Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


El niño a los 40

06/05/2021

El niño humano, a los 40 años, vuelve a moverse con cierta torpeza. ¿Recuerdan los primeros pasos de su hijo, de su sobrino, del niño ése del meme que se da la vuelta porque algo de asusta? El niño de 40 regresa a esos movimientos donde las rodillas parecen a punto de doblarse, pero todavía se mantiene erguido porque el orgullo y la experiencia pesan más que mil millones de zancadas, algún que otro esguince, fisuras, fracturas, distensiones y roturas fibrilares. A los 40, el niño sigue en pie y motivado a pesar de que sus compañeros de juego y sus rivales se mueven muy rápido. Lo que él hacía con veinte-veinticinco, en pocas palabras, pero ahora le cuesta más. Ni siquiera llega muchas veces, así que tiene que medir cada pasito porque ahora ya no le alcanza para medirse a gente que da cuatro pasos mientras él sólo puede dar tres, así que tiene dos soluciones: o engancha la pelota, se 'pica', detiene el juego y grita a todos «¡No vale correr tanto!» (si algo le ha enseñado el paso del tiempo es que nadie le va a hacer caso a pesar de que sea el más veterano en la cancha) o aprende a colocarse mejor para igualarse al enemigo. El niño de 40 años es niño porque disfruta como el primer día.

Es imposible no amar el baloncesto y sentir una punzadita cada vez que Pau Gasol, regateando al tiempo y a sus propias limitaciones físicas, se mide a otros 'niños' más rápidos, más ágiles, más fuertes… y les caza un rebote ofensivo, les sorprende en un uno contra uno o les planta un tapón (tres colocó ante el Zenit). Y ahora, 21 años después de jugar su primera 'Final Four', buscará un título que el Barça no logra desde 2010 en la antesala de sus deseados Juegos Olímpicos.

En la gran elite el deporte, ese primerísimo primer nivel, es imposible mantenerte competitivo y activo a los 40 años si no mantienes vivo al niño interior que todavía se divierte jugando.