Residencias universitarias: bajo la lupa

Leo Cortijo
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El ambiente universitario y la vida en las residencias de estudiantes se encuentran en el ojo del huracán de la segunda oleada de coronavirus. Todos ponen el foco en el comportamiento de los jóvenes

Residencias universitarias: bajo la lupa - Foto: Reyes Martí­nez

El ambiente universitario está en el ojo del huracán de la segunda ola de coronavirus. Los brotes que en las últimas semanas se han producido en Granada, Valencia o Salamanca, por ejemplo, obligan a poner la lupa en el comportamiento de los estudiantes. Esta misma semana, los ministros de Sanidad y Universidades, Salvador Illa y Manuel Castells, respectivamente, mantuvieron una reunión con sus homólogos de los gobiernos autonómicos para reforzar las acciones y dotar de un marco que pueda servir de referencia a todas las administraciones para sus respectivos planes de actuación.

Aunque a gran distancia de los focos más importantes, Cuenca no es ajena a esta situación. Cristina Castillo, directora de las tres residencias universitarias de la ciudad –Alonso de Ojeda, Juan Giménez de Aguilar y Bartolomé Cossío–, que acogen en torno a 500 estudiantes, confirma a La Tribuna que desde el inicio del curso, el 7 de septiembre, la repercusión del virus se ha dejado notar. Prácticamente desde el primer minuto se han dado casos, aunque la incidencia «no ha sido alta». Sí ha sido más notable el número de confinados a consecuencia de esos casos. «En cuanto hay un positivo la lista de contactos es interminable y eso obliga a confinar a mucha gente», dice.

Esa es la consecuencia fundamental de la intensa actividad que llevan a cabo los estudiantes. Dentro de las residencias, explica Castillo, «está todo organizado para que no se junten con nadie que no sea su compañero de habitación y no haya más riesgo del lógico que tenemos todos». Ahora bien, añade, «de puertas para afuera, tristemente, nosotros no podemos hacer nada».

Francisco Pavón, universitarioFrancisco Pavón, universitario - Foto: Reyes Martí­nez

¿Y qué es lo que pasa de puertas para afuera? Que las estrictas normas que rigen el día a día en las residencias se relajan. Ella misma ha sido testigo de cómo varios grupos de jóvenes –residentes y no residentes en sus centros– compraban alcohol para hacer botellón al aire libre o se juntaban en algún parque. De hecho, en la zona llegó a ver un cartel publicitario de un establecimiento de ocio que animaba a los estudiantes a vivir un «jueves loco». «Aunque avisen en su anuncio de que hay que cumplir las normas, luego te metes en las redes sociales, ves las fotos y medidas anticovid...». Los propios universitarios consultados por este periódico, aunque sin desvelar su identidad, le dan razón de principio a fin. Casi todos reconocen que hay encuentros y reuniones masivas en los que las normas sanitarias, por lo general, brillan por su ausencia.

La situación, aunque controlada por el momento, obliga a no bajar la guardia ni un minuto. Castillo, «empleada a fondo» en este sentido, redobla esfuerzos día tras día junto a todo su equipo. Personalmente, comenta, «llevo dos semanas entrando a las ocho de la mañana y saliendo a las nueve y media, las diez o las once de la noche». Recalca que por muchos medios técnicos y humanos que haya para evitar situaciones así, todo depende de la «responsabilidad» de cada uno. «Si ellos no ponen de su parte, podemos hacer hasta cierto punto, pero más es imposible... No los podemos seguir las 24 horas», argumenta. Cree que esto es achacable al «boom» del inicio del curso, cuando son más propensos a salir por el buen tiempo. Por eso confía, aunque no lo tiene nada claro, que la incidencia «irá bajando».

 

Andrea Martínez, universitariaAndrea Martínez, universitaria - Foto: Reyes Martínez

Cristina Castillo, directora de las residencias

«Por ahora llevamos cinco expulsiones temporales y 15 partes de amonestación»

Cada día que pasa, y más cuando afloran casos de fiestas universitarias a lo largo y ancho del país, el foco mediático y social se pone sobre los jóvenes. En este sentido, la directora de las residencias universitarias de la ciudad, Cristina Castillo, prefiere «no generalizar» cuando se habla de la falta de concienciación de los alumnos, porque «hay gente muy responsable y están pagando justos por pecadores». Ahora bien, añade, es una conducta incívica que está «demasiado extendida». En el caso concreto de las residencias conquenses, desde que empezó el curso hace un mes y medio, «ya hemos puesto 15 partes de amonestación y otros cinco de expulsión temporal», comenta la directora. En estos centros repelen cualquier tipo de comportamiento que genere riesgos. Las novatadas y las fiestas internas están «prohibidísimas».

 

Francisco Pavón, universitario

«Hay tranquilidad dentro de lo que cabe, la vida tiene que seguir»

Éste es el cuarto año de Francisco en Cuenca. Natural de Écija, estudia Periodismo en la Facultad de Comunicación y durante toda su estancia en la ciudad ha vivido en la Bartolomé Cossío. Este curso, no cabe duda, es el más especial de los cuatro. Por ahora, la incidencia del virus en su residencia «no ha sido grande», y es que confirmado solo ha habido un caso, pues otro fue un falso positivo. Con todo, comenta que «dentro de lo que cabe hay cierta tranquilidad, la vida tiene que seguir...». Ahora bien, eso no está reñido con el cumplimiento escrupuloso de las normas. En este sentido, cree que «hay gente que tiene más conciencia que otra, pero tanto las residencias como el Gobierno no pueden luchar contra eso, pues eso depende de cada persona». Si tú te quieres saltar las medidas, sentencia al respecto, «te las saltas».

Ese no es su caso ni el de su grupo más estrecho de amigos. De hecho, hablaron entre ellos y acordaron juntarse «lo menos posible» con gente de fuera, conscientes de que dentro de la residencia conviven entre ellos y eso les puede afectar. Francisco entiende que «no es lo mismo juntarte con alguien con el que no tienes apenas contacto, que con los que estás todos los días aquí».

 

Andrea Martínez, universitaria

«La gente no es muy consciente de lo que pasa hasta que te toca»

Andrea, que estudia primero de Enfermería, tuvo que confinarse junto a una decena de estudiantes de la residencia Bartolomé Cossío por el positivo de un compañero de carrera. «Estás diez días en la habitación sin salir, te traen la comida y así hasta que te hacen una PCR y pasas la cuarentena», comenta. La joven albaceteña explica que dentro de la residencia es difícil contagiarse si el cumplimiento de las normas se sigue a rajatabla. En su caso concreto, comenta, «intentamos no juntarnos muchos en la habitación, estar separados unos de otros en el comedor, ir siempre con mascarilla...». El problema está, sobre todo, en lo que pasa fuera de la residencia. «Fiestas sí que hay», afirma Andrea, «quien quiere va y quien no, no». De hecho, «hay gente que hace botellones y en los pisos también hay encuentros... La gente no es muy consciente de lo que pasa hasta que te toca», apuntilla.

Esta futura enfermera aboga por una solidaridad colectiva porque de nada sirve que muchos cumplan con las normas al cien por cien si luego uno se las salta a la torera. «Si se tiene que confinar uno aquí por un caso positivo, se debe confinar media residencia porque hay mucho contacto», dice.