René Lavand fue un ilusionista argentino especializado en la magia con cartas. Uno de los mejores de la historia y el único que alcanzó fama mundial haciéndolo… con una mano. Lavand, manco desde los nueve años por culpa de un atropello, tiene trucos asombrosos y frases maravillosas como esta: «Para que aquí suceda algo extraordinario tiene que haber al menos dos personas, el ilusionista y el ilusionado».  
Karim Benzema es un 'ilusionista' francés especializado en la magia con porteros. Uno de los mejores del momento y de los pocos que mantiene su fama mundial haciéndolos… fallar. Solo en las últimas temporadas, se le recuerdan errores groseros e inadmisibles a guardametas como Ulreich (Bayern), que recibió una cesión para despejar con comodidad, cayó al suelo y el balón le pasó por debajo de la axila; o Karius (Liverpool), que intentó sacar de puerta con la mano, por abajo, cuando el delantero de Lyon estaba ahí al lado y únicamente debía de meter la pierna para interceptar el pase; o Donarumma (PSG) hace unos días, que tenía el balón controlado y con suficiente espacio dentro de su área y se durmió en los laureles; o Mendy (Chelsea), que convirtió una pelota fácil fuera del área en un pase defectuoso a Rüdiger cuando Karim pululaba por allí. 
En las cuatro ocasiones (sí, las cuatro terminaron en gol de Benzema) es como si no viesen al 'nueve' blanco, como si desapareciera del radar de los arqueros durante una décima de segundo y volviese para penalizar esos fallos tan descomunales. Sabemos que es mentira, que no desaparece ni juega con capas o espejos, pero si ha sucedido cuatro veces tiene que haber 'algo' más allá del fútbol. Igual que cuando ves un truco de magia, que pasas del «no puede ser» al «¿cómo lo hace?».