Belén Cortés, maestra de la costura

R.L.C.
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La modista Belén Cortés ha confeccionado a medida miles de prendas para inumerables clientas en sus más de 40 años de trayectoria.

Belén Cortés posa para ‘La Tribuna’ junto a una de sus últimas creaciones en su taller de Tarancón. - Foto: R.L.C.

De niña jugaba a hacer vestidos a sus muñecas, con trapos que le daba su madre, y su pasión por la moda le ha llevado a ser una auténtica maestra de la costura, ya con más de 40 años de trayectoria. «Para la ropa era muy guerrera y creo que eso pudo influir, a los 10 años ya quería aprender a coser, lloraba porque no me enseñaban», recuerda la taranconera Belén Cortés Navarro.  

Las escenas de mujeres haciendo labores en las casas eran habituales durante su infancia, pero ella estaba empeñada en coser, algo que no era tan habitual para las niñas de su edad, que sobretodo aprendían a bordar. Ansiosa por aprender, acudía los jueves tras el mercadillo a ver a su tía Consuelo, en el taller parroquial de don José María, o a la casa de su tía Carmen, donde su prima Rian le hacía ropa de prendas antiguas. Por fin con 11 años, al llegar el verano, empezó a aprender en el taller de Pili Gómez del Pozo, que estaba cerca del colegio Nuestra Señora de las Mercedes donde estudió. 

«Aprendí todo lo que sé gracias a ella. No era como las extra escolares de ahora, no, solo me dejaban ir en verano, estuve hasta los 14 años, que ya decidí no estudiar más, lo que quería era coser», comenta Belén, que desde los 15 años cuenta con un taller propio en el que cose  para todo tipo de público. Al principio el mejor escaparate de sus diseños era ella misma, que se confeccionaba el 90 por ciento de su ropa desde bien joven. Su estilo, con toque innovador siempre adelantado a la moda del momento, se fue extendiendo a familiares, vecinos, hasta contar con un nutrido número de clientas. «La cifra de prendas que he hecho y de clientas es innumerable, a lo largo de mi trayectoria he vestido por ejemplo a cuatro generaciones, abuela, madre, nieta y bisnietas, de familias como las Fadrique Albertos», apunta esta modista, que comenzó cuando el oficio estaba en auge y ahora es de las pocas que se dedica profesionalmente a la costura en la comarca de Tarancón. 

Y si Belén Cortés empezó utilizando a la Nancy como maniquí, haciéndole vestidos con imperdibles cuando aún no sabía coser, después pasó a tener centenares de embajadoras en la calle. También en pasarelas, gracias a la confianza que depositaron en ella para coser sus creaciones, diseñadores como los conquenses Ana del Pozo o Francisco Sáez. «Una de mis grandes musas fue Maribal del Pozo, a la que realicé durante temporadas todo el vestuario completo, de calle, eventos y ceremonias, también hice toda la colección de Nuria Loriente cuando se presentó a miss», cuenta esta modista taranconera, que obtuvo el título de corte y confección en Zaragoza en el año 84 y años después se sacó el de diseñadora. Desde su taller -desde 2019 de nuevo en la barriada de El Congo-, confiesa que lo más gratificante es la confianza que depositan las clientas en ella para vestirlas en los acontecimientos más importantes de sus vidas.

 Trajes de novia, y de novio, de madrina, de disfraces, hasta mortajas, Belén ha cosido de todo. En cada prenda logra que esté su exclusividad, que brilla con el estilo propio de cada persona, al que sabe adaptarse a la perfección. «Soy modista de las que hacen pantalones, no me ha dado miedo la tijera nunca, que es fundamental, y mi taller suele estar lleno de telas, y es que afortunadamente siempre tengo trabajo», apunta, agradecida con llevar 30 años trabajando con la casa de telas exclusiva Cadena. Aunque su oficio ha cambiado, sigue siendo prácticamente manual. Con la ayuda solo de su máquina, y una remalladora, cose sin patrones, directamente sobre la tela, disfruta con todo el proceso, especialmente es toda una experta en el arte del entallaje, pues moldea la prenda al cuerpo a la par que al estilo de cada clienta. «Cuando empecé a ir de compras miraba las prendas siempre por dentro, para ver cómo estaban hechas, me ha gustado siempre ir de escaparates, ver revistas...», afirma Belén, que no es amiga de reproducir modelos tal cual, pero que si se lo demandan, como viene ocurriendo desde que existen las redes sociales, lo hace. Y si los años 80-90 fueron un auténtico boom en la moda, después llegó el auge de los arreglos y el reciclaje a raíz de la crisis del 2008, y ahora está viviendo un época postpandemia en la que no para de tener encargos para bodas, bautizos y todo tipo de ansiadas celebraciones. 

La costura es su vida, «es lo que he hecho siempre», y mientras tenga salud así seguirá siendo. Es todo un sueño de niña cumplido con el que hace feliz a cada una de las personas que viste, en las que deja parte de su esencia como creadora de moda. 

ARCHIVADO EN: Tarancón, Zaragoza