Todo es relativo en esta vida

Leo Cortijo
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La Feria de San Julián alza el telón con siete orejas y un primer gran triunfador, Roca Rey, que aprovechó las bondades de un gran lote de Victoriano. Talavante, irregular, solo dejó algunos destellos. Enorme Ventura

Todo es relativo en esta vida

La Feria de Cuenca ya ha descorchado y lo ha hecho, a priori, por todo lo alto. Para los anales de la historia -porque así lo van a recoger las fichas del primer festejo de este San Julián-, quedará que se cortaron siete orejas. Muchas, pensarán algunos haciendo un balance genérico de la tarde y poniendo en la balanza si se lo pasaron realmente tan bien o no fue para tanto. Pocas (o de muy justito peso algunas), pensarán otros viendo el juego de tres de los cuatro toros de Victoriano del Río. Todo es relativo en la vida. Todo depende, cantaba Pau Donés con su Jarabe de Palo, y cuánta razón de tenía. Algunos saldrán dando palmas con las orejas porque vieron a Roca Rey en plenitud. En esa tauromaquia tan suya que se aleja tanto de los cánones, pero que cala arriba como muy pocas. O porque vieron algunos fogonazos sueltos de un Talavante cuyo regreso no está siendo, salvo alguna honrosa excepción, como cabía esperar a principio de temporada. Pero como todo depende, otros se irían con cierto saber agridulce, pues al Tala se le escapó un segundo toro de dos orejas y Roca no terminó de bordar el toreo fundamental. ¿Saben quién puso a todo el mundo de acuerdo? Ventura, que en esto de torear a caballo no tiene rival. Por cierto, nota al margen: entre los arreglos y desarreglos del ruedo tras el juego de los caballos, hubo infinidad de tiempos muertos y eso no ayudó en general.

Roca Rey empezó a comerse la tarde en el primer lance con el Jazminero que hizo tercero, lavadito de cara, y que tomó el percal con buen son. Esa forma de embestir se replicó en la pañosa que el peruano empezó a presentar en los medios. El animal tuvo fijeza y prontitud, además de recorrido y entrega por abajo. Cierto es que faltó transmisión en la faena en líneas generales, pero cabría preguntarse si por demérito del toro o del torero. El de negro no se comía a nadie y hacia, literalmente, lo que le decían. El de luces muleteó por un lado y otro sin decir apenas nada y sin aclarar la estructura de una faena gris y que no terminó de alzar el vuelo. Terminó perdiéndose en el toreo de artificio y superficial. Arrimón intrascendente con el toro ya derrengado. Faltó precisión y rotundidad con semejante material, que era para haber visto algo más. La espada, abajo, no frenó la petición del público. Desordenado resultó el recibo al Jabaleño que cerró la primera del abono conquense, un astado que se dolió en banderillas. Bien, por cierto, Paquito Algaba en estos menesteres. A partir de ahí, el cóndor limeño ofreció la máxima expresión de su tauromaquia para poner la plaza a su merced con otro animal de nota para el último tercio. Toreo largo y conexo a diestra y siniestra, pero sin rotundidad de nuevo. No anduvo bien en la administración de los tiempos y los espacios, ahogando por momentos la notable acometida del burel, que hacía, y muy bien, todo lo que se le pedía por ambos pitones. Con todo, fuera como fuese, esa tauromaquia tan suya conectó con los tendidos, que no se guardaron ni aplauso. Algunos, incluso, fruto de no sé muy bien qué criterio, llegaron a pedir el indulto. Había ganas de fiesta…

Amoscao, con presencia en plaza, salió sueltecito antes de encelarse en el lucido saludo por delantales de Alejandro Talavante. El pupilo de Victoriano cumplió en la jurisdicción del pica antes de una lidia en banderillas que brilló por su ausencia, por no hablar de algún que otro par indecoroso... Con la muleta, el extremeño dejó claro desde el primer instante el palo del que iba. La rectitud y la quietud por bandera. Con la planta aplomada y erguida, acompasó primero a derechas la suavona condición del burel, al que le faltaron tres o cuatros puntos de casta, siendo generosos… Por el izquierdo lo intentó, pero por ese flanco fue más remiso y protestón. Volvió a la derecha pero el blandito animal había echado la persiana. Ya no había nada que hacer. Capítulo insípido. Al Misigato quinto se le notaban los más de cinco años y medio que le contemplaban. Cuajado y con cara, aunque bajo, se tragó el bullicioso saludo capotero del 'Tala'. A la remanguillé y solo para un análisis el protocolario tercio de varas. Para qué más, debió pensar Alejandro (Ay, Dios mío…), que quitó por ajustadas chicuelinas. El inicio del enjuto espada no pudo ser más torero. Doblones y trincherazos de cartel para sacárselo a los medios y allí empezar a construir un parlamento basado en dar continuidad al notable viaje del pitón derecho del cinqueño, que iba y venía con calidad. Lo mejor, por despacioso, templado y muy puro por momentos, vino al natural, aunque faltó ajuste y contundencia. Mucha contundencia. Demasiado diente de sierra ante un toro de Victoriano que resultó extraordinario para el último tercio, pues lo tuvo prácticamente todo. 

Con un único rejón de castigo midió Diego Ventura el brioso movimiento del Aldeanito que abrió feria. Pronto, a lomos de Nazarí cinceló una auténtica obra maestra de la lidia, llevándolo cosido a menos de 20 centímetros en el costado del equino en una vuelta y media al redondel. Rejoneo a dos pistas del más altísimo nivel. El público no tardó ni un segundo en entrar en faena. Lógico. El lío gordo continuó a lomos de Lío, con el que dejó un par de rehiletes al quiebro en apenas una moneda. La medida labor no bajó de intensidad hasta los últimos compases con Guadiana, con el que clavó tres cortas al violín. La superlativa capacidad de Diego se vio ensombrecida en cierta manera por el fallo con el rejón y todo quedó en una oreja. Al segundo de lote, Bailador, le suministró dos de castigo antes de comprobar ya en banderillas que el astado de Ángel Sánchez no tenía el empuje de su hermano. Se movió en la grupa de los equinos, pero sin llegar al público, que además andaba con viandas en mano. Todo lo tuvo que poner el jinete, sacándose un conejo de la chistera a lomos de Fabuloso, sobre el que construyó casi en exclusiva una faena en la que se dejó llegar una barbaridad. Un quiebro imposible en los medios fue cumbre. El éxtasis total llegó a lomos de Bronce, que sin cabezada, ofreció una dimensión tremenda en rehiletes quebrando en corto. El rejón, a la segunda, no cayó en buen sitio, y eso frenó, solo en parte, el ímpetu de un respetable totalmente entregado. 

 

FICHA TÉCNICA

Plaza de toros de Cuenca. 1ª de la Feria de San Julián. Más de 3/4 de entrada en tarde soleada y muy calurosa. Se lidiaron dos toros de Ángel Sánchez y Sánchez para rejones, con movilidad y transmisión el buen 1º; se movió aunque con menos transmisión el 2º. Y otros cuatro de Victoriano del Río para la lidia a pie, bien presentados. Descastado y sin finales el suavón 2º; pronto y con clase el 'bombón' 3º, aunque sin fondo; extraordinarios por su calidad para el último tercio 5º y 6º.  
Diego Ventura: oreja y dos orejas. 
Alejandro Talavante (nazareno y oro): ovación con saludos y oreja.  
Roca Rey (mercurio y oro): oreja tras aviso y dos orejas.

Paco Algaba y Antonio Chacón saludaron una ovación tras rehiletear al sexto.