Editorial

Finlandia y Suecia aparcan su neutralidad para unirse a la OTAN

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La petición de Helsinki y Estocolmo para ingresar en la organización militar ha sido bendecida por la Unión Europea, así como por el resto de los miembros del Tratado de Washington a excepción de Turquía. El miedo ha calado profundamente en la opinión pública de los países nórdicos, especialmente en Finlandia, que comparte con Rusia más de mil kilómetros de frontera, lo que ha provocado que en apenas unas semanas los gobiernos hayan virado su histórica neutralidad hacia una adhesión que no hará sino incrementar la tensión en la zona.

¿Es preceptivo que la OTAN acelere esta adhesión? Desde su perspectiva de ir sumando apoyos en el marco bélico actual es una prioridad, no tanto para rebajar la tensión en la zona, donde Rusia no parece menguar su ímpetu sobre Kiev. Diferentes líderes se han pronunciado, incluido el presidente del Gobierno español, en favor de que los países nórdicos inicien los trámites para quedar bajo el paraguas de esta organización que, hace tan solo un año, estaba siendo cuestionada por su deficitario papel en diferentes conflictos internacionales. Este impulso podría culminarse en la Cumbre de Madrid, donde la OTAN tiene previsto plasmar sus objetivos estratégicos para los próximos años.

Lo más probable es que Putin replique con sanciones duras contra estos países, sobre todo, contra Finlandia que, hasta ahora, se había convertido en el modelo en el que podría mirarse Ucrania para una hipotética solución al conflicto: estado neutral y con apego a la Unión Europea. Esta opción, por tanto, se cierra si finalmente se aprueba su entrada en la Organización del Atlántico Norte. Pese a las amenazas, tampoco se puede comparar Finlandia con Ucrania. Rusia correría un grave riesgo de entrometerse en un país de la UE y fuertemente militarizado. Sería sobrepasar una línea que, aunque en Occidente se considere que ya la ha traspasado respecto a Kiev, Finlandia nunca ha formado parte de la URSS ni ha estado en la órbita de Moscú. Por eso no se entiende la estrategia que Washington ha marcado desde el inicio de la guerra, siempre y cuando el objetivo de la organización ha sido la defensa. Esto, en cambio, se puede interpretar como una ofensa cuando tropas de la alianza se desplieguen junto a la frontera rusa. Aunque Ankara esté jugando con su negativa a obtener intereses propios, el noruego y actual secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, haría bien en sopesar en una balanza los pros y contras de la adhesión de sus vecinos.