesión hay tantas mujeres que yo creo que no he sentido esa sensación. Cuando he tenido un director, pienso por ejemplo en Sisante y en unas jornadas de coeducación que había en Albacete que eran muy innovadoras, no tuve problema para ir, y si he querido al festival de Villarrobledo con los niños el director es el primero que me ha ayudado a organizar. No me he sentido discriminada en ese aspecto, en absoluto.

¿Quedan muchos techos de cristal por romper para las mujeres?

Sí. El techo de cristal sigue. Quizá se va haciendo cada vez más pequeño a medida que avanza la conciliación de la vida familiar por parte de las empresas como de los componentes de la pareja, que cada vez se va haciendo más fácil. Todo eso va a ir en beneficio de romper el techo de cristal. Pero, sí, todavía está ahí.

¿Si ahora estuviera dando clase qué recomendaría a los alumnos de Primaria, por ejemplo?

Intentaría fomentar la autoestima, la creatividad, que se sientan tranquilos y seguros. Fomentaría, sobre todo, el tener criterio porque es muy importante para evitar charcos que no quieres y que se pueden pisar en pandilla, en pareja...

Tiene pinta de ser de esas profesoras que dejan huella a sus alumnos...

Me acaba de mandar un alumno del último curso en el que estuve una foto del carnaval. Iba en una comparsa, se bajaron de la carroza al verme y se hicieron una foto conmigo. Tengo recuerdos de alumnos de todas las épocas buenísimos. Para mí, los alumnos y alumnas han sido la sal de la vida. De hecho, me pasé todo un año entero dudando de si me jubilaba o no porque sabía que la carencia del cariño que te aportan al entrar en el aula por la mañana me podía desestabilizar como persona. Me he volcado mucho, y lo mismo que te vuelcas, recibes. Es un acto de cariño. Te tienes que ganar a tu alumnado por el cariño, por las emociones. Mi trabajo ha sido emocionante.                                                                       ¿Un mundo más igualitario es posible?

No hay ninguna duda de eso. El mundo es muy grande y todos sabemos que hay desigualdades en algunas zonas más que otras. ¡Claro que un mundo igualitario es posible! Y nosotros también aquí tenemos que avanzar. Hay que decir que se ha recorrido mucho. Hay que valorarlo y saber que tenemos que continuar.