Los Niños de Santa Rita

Leo Cortijo
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Los tres usan el mismo nombre artístico en honor a un barrio ejemplar y emblemático de Mota del Cuervo

En estos días en los que la actividad taurina todavía no es tan importante como en los meses de agosto y septiembre, aunque la temporada ya haya echado a andar, suele ser habitual la celebración de actos de reconocimiento y homenajes a aquellos personajes taurinos que las asociaciones o ayuntamientos consideran dignos de ellos. Muchos de ellos serán más que merecidos, la mayoría seguramente. También habrá otros que tengan más de aduladores a la figura de turno buscando la oportuna fotografía y el correspondiente postureo. Y cómo no, ocurrirá también, que a algunos otros no termine de llegarles, y de ocurrir, que les llegue demasiado tarde.

 

En este punto, recuerdo a tres toreros de plata, con corazón de oro y afición de bronce. Hermanos para más señas: los Niños de Santa Rita. Los tres, en su profesión, usan el mismo nombre artístico en honor a un barrio ejemplar y emblemático de Mota del Cuervo, su pueblo. Hijos de Angelino Felipe, de Miguel Esteban, y María Teresa Cano, de El Toboso, un matrimonio que regentó el Bar Los Cazadores en la calle del Mesón, donde Angelino, Marcelino y Juan Tomás dieron sus primeros pasos y empezaron a mamar su afición por el toreo.

 

A mediados de los 70 la familia marchó a Madrid en busca de nuevos horizontes y allí los tres niños ingresaron en la Escuela Taurina para formarse como toreros y como personas. Ninguno de los tres necesitó del fracaso vistiendo el oro para ser conscientes del lugar al que estaban llamados a ocupar. Banderilleros que se han ganado el respeto del mundo del toro; han formado parte, entre otras, de las cuadrillas de Joselito, José Luis Bote, El Califa, Javier Vázquez, Curro Díaz, Fernando Robleño, Antonio Barrera, Julio Aparicio, Luis Miguel Encabo, Miguel Abellán o Serafín Marín. Toreros de plata que pasean con orgullo y dignidad el nombre del barrio de Santa Rita por todas las plazas donde torean, ese barrio al que nunca faltan allá por el mes de mayo para celebrar su Fiesta.

 

Banderilleros de oro que tienen sus páginas de honor y gloria en el Cossío, la enciclopedia universal taurina, ganadas por su sacrificio, entrega y torería. Y sus nombres indeleblemente asociados al barrio de Santa Rita y a Mota del Cuervo.

Raíces taurinas. Se hace imprescindible también hacer mención a la figura paterna, novillero que se anunciaba como El Toledano, y al que el toro negro del destino no permitió saborear los triunfos y el arte de sus tres hijos toreros, tres. Formaron parte de espectáculos taurinos, Ovaciones en el ruedo, Las Brujas y Los Príncipes Banderilleros, con los que recorrieron toda la piel de toro antes de asentarse en distintas cuadrillas compartiendo lidia y cartel con los mejores maestros del escalafón.

 

Son muchas las ovaciones cosechadas por su labor en el ruedo facilitando la lidia al maestro y en algunas ocasiones como ángeles de la guarda para el compañero. Siempre será recordado el quite prodigioso y oportuno de Marcelino al picador José Olmo en Las Ventas por el que recibió varios premios en aquel San Isidro. Angelino lidió su primer becerro en Mota del Cuervo y Juan Tomás banderilleó el último toro lidiado en la Plaza de Barcelona la última tarde antes de su cierre… ¿definitivo? Y ahí siguen los tres, toreros en cuerpo y alma, fieles a su profesión y entregados a ella con afición e ilusión suficientes para vestirse de seda y plata cada tarde, al encuentro de la gloria soñada o la tragedia anunciada, pero siempre con la casta moteña y la grandeza manchega por montera.

 

Motivos más que suficientes para que estos tres hermanos toreros reciban el reconocimiento y el calor de sus paisanos. En su pueblo. En su barrio. Motivos más que sobrados como cualquier hijo del pueblo que realice una labor destacada en cualquier ámbito de la sociedad.