El río de la vida

J. Monreal
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Arantza Toledo Espinilla

El río de la vida - Foto: Reyes MartÁ­nez

El deporte es parte esencial en su quehacer diario, aunque no olvida ni por un momento que el futuro está a la vuelta de la esquina y las oportunidades pasan por delante, una sola vez, como el agua de los ríos en los que triunfa a bordo de su piragua.

Empezó a manejarse con soltura en la frágil canoa con tan sólo ocho años –siguiendo el ejemplo de su hermano– y desde entonces no ha parado ni un momento de avanzar en un deporte minoritario en el que los piragüistas de Cuenca destacan en todos los campeonatos a los que acuden.

Arantza estudia segundo de Enfermería y sabe compaginar la obligación con la devoción. «No sabría decir qué es lo que más me gusta pero ambas cosas las llevo paralelas y trato de sacar el mayor partido de cada una de ellas», dice la joven piragüista, quien cuenta en su haber con multitud de medallas ganadas a base de esfuerzo y dedicación.

«Dedicarte a un deporte implica disciplina y constancia. Entrenar es duro, sobre todo en invierno, pero luego todo tiene sus compensaciones, y no precisamente el hecho de ganar una medalla, sino el de saber que lo que haces potencia una serie de valores que te van a servir en tu vida», señala Arantza, segura de que el camino elegido es el correcto.

Aunque en la piragua va sola, sabe que cuenta con el apoyo de su familia ,«a la que agradezco el esfuerzo que hace, tanto en el plano personal como en el de mantener a flote –nunca mejor dicho– un club de piragüismo en el que los éxitos se consiguen a base de trabajo y de ilusión y muchas horas de viaje en los desplazamientos por toda España».

Entrena a diario, río arriba, de puente a puente, y vuelta a empezar. «Hay que saber manejarse en todo tipo de aguas, aunque parezcan tranquilas», dice Arantza, quien se mantiene a flote tanto a favor como contra corriente.

A lo largo de este año ha conseguido varios triunfos importantes, entre ellos el subcampeonato de España Sub-20 y el segundo puesto en la Copa de España de Maratón (prueba clasificatoria para el Europeo). Participará en distintas competiciones, con el objetivo de clasificarse para disputar el campeonato mundial que tendrá lugar en China en octubre.

Conserva todas y cada una de las medallas ganadas a base de esfuerzo y paladas, y no presume de los triunfos porque sabe que son pasajeros. «El momento del éxito es efímero, fugaz. Lo que importa es el camino que has recorrido hasta llegar a ese punto. Lo maravilloso del deporte, o de un viaje, no es el llegar al destino sino todo aquello que te va sucediendo mientras vas por el camino o navegas por el río», comenta la piragüista conquense, consciente de que cada día debe afrontar un nuevo reto, superar obstáculos y sobreponerse a los posibles fracasos.

Arantza se mueve en el río como si se tratara de su medio natural. «Al principio, como todo, cuesta un poco adaptarte, manejar la piragua y mantenerte a flote. Una vez que lo consigues, ya es sólo cuestión de practicar y ser tú quien maneja las palas y dirige la embarcación».

Día tras día acude a los entrenamientos, «salvo un mes al año en el que descansamos, aunque sin descuidar la preparación física porque si te descuidas luego cuesta el doble volver a retomar el ritmo», apunta la piragüista conquense.

Piensa en el triunfo pero sin obsesión por ganar. Compite contra sus rivales y contra sí misma, poniendo a prueba sus resistencia, su fortaleza de ánimo y su gran fuerza de voluntad.

«El deporte no sólo es actividad física saludable. Es una forma de vida, una motivación», dice Arantza.

Mientras da las últimas paladas del entrenamiento diario piensa en el examen que debe superar para acabar el curso. ¡Último esfuerzo y podium asegurado!